Dieter Dehm nació en Fráncfort hace 56 años. Logró hacer carrera en el mundo de la música y en el de la política. Trabaja en Berlín como diputado de la formación izquierdista Die Linke (La Izquierda). Ocupa uno de los 64 escaños que ocupa en el Bundestag ese partido, que es la mayor fuerza política de la oposición al contar con un diputado más que Los Verdes.

Estos días, sin embargo, Dehm no está en la capital alemana. Habla con EL ESPAÑOL desde Hannover, donde se encuentra su circunscripción. Ha vivido en primera línea las elecciones locales celebradas el pasado fin de semana en Baja Sajonia. Sigue allí, esperando seguramente a que pase el enorme interés que ha generado su persona después de que se haya sabido que a finales de agosto ayudó a un inmigrante ilegal africano a viajar desde Italia hasta Alemania. Lo transportó escondido en su coche. La Fiscalía le ha denunciado y las autoridades ya investigan los hechos

Dehm se define como un hombre salido de la cultura, no como un activista. “Hay muchos mejores activistas que yo”, dice a este periódico en una conversación que seguramente su abogado no aprobaría. Su letrado le ha dicho que no dé entrevistas para no complicar más su situación ante la justicia. Lo que él hizo fue, según los términos de este izquierdista, un acto de ayuda “espontáneo” que no pretendía ser “espectacular”.

Estando de vacaciones en su domicilio a orillas de Lago Mayor (Italia), un conocido le preguntó si podía ocuparse de un refugiado, un chico del que da pocos detalles. Se trata de un joven africano de menos de 20 años procedente de un país en guerra, que ha perdido a su madre y cuyo padre vive en Alemania. Ya está reunido con su progenitor en un lugar desconocido de la geografía alemana.

“Yo tengo también hijos y puedo imaginarme cómo de penoso puede ser que mi hijo no pueda venir  a verme tras perder a su madre”, afirma Dehm. “Ese chico sólo tenía una camiseta y un pantalón, llevaba mucho sin dormir, cuando lo acogí en mi casa, durmió 20 horas seguidas”, explica. Durante unos días, el diputado también se ocupó de darle de comer, hasta que llegó el momento de llevarlo con su padre a Alemania.

Que se diera a conocer cómo llevó al joven escondido en su coche, Dehm lo califica de “coincidencia”. Pero, en realidad, lo delataron las redes sociales. “Quería hacer esto sin que se supiera, pero quienes ayudaban al refugiado me dieron las gracias por Facebook, colgando un agradecimiento, mi asistente que se ocupa del Facebook -porque yo no sé para nada cómo funciona eso- trató de borrarlo de inmediato, pero un periodista de Axel Springer hizo una toma de pantalla y se hizo público”, cuenta Dehm, aludiendo al grupo multimedia que edita, entre otros, el popular diario Bild, el más leído en Alemania. En sus páginas pudo verse la imagen del chico africano dentro del coche, con sus piernas estiradas saliendo del maletero. Ésa era la foto que había circulado en esa red social.

UNA ACCIÓN CASTIGADA POR LA LEY

Dehm actuó por iniciativa personal. No se pone como un ejemplo. “Yo no digo que todo el mundo tenga que hacer lo que yo he hecho, sólo quiero decir que necesitamos observar el sufrimiento”, mantiene. Pese a que ayudar a viajar a un inmigrante ilegal es un acto castigado en Alemania con una multa económica, este diputado de Die Linke ha explicado desde el primer momento que está “tranquilo consigo mismo”.

“Muchos amigos de la cultura me han animado estos días”, asegura. Pero no sólo le apoyan ahora gente del sector progresista en el que dice haberse “socializado” este izquierdista con pasado socialdemócrata. “Mis abuelos eran socialdemócratas, yo estuve 33 años en el Partido Socialdemócrata (SPD)”, recuerda quien dejara el partido de centroizquierda a finales de los años 90 por diferencias irreconciliables con el partido del entonces canciller Gerhard Schröder.

Prueba de que políticamente lo arropan hoy día personas pertenecientes a un amplio espectro político es que haya recibido una interesante oferta de Peter Gauweiler, un ex vicepresidente de la Unión Social Cristiana (CSU), el partido bávaro hermanado a la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de Angela Merkel. Gauweiler le ha propuesto ocuparse de su defensa de forma gratuita.

Dehm asegura que mucha gente le ha venido a felicitar estos días. Menciona especialmente a “cristianos” practicantes. Nombra incluso a “un cazador que se desplazó hasta donde yo estaba desde un pueblo para felicitarme”, comenta, aludiendo a un sector de la población –los aficionados a la caza– asociado a la parte más conservadora de la sociedad germana. “A mí me da igual que la gente valore lo que he hecho como un deber cristiano o como un deber de socialista, yo sólo quiero ayudar”, afirma Dehm. “Para los vulnerables, yo estoy ahí”, añade.

CRÍTICA A LA POLÍTICA DE REFUGIADOS DE MERKEL

En un país en el que hace ya tiempo dejó de reinar el consenso en lo que a la política de refugiados de la canciller Angela Merkel se refiere, Dehm se muestra muy crítico con su gobierno. “La política de refugiados del Gobierno alemán es hipócrita, por un lado quiere ser humana, porque no se pone límites en la recepción refugiados, pero, por otro lado se sabe que hay límites en las capacidades de recibir, en materia de construcción de viviendas, de ayudas sociales, etcétera”, asegura.  “Los recursos siempre tienen límites y esa contradicción la pagan los refugiados y la transparencia [política]”, añade.

Para él, la política de refugiados de la canciller está sirviendo electores en bandeja al partido xenófobo Alternativa para Alemania (AfD). “Los miedos de la gente que está debajo de la clase media hay que tomárselos en serio, y no castigarlos diciendo 'los miedos son racistas', [porque] eso lleva a la gente a los brazos de AfD”, expone este político. Alude así a los éxitos electorales como el registrado recientemente por ese partido ultraconservador y anti-inmigración en Mecklemburgo-Pomerania Occidental.

Además, Dehm asocia a la políticas de inmigración alemanas a la fuga de cerebros y al aprovechamiento de las grandes empresas germanas de situaciones como el desempleo joven los países del sur de Europa. “La Deutsche Bahn [la mayor empresa ferroviaria alemana] se ha dicho, 'estupendo, en España hay un 60% de paro juvenil, ahora nos traemos estos jóvenes aquí, les damos un curso rápido y nos ahorramos el resto de la formación”, ejemplifica Dehm. A eso “llamamos cultura de bienvenida en Alemania'”, apunta con aire irónico. “Para los vulnerables yo estoy ahí, pero la fuga de cerebros la rechazo”, insiste. 

A su entender, el Ministerio de Economía alemán “ha inventado el concepto de mezclar sin diferenciar la fuga de cerebros y los refugiados”. Dehm se hace eco así de  cómo ven en su partido la crisis de los refugiados, un fenómeno que favorece a los intereses industriales alemanes, pues la llegada de las poblaciones que huyen de la guerra y la miseria suponen mano de obra abundante y competitiva que llega ya formada. Sólo en 2015, Alemania recibió 1,1 millones de refugiados.

SIN INTENCIÓN DE COOPERAR CON LA JUSTICIA

La ayuda que prestó Dehm al chico africano no tiene nada que ver con una política de refugiados del Gobierno de Angela Merkel. Este político izquierdista tacha las iniciativas de la canciller de “paradójicas”, entre otras cosas porque a estas alturas “se puede decir que Merkel ha hecho todo lo posible para que los refugiados no puedan venir a Alemania” a través de las últimas dos reformas del derecho de asilo y priorizando la seguridad en su gestión.

Paradójica también es la situación de Dehm. Aunque haya protagonizado un acto de ayuda que le ha servido para ganarse el apoyo y la aprobación de incluso quienes tradicionalmente son sus adversarios, como Gauweiler o “los cristianos practicantes” a los que hace alusión en esta entrevista, puede que acabe siendo castigado por la justicia. 

Eso ocurrirá siempre y cuando las autoridades hagan bien su trabajo. Dehm avisa de que no va a cooperar. “Todavía se tiene que comprobar qué refugiado en concreto he transportado, en qué día, y a través de qué fronteras, yo no quiero ayudar ahí, eso tienen que averiguarlo solas la Policía y la Fiscalía”, concluye.

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