Para financiar un incremento “histórico” del gasto en defensa, Donald Trump está dispuesto a pasar la tijera a cualquier departamento de la Administración estadounidense, ya sea Exteriores, Educación o Sanidad.

“Un Presupuesto que ponga primero [los intereses] de Estados Unidos debe hacer de la seguridad de nuestro pueblo la prioridad número uno, porque sin seguridad no puede haber prosperidad”, resume el presidente en su plan presupuestario, divulgado este jueves.

En el esperado documento, Trump promete reenfocar el Presupuesto federal para situar la seguridad nacional en la cúspide “sin acrecentar el déficit” y gastando de manera más eficiente.

Su meta principal es aumentar en 54.000 millones de dólares la inversión en defensa para revertir el “desmantelamiento del Ejército bajo el mandato del presidente [Barack] Obama” y “proporcionar los recursos necesarios para acelerar la derrota de Estado Islámico”. En total, reclama unos 640.000 millones para el Pentágono.

Esto es un mensaje al mundo, en estos peligrosos tiempos, de fuerza, seguridad y determinación estadounidenses”, dijo Trump a finales del mes pasado al anunciar que presentaría en las siguientes semanas un plan presupuestario centrado en la defensa.

“Debemos asegurarnos de que nuestros valerosos hombres y mujeres tengan las herramientas necesarias para impedir la guerra y que cuando se les llame a las armas sólo hagan una cosa: ganar. Tenemos que ganar, tenemos que empezar a ganar guerras otra vez”, sentenció.

Otro de los beneficiarios del plan de Trump es el Departamento de Seguridad Nacional, pilotado por el general retirado John Kelly. El presidente pedirá un incremento de casi el 7% para este ministerio con el propósito de “asegurar” las fronteras de EEUU.

Para ello, sugiere invertir 2.600 millones de dólares en infraestructura y tecnología fronteriza, lo que incluye el notorio muro con México. “Esta inversión ayudaría a fortalecer la seguridad fronteriza y cortar el flujo ilegal de personas y drogas”, indica el plan presupuestario. También propone desembolsar 314 millones para reclutar y entrenar a agentes fronterizos y de Inmigración.

Siguiendo con sus promesas electorales, el Departamento de Asuntos de los Veteranos -que lidia con las prestaciones sociales de los exsoldados- también experimentaría la generosidad de Trump con un aumento del 6%.

Para financiar estas inversiones, el bautizado como “Presupuesto EEUU Primero” propone aplicar profundos recortes al resto de partidas.

MEDIOAMBIENTE Y DIPLOMACIA, ÚLTIMA PRIORIDAD

La más amenazada es la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) -ahora dirigida por un detractor, Scott Pruitt-, que vería su presupuesto reducido en un 31%. Trump quiere interrumpir la financiación al Plan de Energía Limpia de Obama, programas internacionales contra el cambio climático y programas de investigación sobre el calentamiento global. También corta el grifo a proyectos como la Iniciativa para la Restauración de los Grandes lagos.

Después llega el Departamento de Estado, con una reducción del 29%. Aquí la Casa Blanca también aprovecha para lacerar programas medioambientales al tiempo que cercena la asistencia internacional. Suprime la Iniciativa Global sobre el Cambio Climático e interrumpe el flujo al Fondo Verde del Clima de Naciones Unidas. De hecho, bajo el plan de Trump, EEUU reduciría su contribución a la ONU, misiones de paz inclusive, y el Banco Mundial.

Los ministerios de Agricultura y Trabajo se vería también severamente castigados con reducciones del 21%. Educación sufre un corte de 9.000 millones (un 13%), donde diversos programas de aprendizaje y becas se ven eliminados.

Mientras, Trump inyecta 1.400 millones más para promocionar la “elección escolar”, una idea que la ahora secretaria de Educación, Betsy DeVos, ha dedicado su fortuna a promover.

DeVos defiende que los estudiantes reciban dinero público para asistir al centro de su preferencia, privados incluidos, una opción cuyos críticos consideran que dejaría a las escuelas más necesitadas sin financiación. DeVos ha enemistado a la Asociación Nacional de la Educación, el mayor sindicato del sector, y, para ser confirmada en el cargo, el vicepresidente de EEUU, Mike Pence, tuvo que intervenir en la votación del Senado.

De salir adelante, el plan de Trump recortaría el presupuesto de Sanidad en casi un 18%. Extirparía 403 millones para entrenar a enfermeros y profesionales de la salud. También eliminaría programas de ayuda a los menos pudientes como la Subvención para el Desarrollo de la Comunidad (CDBG), que contribuye a “proporcionar servicios a los más vulnerables”, según el Departamento de Vivienda y Urbanismo. Asimismo, importantes subsidios a la cultura se verían eviscerados.

DESAFÍOS AL FRENTE

El documento de 54 páginas es tal vez la materialización más concreta de los planes de gobierno de Trump, que recientemente compareció ante el Congreso para esbozar su visión de futuro pero se quedó corto a la hora de traducir sus ideas a medidas específicas. Esta primavera, la Casa Blanca presentará a los legisladores una versión más detallada de los presupuestos.

El Congreso deberá decidir si da luz verde al Presupuesto de Trump. Aun con ambas cámaras controladas por el Partido Republicano, el mandatario tendrá dificultades para que el Legislativo apruebe su plan sin modificaciones.

“Está claro que el Presupuesto presentado hoy no puede superar el Senado”, afirma en un comunicado el republicano John McCain, que preside la comisión de Servicios Armados de la cámara alta. Para él, las propuestas de la Casa Blanca no servirán para “reconstruir” las Fuerzas Armadas. “Es imperativo que trabajemos juntos para lograr un acuerdo bipartidista que proporcione suficiente financiación al Ejército”.

Cuando se conoció que Trump pretendía propinar un tijeretazo al Departamento de Estado, el congresista republicano Lindsey Graham, que integra las comisiones de Presupuesto y Servicios Armados del Senado, aseguró que el plan de Trump estaría “muerto nada más llegar”. “No va a suceder, sería un desastre”, afirmó. “Si quitas la diplomacia del tablero, nunca ganarás la guerra”.

Aparte de la resistencia entre algunos republicanos, Trump afronta la rabia de los demócratas -que están apenas cuatro escaños por debajo en el Senado. La oposición ha cargado contra el proyecto presupuestario de la Casa Blanca, que, entiende, golpea a las clase trabajadora.

"Los demócratas en el Congreso nos opondremos enfáticamente a estos recortes y urgiremos a nuestros colegas republicanos a que hagan lo mismo", ha tuiteado el líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer.

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