Pandemia aparte, el 2020 fue el año de la despedida de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Un adiós largo y penoso, consumado en cuatro días de un conteo de votos agónico y semanas de amenazas judiciales en las que EEUU vio como el presidente derrotado embarraba el proceso electoral con todo tipo de acusaciones infundadas de fraude.

Mientras los resultados le iban dando una victoria cada vez más amplia al demócrata Joe Biden - que terminaría liderando en 25 estados y consiguiendo 306 votos electorales - Trump se enrocaba en su particular visión “alternativa” de la realidad, poniendo en tela de juicio todo el proceso electoral de EEUU.

En la diana estaba el voto por correo, denostado por el republicano durante toda la campaña electoral, en un intento de desprestigiarlo y crear el ambiente propicio para impugnar luego los resultados.

El miedo al contagio por el coronavirus, que para el día de las elecciones ya había dejado a más de 230.000 muertos en EEUU, hizo que más de 90 millones de ciudadanos pidieran el voto por correo, para evitar las largas colas en los centros de votación.

Esto contribuyó a las elecciones con más participación de la historia de EEUU: un 68% de los ciudadanos acudieron a las urnas, una cifra récord. Con más de 70 millones de votos, Joe Biden fue el candidato más votado de siempre, sobrepasando con creces los números de Barack Obama en 2008.

Las encuestas, que llevaban semanas pronosticando una jornada electoral tranquila y una victoria holgada para Biden, se equivocaron otra vez. Con márgenes muy ajustados, pronto se percibió que la noche electoral sería larga y que los estadounidenses se despertarían el día 4 de noviembre sin conocer quién sería el nuevo presidente.

El peor escenario se confirmó esa noche: mientras Biden pedía tranquilidad y paciencia hasta que no se terminara el recuento de votos, Trump se autoproclamó ganador disparando una sarta de falsedades y poniendo en jaque a todo el sistema electoral.

El presidente saliente de EEUU en una imagen de archivo. Reuters

"Esto es un gran fraude y vamos a recurrir al Tribunal Supremo de EEUU. Queremos que se pare el recuento de votos porque no queremos que saquen más papeletas esta noche, que se encuentre un voto a las 4.00 horas. Vamos a ganar las elecciones. Sinceramente, ya las hemos ganado", dijo en una acusación sin fundamento.

Fueron semanas en las que Donald Trump mostró su peor versión: agarrado a su cuenta de Twitter veía como la red social iba marcando como “engañosos” cada uno de sus mensajes sobre el fraude electoral, mientras sus abogados desplegaban la artillería jurídica.

Más de un mes después de las elecciones, Trump ha perdido cada una de sus batallas judiciales y ha visto el Colegio electoral ratificar la victoria de Biden pero,  a día de hoy, sigue sin reconocer su derrota y sin despejar las muchas dudas que todavía existen sobre la transición de poderes.

'Fake news' y pandemia

Este episodio es tan sólo uno más de un mandato en el que Trump ha normalizado el insulto y las fake news. Según el Washington Post, que lleva el recuento de mentiras diarias proferidas por Trump desde que asumió el poder, en agosto de 2020, el presidente saliente había pronunciado más de 22.200 afirmaciones falsas.

Y ni siquiera la pandemia escapó a su estrategia de fake news. Mientras EEUU se ponía a la cabeza de los países con más contagios y muertes, el presidente se dedicaba a dar ruedas de prensa diarias, donde aportaba información falsa sobre el virus y sus tratamientos, apoyaba fármacos desaconsejados por los médicos (como la hidroxicloroquina) y hasta proponía inyectar desinfectante a los ciudadanos como forma de acabar con el virus.

"El desinfectante acaba con el virus en las superficies en un minuto, ¿podríamos hacer algo parecido con una inyección? Porque el virus entra en los pulmones y provoca un daño tremendo, entonces creo que sería interesante probarlo", dijo ante la mirada atónita de una de sus asesoras.

Ni siquiera el hecho de haber padecido la enfermedad fue capaz de cambiar su discurso. Tras días ingresado, abandonó el hospital profesando el mismo desprecio a la mascarilla, que nunca utilizó en sus actos de campaña, y burlándose de Joe Biden por utilizarla. "No tengáis miedo al virus, no dejéis que domine vuestra vida", fue el mensaje que lanzó a los ciudadanos entonces.

Mientras, los casos de Covid se disparaban hasta los más de 16 millones y los fallecidos a más de 300.000.

Procesos judiciales y protestas sociales

Los cuatro años de Trump en la Casa Blanca fueron fértiles en polémicas y litigios legales. Su relación de proximidad con el Kremlin ha estado en la base de uno de los muchos procesos judiciales que tuvo que enfrentar. El fiscal Robert Mueller investigó la injerencia de Rusia en las elecciones de 2016, a favor de Trump y en detrimento de Hillary Clinton.

El fiscal detalló numerosos contactos entre personal de campaña de Trump y agentes rusos, pero no halló pruebas suficientes que consiguieran demostrar la implicación del presidente. Trump tildó la investigación de "caza de brujas".

De lo que no exoneró Mueller a Trump fue de un delito de obstrucción a la justicia, al tratar de impedir la investigación judicial. Sin embargo, el fiscal general, William Barrat, designado por el mandatario, terminó absolviéndole. Trump lo justificaría entonces diciendo que un presidente no es procesable salvo por la vía del impeachment.

Trump, en la Casa Blanca. Reuters

Un impeachment que acabaría por llegar, meses después, por la vía de Ucrania, al destaparse que Trump habría presionado al Gobierno de Kiev para llevar a cabo una investigación sobre Hunter Biden, el hijo de Joe Biden, sobre acusaciones de corrupción sin fundamento. Para ello Trump llegó a amenazar con congelar los 391 millones de dólares en ayudas militares ya comprometidos.

Pero una vez más, Trump saldría ileso de todo el proceso, tras ser absuelto por el Senado, de mayoría republicana, el pasado febrero.

Durante su mandato, EEUU se ha retirado del acuerdo nuclear con Irán, del pacto de París sobre el cambio climático y ha congelado el deshielo con Cuba. Sin embargo, no logró llevar a cabo una de sus principales promesas electorales, la derogación de la reforma sanitaria de 2010, conocida como Obamacare.

Como tampoco ha sido capaz de cumplir otra de sus promesas estrella: el muro en la frontera con México. Sin embargo, sí ha logrado mermar los derechos de los migrantes y los solicitantes de asilo, promoviendo, además, una política de separación de los niños migrantes de sus padres al cruzar la frontera de manera ilegal. Todo esto al mismo tiempo que seguía calificando a los inmigrantes de "violadores" y "criminales".

También durante su mandato, EEUU experimentó un nuevo estallido social por las tensiones raciales que desataron el movimiento 'Black Lives Matter'. Las protestas contra el racismo y la brutalidad policial tomaron las calles del país tras la muerte de George Floyd (que falleció asfixiado después de que un policía se arrodillara sobre su cuello durante ocho minutos) y el caso Jakob Blake, al que un policía disparó siete veces a quemarropa.

En ocasiones las protestas derivaron en situaciones de violencia y saqueo y Trump no dudó en tener mano dura con los manifestantes, a quien llamó "matones", prometiendo reponer "la ley y el orden" y enviando agentes federales para controlar las protestas. Ni una palabra de solidaridad con las víctimas, ni un comentario sobre el racismo estructural del país.

"Ganar siempre es fácil, perder, no. No para mí"

Sin embargo, instado a condenar con la misma contundencia los actos de violencia de grupos de supremacistas blancos que le apoyan, como los Proud Boys, su declaración fue: "Proud Boys, den un paso atrás y permanezcan preparados", algo que parece más un llamamiento a estar alerta que a cesar la violencia.

Transición en el aire

El 20 de enero, Trump dejará de ser oficialmente el presidente de EEUU. Los términos en los que se hará la transición aún no están claros y el presidente saliente no parece tener muchas ganas de ponérselo fácil a Joe Biden.

El republicano se negó por diversas veces a comprometerse con aceptar los resultados y una transición pacífica del poder en caso de derrota. "No voy a decir simplemente que sí. Tampoco lo hice la última vez", señaló. El día anterior a las elecciones volvía a sembrar las dudas: "Ganar siempre es fácil, perder, no. No para mí", dijo.



Tampoco parece que Trump se vaya a alejar de los focos mediáticos y a limitarse a ser un ciudadano más como pasa con la inmensa mayoría de expresidentes del país. Para empezar, Trump ya ha dejado caer que en 2024 tiene intención de volver a presentarse. Ha avanzado incluso la posibilidad de anunciarlo el día 20, día de la inauguración de Biden, ceremonia a la que amenaza con no asistir.

Sin embargo, su futuro no depende sólo de su voluntad. Ahora que pierde la inmunidad de presidente, le acechan los casos judiciales que ha ido sorteando durante su mandato. Enfrenta una serie de acciones legales, civiles y penales relacionadas con los negocios de su familia y sus actividades antes de asumir el cargo.

De todos los casos judiciales abiertos, los que más le preocupan son los que lleva Cyrus Vance Jr. en Manhattan y Letitia Jones, la fiscal general del estado de Nueva York. La fiscalía sospecha que ha cometido fraude bancario. Tal como ha publicado The New York Times, Trump ha utilizado prácticas abusivas para dejar de pagar impuestos o pagar los menos posibles. La Corporación Trump es sospechosa de llevar dos contabilidades paralelas. Una exagera las pérdidas para minimizar los impuestos y otra exagera las ganancias para obtener créditos y seguros a bajo coste.

Cyrus Vance también investiga los pagos con fondos de su empresa a mujeres para que no divulgaran sus relaciones extraconyugales justo antes de la elección de 2016. Su abogado, Michael Cohen, reconoció haberle pagado 130.000 dólares a la exactriz porno Stormy Daniels por su silencio. Varias otras mujeres están involucradas en estas transacciones financieras. 

Trump también podría enfrentar un proceso penal iniciado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos por cargos federales de evasión de impuestos sobre la renta. El New York Times informó recientemente que Trump pagó 750 dólares en impuestos federales sobre la renta tanto en 2016 como en 2017.

El 20 de enero Trump abandona la Casa Blanca y pasará a formar parte de la lista de los 10 presidentes de EEUU que no han podido renovar su mandato. Deja el poder a regañadientes, protestando por unas elecciones que perdió de manera justa y legal y con la mirada puesta en 2024. Como herencia, deja una sociedad polarizada y dividida, que tendrá que lidiar con la falta de confianza en el sistema democrático que el propio Trump fomentó.  

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