El intento de Donald Trump por maniobrar dentro y fuera de la legalidad -y de la democracia- para darle la vuelta a los resultados electorales del pasado 3 de noviembre no termina.

El todavía mandatario estadounidense evaluó invocar la ley marcial para anular los comicios -aunque después lo negara- y ha utilizado a numerosos altos cargos y miembros del Partido Republicano para impulsar más de medio centenar de iniciativas judiciales, todas fracasadas

A mitad de diciembre, por ejemplo, el Tribunal Supremo rechazó una demanda impulsada por el fiscal general de Texas para anular los resultados electorales de cuatro Estados clave en la derrota de Trump -Georgia, Míchigan, Pensilvania y Wisconsin-. Pocos días antes, frenó otro intento en la misma dirección, esta vez desde uno de ellos, Pensilvania.

Donald Trump en una imagen de archivo. Reuters

El republicano se ha encontrado en camino con un fuerte en la justicia: el Supremode mayoría conservadora, no pretende darle alas en su campaña para aferrarse al Despacho Oval. Donde sí cala su estrategia es en los estadounidenses: más de la mitad de sus votantes creen que Joe Biden ha ganado de forma ilegítima, aunque no hay niguna prueba de ello.

Pero es fuera de los márgenes de la legalidad donde Donald Trump ha pretendido dar la puntilla a la democracia estadounidense. La última maniobra ha trascendido este domingo, a días de que Joe Biden tome posesión de su cargo. 

En una conversación, el presidente saliente pidió al secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, que buscara los votos necesarios para anular la victoria de los demócratas en ese estado: "Mira, lo que quiero es que busques los 11.780 votos, que es uno más de lo que tenemos, porque ganamos ese estado".

El recuento de votos en EEUU. EP

The Washington Post publicó este domingo en su web extractos de audio de una conversación de más de una hora entre Trump y Raffensperger, la máxima autoridad electoral de Georgia y que, como el gobernante, pertenece al Partido Republicano.

En la charla, Trump primero halagó a Raffensperger y, luego, le rogó que moviera ficha. Contra sus expectativas, se encontró con una negativa y llegó a amenazarle con llevarle ante la Justicia y presentar cargos criminales en su contra. Raffensperger corría un "gran riesgo" si no atendía sus peticiones, llegó a decirle.



"La gente de Georgia está enfadada, la gente del país está enfadada (...) Y no hay nada malo en decir, ¿sabes? Creo que te han fallado los cálculos", se escucha en una de las grabaciones decir a Trump. "Bueno, señor presidente, el desafío que usted tiene es que sus datos están mal", le contesta el secretario de Estado. 

"Mira, lo que quiero es que busques los 11.780 votos, que es uno más de lo que tenemos, porque ganamos ese estado", dijo en otro momento sin titubeos. La cifra no es casual: Biden ganó por esas papeletas en el estado sureño, que contribuye con 16 votos al Colegio Electoral, el órgano encargado de elegir al presidente de EEUU.

Más aun: Georgia se ha convertido en un estado clave para el futuro de EEUU en el corto plazo. El 5 de enero, Georgia celebra elecciones en las que se elegirán a los dos senadores que ocuparán los dos asientos que corresponden a ese estado en la Cámara, algo que servirá para decidir qué partido tiene la mayoría en la misma. 

Mentiras y presiones

Después de un largo recuento -se demoró durante semanas-, en diciembre las autoridades de Georgia certificaron la victoria de Biden, convirtiéndolo en el primer demócrata en ganar en ese estado desde que en 1992 lo hiciera Bill Clinton (1993-2001).

Durante semanas, altos cargos de Georgia han soportado las presiones de Trump, según revela en exclusiva el rotativo, y de poco a servido la oficialización de la victoria de Biden, el pasado 14 de diciembre tras la confirmó el Colegio Electoral de EEUU. 

Kamala Harris y Joe Biden, celebrando su victoria. Reuters

El republicano sigue sin reconocer su derrota y sin despejar las muchas dudas que todavía existen sobre la transición de poderes en lo que supone el enésimo episodio de un mandato en el que un presidente de EEUU ha normalizado el insulto y las fake news.

Porque, pese a todo, había señales que apuntaban a que esto podía suceder. El republicano rechazó en diversas ocasiones comprometerse con aceptar los resultados y una transición pacífica del poder en caso salir derrotado de los comicios. "No voy a decir simplemente que sí. Tampoco lo hice la última vez", dijo.

Sembró dudas hasta el día anterior a las elecciones. "Ganar siempre es fácil, perder, no. No para mí", dijo el pasado 2 de noviembre. 

Aun si todo sigue si curso, tampoco parece que Trump se vaya a alejar de los focos mediáticos y a limitarse a ser un ciudadano más como pasa con la inmensa mayoría de expresidentes del país. Sin abandonar la Casa Blanca, Trump ha dejado caer que en 2024 tiene intención de volver a presentarse. Ha avanzado, incluso, la posibilidad de anunciarlo el día 20, cuando Biden tomará posesión en una celebración en la que él, según adelantó, no asistirá.

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