Bruselas

Está en juego la credibilidad de la UE como socio comercial. Los países miembros trabajan contrarreloj para salvar el acuerdo de libre comercio con Canadá (CETA, por sus siglas en inglés), que ha tardado siete año en negociarse y cuya supervivencia peligra ahora debido al veto de la región belga de Valonia. Los ministros de Comercio habían sido convocados este martes en Luxemburgo para ratificar el pacto, pero la negativa valona lo ha hecho imposible ya que se necesita la unanimidad de los 28. El plazo final para tratar de lograr un acuerdo vence este viernes, ha avisado la comisaria de Comercio, Cecilia Malmström.

"La buena noticia es que estamos avanzando hacia ese objetivo. Quizá no sea un sprint pero tampoco es una maratón", ha explicado el ministro eslovaco de Economía, Peter Ziga, cuyo país ocupa la presidencia de turno de la UE. Al término de la reunión de este martes, todos los países miembros menos Bélgica han respaldado el contenido del CETA. Pero además, Rumanía y Bulgaria mantienen "reservas" porque Canadá no permite a sus ciudadanos entrar sin visado.

El polémico expediente pasa ahora a manos de los jefes de Estado y de Gobierno de la UE, que tratarán de desbloquearlo en la cumbre que celebran este jueves y viernes en Bruselas. "La decisión final, si la hay, será adoptada por el Consejo Europeo", ha dicho Malmström. Tanto la Comisión como la presidencia eslovaca todavía confían en levantar a tiempo el veto de Valonia.

Está previsto que el CETA se firme en la cumbre entre la UE y Canadá que se celebra el próximo 27 de octubre en Bruselas. Pero el primer ministro Justin Trudeau ya ha avisado de que no cogerá el avión si persiste el bloqueo. "No habrá cumbre si no llegamos a un acuerdo sobre el tratado", ha confirmado la comisaria de Comercio.

¿Una posible solución?

La posible solución se encuentra en la declaración interpretativa que se adjuntará al CETA, cuyo objetivo es responder a las preocupaciones que han ido expresando varios países miembros desde que se concluyó el acuerdo en 2014. El Ejecutivo comunitario está trabajando con la región valona para tratar de acomodar ahí sus inquietudes, ha explicado la comisaria.

En esa declaración se deja claro que el acuerdo con Canadá no rebaja los estándares europeos en materia medioambiental ni social ni tampoco obligará a los países miembros a privatizar los servicios públicos, resalta Malmström. Bruselas sostiene que el CETA, que suprime el 99% de las tarifas arancelarias, es el acuerdo más avanzado y moderno que ha firmado nunca la UE.

El ministro de Exteriores belga, Didier Reynders, ha dicho que el Gobierno federal está a favor del acuerdo con Canadá. Pero desde la reforma constitucional de 2009, en Bélgica los tratados internacionales deben ser ratificados no sólo por el Ejecutivo central sino también por las regiones. Reynders espera también una solución durante la cumbre de líderes europeos.

Por su parte, el presidente de la región valona, el socialista Paul Magnette, se mantiene de momento inflexible en su veto. "Estamos recibiendo, en Valonia, numerosas presiones, a veces incluso amenazas apenas veladas. Y sin embargo seguimos manteniendo nuestro rumbo", dijo este lunes en su parlamento regional. El Gobierno valón alega que el CETA pone en riesgo las normas sociales y medioambientales de la UE y da un poder desproporcionado a las multinacionales frente a los Gobiernos. 

¿Quién se fiará de la UE?

Bruselas avisa de que el naufragio del acuerdo con Canadá tendrá consecuencias graves para la credibilidad de la UE. "Si no podemos firmar un acuerdo que es muy bueno con un país como Canadá, que es uno de nuestros aliados más cercanos y uno de los países más democráticos del mundo, el resto del mundo se preguntará, ¿es Europa un socio fiable?", explica Malmström.

La suerte del CETA será también un importante precedente para el futuro del acuerdo comercial con Estados Unidos (TTIP), que ya ha encallado antes de las elecciones presidenciales norteamericanas. Y podría determinar el modelo de las futuras relaciones entre la UE y Reino Unido tras el brexitsegún ha dicho el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo. "Si no podemos hacerlo con Canadá, no estoy segura de que podamos hacerlo con Reino Unido", admite Malmström.

"Si los británicos insisten en tener la posibilidad de restringir la libre circulación de trabajadores europeos a Reino Unido, la única solución que queda es la canadiense", ha dicho esta semana Margallo. "Probablemente el acuerdo con Canadá sea el precedente del acuerdo entre la UE y Reino unido. Por eso el acuerdo tiene importancia en sí mismo y tiene importancia en cuanto precedente de otro acuerdo", ha avisado.

Para Margallo, lo sucedido con el veto de Valonia al CETA demuestra que no conviene ceder a las comunidades autónomas competencias en materia de política exterior. "Creo que en el reparto de competencias, todo lo que sean competencias exteriores deben permanecer en manos del Estado central. Pero los belgas han llegado a ese acuerdo y es su problema. Pero yo no aconsejaría en ningún caso imitar ese modelo en las relaciones hispano-españolas", ha dicho el jefe de la diplomacia española en funciones.

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