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Europa está preocupada. Ucrania, aún más. Todos —excepto Hungría— temen que la reunión que Donald Trump y Vladímir Putin celebrarán el viernes en Alaska para discutir el fin de la guerra que Rusia inició hace tres años termine con un resultado desfavorable para los ucranianos. Por eso, antes de que el presidente estadounidense viaje a la base militar de Anchorage, los europeos han querido tener unas palabras con él.

Coordinados por el canciller alemán, Friedrich Merz —que hoy cumple 100 días en el Gobierno con una popularidad más bien baja—, un grupo reducido de líderes europeos han participado este miércoles en una videollamada con Washington. Con Trump y con su vicepresidente, JD Vance, durante cerca de una hora. También ha intervenido el mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, que ha viajado hasta Berlín para afrontar esta crucial cita telemática. 

El objetivo de la reunión ha sido presionar a Trump para que "no se deje engañar" por Putin. O, dicho de otro modo, para que no acepte las exigencias rusas de que Kiev ceda los territorios invadidos y se retire de los parcialmente ocupados por Rusia a cambio de un alto el fuego. Algo que el republicano no ha rechazado de lleno pero a lo que ni Kiev ni los europeos están en absoluto dispuestos. Porque mientras la semana pasada Trump dijo que cualquier acuerdo involucraría "algún intercambio de territorios", Zelenski insiste, arropado por los europeos, que no le regalarán nada al invasor.

La cumbre multilateral, celebrada a puerta cerrada, ha contado con la presencia de los presidentes de Francia, Emmanuel Macron, y de Finlandia, Alexander Stubb, y los jefes de Gobierno de Reino Unido, Keir Starmer, y de Italia, Giorgia Meloni. También han estado el presidente del Consejo Europeo, el portugués António Costa, la jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte.

A última hora se ha sabido que, en un movimiento inusual, también ha participado el presidente polaco, el ultranacionalista Karol Nawrocki, y no el primer ministro, el liberal de centroderecha Donald Tusk, como es habitual.

Los cinco puntos de la reunión

Al término de la conversación, Merz y Zelenski han ofrecido una rueda de prensa conjunta. En ella, el canciller alemán ha resumido los cinco puntos principales que le han transmitido a Trump en unas conversaciones que ha calificado de "constructivas". Primero, ha pedido que Ucrania debe estar presente en la mesa de negociaciones y que el punto de partida de las conversaciones debe ser un alto el fuego duradero.

Fotografía de la reunión previa de los líderes europeos.

Además, ha indicado que Kiev debe gestionar todo lo relacionado con el intercambio de territorios y que se deben otorgar garantías de seguridad firmes y sólidas. Por último, ha añadido que deberán incrementarse las presiones económicas sobre Rusia si las conversaciones en Alaska no salen bien. 

"Deben defender los intereses y la seguridad de Ucrania y de los europeos. Queremos que Trump ponga esto sobre la mesa", ha señalado antes de precisar que las negociaciones deben enmarcarse en una estrategia transatlántica común. "Solo así podrán tener éxito al final. Esta estrategia debe seguir apostando por un fuerte apoyo a Ucrania y por la presión necesaria contra Rusia", ha dicho.

Por su parte, Zelenski ha asegurado que el presidente Trump había coincidido con los líderes europeos en que no se debe permitir que Moscú tenga poder de veto sobre una posible adhesión de su país a la OTAN y a la Unión Europea. "Esperamos que haya un alto al fuego", ha dicho en relación con el encuentro entre el estadounidense y el ruso.

Líneas rojas de Ucrania

La llamada de este miércoles representaba la última oportunidad para que los europeos recordaran a Trump las líneas rojas planteadas por Ucrania. Sobre todo después de que el mandatario estadounidense contemplara la posibilidad de un "intercambio de territorios" a cambio de un alto el fuego hace apenas unos días.

Esto supondría, en realidad, aceptar las condiciones de Putin, unas condiciones que podrían simplemente otorgar tiempo a las fuerzas rusas para reorganizarse y reanudar la ofensiva.

Tampoco está claro si Trump está dispuesto a mantener la presión económica sobre el Kremlin, al que había amenazado con más sanciones si no aceptaba una tregua. Un ultimátum ya caducado que, por el momento, no ha tenido consecuencias.

Por su parte, los europeos exigen endurecer las sanciones si Putin no acepta un alto el fuego, pero insisten en que esa tregua debe ser incondicional y no a cambio de reconocer la soberanía rusa sobre los territorios ocupados.