"Nunca ha habido un trozo de tierra que haya quedado tan devastado". Donald Trump definía así la penosa situación que vive Puerto Rico tras el paso del destructivo huracán María, cuya virulencia fue propia de los peores desastres naturales solo comparable al devastador huracán Katrina de 2005. Y eso que el presidente de EEUU aún no había comprobado con sus propios ojos los estragos de la poderosa tormenta. Ahora, casi quince días después, con polémica mediante, y con Puerto Rico agonizando, Trump por fin hizo acto de presencia en la isla. Una visita a la que los puertorriqueños se aferran para visibilizar su realidad y hacer escuchar su grito desesperado, pero que fue decepcionante: restó importancia a la catástrofe, no anunció medidas concretas y reprochó a Puerto Rico que iba a "descuadrar su presupuesto", culminando su show repartiendo rollos de papel.

Los vientos de 200 kilómetros por hora que azotaron el país arrasaron casi la totalidad de las insfraestructuras y las intensas lluvias provocaron inundaciones, corrimientos de tierra y el desbordamiento de ríos. Los destrozos materiales son incalculables mientras las pérdidas humanas sí se han podido cuantificar: María provocó 19 muertos, según el último balance, aunque las consecuencias del ciclón elevan las víctimas a 34. EL ESPAÑOL ha podido contactar con un médico puertorriqueño, testigo directo de la caótica situación del país. El doctor Víctor Javier Rivera Santiago es natural de Aguada, uno de tantos pueblos pequeños, especialmente del oeste y el centro de la isla, a los que la ayuda no ha llegado "nada o casi nada" debido a que todo el material se ha concentrado en las ciudades como San Juan, la capital.

El doctor puertorriqueño Víctor Rivera con una compañera

El doctor Rivera explica que la situación es desesperada. Atiende generoso a este periódico, pero le cuesta hablar de "lo que día a día y minuto a minuto nos rompe el corazón a los que no podemos hacer más". Lo poco que hay se acaba. "La comida escasea, no hay agua potable, no hay energía... no hay nada. La gente está pasando hambre. No tiene medicamentos básicos como la insulina ni antibióticos". Y lo que es más importante, la ayuda no llega por las dificultades en las infraestructuras, y cuando llega no lo hace a todo el mundo: "Es importante que se sepa que hay gente que se está muriendo y necesita ayuda inmediata". Además, prosigue, a causa del desabastecimiento hay "saqueos en las farmacias y en los supermercados".

En efecto, la población se vio privada de los servicios básicos, a los que está volviendo a tener acceso con preocupante lentitud. El 50% de los ciudadanos ya han recuperado lo que es uno de los bienes más preciados, el agua, sin embargo, solo un 5% de la población tiene electricidad, lo que constituye la principal dificultad para recuperar la normalidad. 

Varias personas esperan para coger agua proporcionada por un camión de ayuda Reuters

Sin energía no hay vida

La electricidad ya no se entiende únicamente como un bien para asegurar el correcto funcionamiento de una sociedad, en ocasiones es cosa de vida o muerte. "El único hospital que existe en la parte noroeste del país, un centro relativamente grande para la región, tiene cinco camas para pacientes de cuidados intensivos, de los cuales tres murieron porque los ventiladores dejaron de funcionar", relata Rivera. "El jefe mayor del hospital ha hecho un llamamiento en los medios nacionales reclamando ayuda tan simple como agua potable y electricidad para poder mantener el hospital abierto y no la han recibido".

El doctor Rivera se refiere a la alerta enviada por el director médico del hospital Buen Samaritano de Aguadilla, Arturo Cedeño. En declaraciones al diario el Nuevo Día, el doctor Cedeño se quejaba de que diferentes líderes políticos visitaron el centro y prometieron que iban a conseguir el agua y la luz, pero "a duras penas está llegando todo eso, es muy triste que eso esté pasando", confesó. Hay pacientes con ventilación mecánica y de diálisis que dependen del funcionamiento de equipos especializados para vivir.

Según explicaba, debido a los problemas de transporte de combustible se han visto obligados a utilizar la morgue del hospital para guardar los cadáveres de los asesinatos y las matanzas que han ocurrido en Aguadilla, "porque Aguadilla se ha convertido en tierra de nadie". Hasta el pasado viernes había tres cadáveres que no pudieron ser traslados al Instituto de Ciencias Forenses. "Si la planta del hospital falla sería otro problema porque la nevera que guarda los cuerpos quedaría inoperante".

Una niña lee un libro alumbrándose con una linterna en la oscuridad de su casa, que permanece sin electricidad REUTERS

Además de la falta de medicinas, añade Víctor Rivera, también escasean todos los equipos médicos y es muy difícil comunicarse en la isla porque "todas las instalaciones de comunicación han colapsado, ya sea porque eran viejas o porque el huracán, con toda su fortaleza ha destruido toda la infraestructura de comunicaciones en todo el país". Según asegura este puertorriqueño, "hay familias, comunidades enteras que están aisladas porque se han destruido completamente los ríos y sigue lloviendo". 

Ayuda que no llega sin gasolina

Asimismo, la gasolina que se puede conseguir está "increíblemente limitada". Lo peor, asegura el doctor, es que "hay cientos de camiones de cargas de procedencia internacional que hasta este fin de semana se encontraba en el Puerto de San Juan y no puede salir hacia ningún lugar porque la falta de gasolina". Rivera explica que cuando salen lo hacen a los 33 centros de FEMA (la Agencia Federal de Manejo de Emergencias) que se encuentran en 33 de 78 municipios, "lo que significa que si uno no forma parte de esos municipios la posibilidad de que llegue a tu casa algo es muy limitada. Cuando el resto de alcaldes acuden a esos 33 centros no queda casi nada puesto que estos últimos le han dado prioridad a sus empleados públicos y ciudadanos sin darse cuenta de que el resto del país también necesita ayuda", lamenta. 

Puerto Rico necesita al mundo ahora: una botella de agua, un dólar, ropa, lo que sea...

La vivienda es otro de los aspectos más afectados. "Solo en mi pueblo, un pueblo pequeño de menos de 50.000 habitantes, hay unas 8.000 viviendas que han sido total o parcialmente dañadas". Esas personas lo han perdido todo. El panorama se complica aún más con el temporal que ha sucedido al huracán. "Estamos en plena temporada de lluvias y la gente sigue viviendo a la intemperie, en un momento en el que enfermedades contagiosas, mayormente comunicadas a través de mosquitos como el dengue, el zika, o chikunguña, sin contar enfermedades causadas por bacterias tras las lluvias".

Puerto Rico pide ayuda al mundo

En estos momentos, clama el doctor Rivera, "lo más importante es que la gente sepa que Puerto Rico, que siempre ha estado ahí para el mundo, necesita al mundo ahora, con cualquier cosa, una botella de agua, un dólar, ropa, elementos de higiene, lo que sea...".  La prioridad es "que la gente pueda beber agua potable y comer para tener algo de energía para poder levantarse en estas próximas semanas". Puerto Rico, donde residen 3,5 millones de ciudadanos de EEUU, hace un llamamiento al mundo "para que nos ayude a levantarnos para poder seguir caminando".

[El doctor Rivera facilita la siguiente dirección para el envío de cualquier tipo de ayuda: Parroquia San Francisco de Asís de Aguada. Calle Paz 225, Aguada, Puerto Rico, 00602.]

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