Bruselas

¿Es posible retirar los masivos estímulos monetarios que ha desplegado el Banco Central Europeo (BCE) para sacar a la eurozona de la crisis sin provocar pánico en los mercados? Este es el delicado equilibrio que ha tratado de sortear este jueves su presidente, Mario Draghi. Los analistas esperaban que diera un primer paso, una señal, para poner fin al programa de compra de deuda pública por valor de 60.000 millones de euros al mes. Pero finalmente el BCE ha decidido mantener sin cambios el plan de compra de bonos, que en principio está previsto que dure hasta fin de año, y no ha fijado ninguna fecha para discutir la estrategia de salida.

"El Consejo de Gobierno está preparado para aumentar el programa en su tamaño o en su duración". Esta es la garantía que los mercados esperaban que se suprimiera del comunicado final del BCE como primer signo hacia la disminución paulatina de la compra de bonos. Pero la frase se ha quedado en el texto sin cambios. El BCE mantiene además su tipo de interés de referencia en el 0%, mientras que seguirá cobrando un 0,4% a los bancos que aparquen sus fondos en Fráncfort.

Draghi ha reconocido que la eurozona está experimentando una "recuperación fuerte", que afecta a todos los sectores y regiones. Los países que comparten la moneda única crecen a un ritmo del 2%, mientras que el paro está en el nivel más bajo desde 2009. Sin embargo, la inflación sigue siendo débil y ha vuelto a caer hasta el 1,3% en junio, todavía lejos del objetivo del 2% que se ha fijado el Banco Central Europeo. "No hay ningún signo convincente de que la inflación subyacente (la que excluye alimentos y energía) esté subiendo", ha dicho Draghi.

La estrategia de salida, en otoño

La conclusión de todo ello es que la eurozona "sigue necesitando una acomodación monetaria muy importante". "Debemos ser persistentes, pacientes y prudentes porque todavía no estamos ahí. El Consejo de Gobierno ha sido unánime en su decisión de no comunicar ningún cambio (en la política monetaria) y no fijar ninguna fecha precisa para discutir los cambios en el futuro", ha resaltado el presidente del BCE. Las discusiones se producirán "en otoño".

Los responsables de Banco Central Europeo tienen miedo de que una retirada temprana de los estímulos provoque turbulencias en los mercados que pongan en riesgo la recuperación. Es lo que le ocurrió a la Reserva Federal de EEUU en 2013. El propio Draghi ha vivido ya una primera experiencia negativa con un discurso que dio en la ciudad portuguesa de Sintra a finales de junio en el que hablaba de "reflación", y que las bolsas interpretaron como el principio del fin de la compra de bonos.

"La última cosa que el Consejo de Gobierno desea es un endurecimiento no deseado de las condiciones de financiación que ralentice o amenace este proceso" de recuperación sólida, ha resaltado el banquero italiano. El BCE quiere una transición suave en la retirada de los estímulos monetarios y por eso pretende conservar la máxima flexibilidad y margen de maniobra para reaccionar a cualquier turbulencia.

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