El resultado de la cumbre que Donald Trump y Vladímir Putin celebrarán este viernes en Alaska puede tirar por tierra el trabajo que Volodímir Zelenski y los líderes europeos han hecho a lo largo de estos últimos meses para reconducir la postura inicial de la Casa Blanca, mucho más próxima a las tesis del Kremlin sobre las razones que motivaron la invasión a gran escala de febrero de 2022.
La emboscada que tanto Trump como su vicepresidente, JD Vance, tendieron al propio Zelenski en el Despacho Oval quedó grabada en la retina de los socios continentales.
Por las declaraciones del presidente francés, Emmanuel Macron, la versión que el mandatario estadounidense exhibió este miércoles durante la reunión por videoconferencia con los líderes europeos sirvió para tranquilizar a algunos de los miembros de la coalición de los dispuestos, que trataron de influir en su estrategia de negociación de cara a la reunión del viernes.
Pero los precedentes son poco esperanzadores. Putin ha salido reforzado de sus seis encuentros previos con Trump. En la cumbre en Helsinki de 2018, quizás la más recordada, el presidente estadounidense confesó durante la rueda de prensa conjunta con su homólogo ruso que confiaba más en él que en sus propias agencias de inteligencia en lo relativo a las acusaciones contra Moscú por interferir en las elecciones presidenciales de 2016.
"Tengo mucha confianza en mi personal de inteligencia, pero les diré que el presidente Putin ha sido muy firme y contundente en su negación de hoy. Simplemente ha dicho que no ha sido Rusia. Yo diré esto: no veo ninguna razón por la que pudiera haber sido", declaró entonces Trump.
En esta ocasión, el inquilino de la Casa Blanca anticipó que la cumbre del viernes —que tendrá lugar en la base aérea estadounidense de Elmendorf-Richardson, en Anchorage, la capital del estado de Alaska— serviría para acordar "algunos intercambios de territorio" entre Rusia y Ucrania. Un punto de partida que no sentó bien ni en Kyiv ni en el resto de las cancillerías europeas.
Zelenski rechazó de plano "regalar terreno" a las fuerzas "ocupantes" rusas, menos aún sin recibir a cambio garantías de seguridad.
Tanto Macron como el canciller alemán Friedrich Merz dejaron claro este miércoles que no habría acuerdo sobre esta cuestión sin tener en cuenta la postura de Kyiv. Trump recogió cable y aseguró que no explorará la partición territorial de Ucrania sin su consentimiento.
El hecho de que, como advierten John Bolton, antiguo asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, y otros tantos diplomáticos, en el entorno de Trump falten figuras que conozcan en profundidad el dossier de Ucrania también preocupa a los aliados.
Perfiles como Marco Rubio o Keith Kellogg acumulan más experiencia en este asunto. Trump, en cambio, decidió poner las negociaciones con Rusia en manos de Steve Witkoff, un inversor inmobiliario neoyorquino sin ningún tipo de experiencia diplomática.
Trump suaviza su postura
El presidente de Estados Unidos se comprometió a informar a Zelenski y a los líderes europeos del balance de la cumbre con Putin en cuanto acabara la cumbre. Y no sólo eso, sino que también prometió que el presidente ruso sufriría "consecuencias muy severas" si rechazaba un acuerdo de alto el fuego en Ucrania.
Trump no concretó su amenaza, pero el secretario del Tesoro, Scott Bessent, deslizó la posibilidad de imponer "más sanciones o aranceles secundarios" a los socios comerciales de Rusia.
El propio Merz, organizador de la cumbre del miércoles, incidió en esta línea durante su comparecencia conjunta con Zelenski. "Si no hay movimiento por parte de Rusia en Alaska, entonces Estados Unidos y nosotros, los europeos, debemos... aumentar la presión", apuntó desde Berlín.
En caso de que la primera cumbre con Putin salga bien, Trump pretende organizar "rápidamente" una "segunda cumbre" que, esta vez sí, cuente con la asistencia de Zelenski. "Me gustaría hacerlo casi de inmediato, y tendremos una reunión rápida entre el presidente Putin, el presidente Zelenski y yo, si ellos quieren que yo esté presente", declaró.
Sin embargo, el líder ucraniano le volvió a advertir este miércoles que "Putin está mintiendo sobre su supuesto deseo de terminar la guerra". "Está intentando aplicar presión antes de la reunión en Alaska en todos los frentes ucranianos. Rusia está intentando demostrar que puede ocupar toda Ucrania", denunció Zelenski.
"Ni Rusia ni Estados Unidos están dispuestos a aclarar muchos detalles importantes de sus posiciones. Sin embargo, en base a las declaraciones de ambas partes, me parece que Putin y Trump aún están lejos de llegar a un entendimiento común sobre cómo poner fin a la guerra", traslada a este periódico Oleg Ignatov, analista del International Crisis Group. "Quizás Putin haga algunas concesiones tácticas, como aceptar reunirse con Zelenski bajo ciertas condiciones para gestionar su conflicto con Occidente", especula el especialista.
Desde Moscú, más centrados en recuperar las relaciones bilaterales con Washington que en las negociaciones de paz en Ucrania, perciben las consultas previas de Trump con los líderes europeos como "acciones políticamente y prácticamente insignificantes".
"Verbalmente, los europeos apoyan los esfuerzos diplomáticos de Washington y Moscú para resolver la crisis ucraniana, pero en la práctica la Unión Europea los está saboteando", declaró este miércoles el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Alexéi Fadeev, que enumeró las condiciones maximalistas del Kremlin: la retirada de tropas ucranianas de las cuatro regiones que Rusia reclama propias y la renuncia a sus planes de adhesión a la OTAN.
