Fruta y yogures. Son los alimentos que la compañía lusa Fertagus repartirá en las próximas semanas a los usuarios de su servicio de cercanías entre Lisboa y la vecina Setúbal para concienciarlos sobre la importancia de tomar el desayuno antes de subirse al tren. La razón: 46 desmayos en el primer semestre de este año, que afectaron a 51 trenes para sumar un total de 209 minutos en retrasos.

“Tenemos los episodios de malestar repentino como uno de los factores que más penalizan la puntualidad de nuestros trenes y, por lo tanto, intentamos atenuar todos estos factores”, explica a EL ESPAÑOL Raquel Santos, responsable de marketing de la empresa concesionaria.

En los últimos cuatro años, Fertagus ha contabilizado cientos de casos, pero “este año vamos un poco por encima” en comparación con los anteriores. La empresa se dio cuenta de que muchas veces el usuario viajaba en ayunas en las horas punta de la mañana y por eso esta semana ha lanzado su campaña de sensibilización bajo el lema “¡Viajar sin desayunar puede afectar el viaje de todos!”.

En los carteles diseñados para la iniciativa, Fertagus recomienda además portar siempre una botella de agua, no subir al tren de encontrarse mal y, en caso de sufrir una indisposición, abandonar el vehículo en la siguiente parada para pedir ayuda.

Cartel de la campaña para promover el desayuno. Fertagus

Preguntada sobre si los pasajeros que se saltan la primera comida del día -el pequeno-almoço- suelen hacerlo por motivos económicos, Santos asegura que “la percepción que tenemos es que es una situación transversal a todos los estratos sociales; no consideramos que esté correlacionado en su mayoría con cuestiones económicas”. También indica que los datos de la empresa se remontan sólo a 2012, ya con los efectos de la crisis financiera en Portugal.

El líder del sindicato de los revisores ferroviarios de Portugal, Luís Bravo, dijo a la emisora de radio TSF que estos sucesos se multiplicaron tras la crisis, a partir de los años 2010 y 2011, muy difíciles para el país.

“Muchas veces la gente acababa confesando al revisor que no había comido nada, algunos incluso no comían desde el día anterior. Y de ahí sacamos la relación entre el desmayo y la falta de alimentación”, afirmó.

Comboios de Portugal (CP) -el equivalente luso a Renfe- ha confirmado a este diario que el año pasado registró cerca de 130 episodios de malestar repentino en sus servicios de cercanías en Lisboa, pero asegura desconocer cuántos de dichos casos se debieron a la mala alimentación de los pasajeros.

“CP solicita la intervención del INEM [Instituto Nacional de Emergencia Médica de Portugal] siempre que es necesario. De hecho, son los profesionales de salud que determinan la causa relacionada con el malestar de la persona”, dice la empresa ferroviaria, que asegura no tener prevista ninguna campaña de concienciación dado que el número de desmayos es pequeño respecto al de personas que utilizan sus servicios de cercanías.

Por su parte, los servicios de emergencia tampoco han arrojado más luz sobre los motivos de tantos episodios de malestar repentino, tras la consulta de EL ESPAÑOL. Aseguran que habrían tenido que buscarlos uno por uno en su base de datos y Comboios de Portugal tendría que haber proporcionado detalles como la fecha y lugar donde ocurrieron para poder identificarlos.

Sea como fuere, los hábitos alimenticios de los portugueses se han visto impactados por las dificultades económicas originadas por la depresión. Un informe publicado en marzo por la Dirección General de la Salud revela que una de cada 14 familias se salta comidas por falta de dinero.

A raíz de la crisis económica, el organismo comenzó a monitorear la “inseguridad alimentaria” de las familias portuguesas, esto es, las “garantías del acceso a alimentos suficientes en cantidad, seguros y adecuados desde el punto de vista nutricional” de los hogares lusos. Cerca de la mitad de los encuestados en 2014 aseveró sufrir algún grado de inseguridad alimentaria, si bien sólo un 6,6% afrontaba una inseguridad grave. La región de Lisboa y Vale do Tejo es la segunda del país en número de familias que pasan hambre.

Con todo, los principales motivos para que los portugueses se salten el desayuno son las prisas y la falta de apetito, según la Asociación Portuguesa de Nutricionistas, que carece de datos específicos sobre los desmayos en los trenes de cercanías. También hay quien pasa del pequeno-almoço por miedo a marearse en el tren.

“Las náuseas, los vómitos, los mareos, la mala digestión, los vértigos, los sudores, la sensación de calor o la incomodidad generalizada son síntomas que pueden surgir en personas más sensibles al movimiento en viajes tanto en transportes públicos como en el coche. Pero como los transportes públicos suelen ser lugares con poca circulación de aire debido a la alta afluencia de pasajeros, principalmente en horarios matinales, estos síntomas se ocasionan con más frecuencia”, afirma Helena Real, nutricionista y secretaria general de la organización. “Por estos motivos, algunas personas tienden a no tomarse el desayuno antes de viajar”.

Real subraya que la mayoría de la población portuguesa no sale en ayunas de casa, aunque muchos no consumen un desayuno saludable y, por ejemplo, suelen descartar las frutas.

Su consejo para los que omiten la primera comida del día: “Preparar el desayuno la noche anterior [o] levantarse diez o 15 minutos más temprano del horario normal para entrenar al apetito, incluyendo poco a poco diferentes alimentos para que el organismo se habitúe”.

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