Bruselas

La recepción a la primera ministra británica, Theresa May, en su primera cumbre de la UE no ha sido especialmente calurosa. May ha informado al resto de líderes europeos de que el brexit es irreversible y les ha dicho que su intención es activar la cláusula de divorcio, el artículo 50 del Tratado, antes del fin de marzo de 2017. Pese a que es la primera vez que Londres concreta aunque sea mínimamente sus intenciones, los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 se han negado a discutir del brexit. De hecho, nadie ha tomado la palabra tras la intervención de May, que se ha producido sobre la una de la madrugada.

"No habrá negociación hasta que Reino Unido active el artículo 50 del Tratado y por eso esta noche no hemos discutido del brexit", ha dicho el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, al término de la primera jornada de la cumbre. Y ha repetido que la UE se mantendrá "firme" en su posición negociadora: Londres no podrá mantener el acceso al mercado único si no acepta la libre circulación de trabajadores.

El dirigente polaco ha ironizado además con la acogida que han dispensado los líderes europeos a May en su primera visita a Bruselas como primera ministra. "Esta reunión ha sido descrita como entrar en un foso de leones. No es verdad, es más como un nido de palomas", asegura Tusk. "Estará segura con nosotros. Espero que se dé cuenta de que la UE es todavía la mejor compañía del mundo", ha subrayado.

May se queja de las cumbres a 27

May ha sido la primera en llegar a la cumbre de la UE y ha querido mostrarse conciliadora en su breve declaración ante la prensa al entrar. "Estoy aquí con un mensaje muy claro. Reino Unido va a dejar la UE, pero continuaremos jugando un papel pleno hasta que nos vayamos y seremos un socio fuerte y fiable después", ha señalado.

Pero dentro de la reunión, la primera ministra británica se ha quejado de que no se le invitara a la cumbre que los líderes europeos celebraron en septiembre en Bratislava. Tusk le ha contestado que las cumbres a 27 no son su preferencia, pero resultan necesarias para que el resto de países miembros puedan seguir avanzando tras el brexit. "Si el brexit es irreversible o no está en manos de los británicos. Yo sería el más feliz si fuera reversible", ha dicho el presidente del Consejo Europeo.

El más duro con la primera ministra británica ha sido el presidente francés, François Hollande. "Lo digo de manera firme. Si Theresa May quiere un brexit duro, la negociación será dura", le ha espetado al llegar a la reunión. Hollande ya ha dejado claro que cree que los británicos deben pagar un "precio" por la ruptura.

May dejó claro a principios de mes que Reino Unido tiene intención de restringir la entrada de trabajadores europeos y no aceptará la jurisdicción del Tribunal de Luxemburgo (TJUE). Estos principios equivalen a un brexit duro, ya que significan que Reino Unido abandonará el mercado único europeo y que las compañías financieras británicas perderán el pasaporte que les permite ofrecer sus servicios en toda la UE.

La perspectiva de una ruptura total y la creciente retórica antinmigración e incluso xenófoba que se escucha en la política británica han indignado al resto de socios comunitarios. Los líderes europeos ya no ocultan que su prioridad es proteger la integridad de la Unión a 27, incluso si eso significa tener que castigar a Londres.

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