Hacen falta dos personas para mover el imponente dron Vampiro hasta el punto de despegue. Es como una araña negra gigante, y cuando lo encienden suena la música de la Marcha Imperial de La Guerra de las Galaxias –"Cosas del ingeniero ucraniano que lo diseñó”, dice uno de los pilotos, encogiéndose de hombros–.
Después, al alzar el vuelo, el rugido que emite recuerda al de unos tambores de guerra del siglo XXI. Las tropas rusas apodan a estos drones "Baba Yaga", como la criatura mitológica eslava, una bruja sobrenatural a la que se retrataba en los cuentos para niños volando alrededor de una caldera.
Los bautizaron así una noche de verano de 2023, cuando los ucranianos utilizaron uno de estos Vampiros para efectuar un ataque contra las posiciones de las tropas chechenas que luchaban para Putin.
Dos pilotos ucranianos preparan un dron Vampiro para una misión en el frente de Pokrovsk
Los soldados de Kadirov que sobrevivieron al ataque aseguraron que este vehículo aéreo no tripulado "tenía garras y secuestraba soldados". Desde entonces, el dron Vampiro –uno de los más potentes y versátiles que ha diseñado Ucrania– se quedó con el sobrenombre de Baba Yaga.
Si bien no es cierto que tenga la capacidad de secuestrar soldados, como aseguran los chechenos, estos vehículos no tripulados se diferencian del resto en que pueden efectuar misiones de ataque –con gran cantidad de explosivo– y misiones de logística, entregando paquetes con suministros en las mismísimas trincheras de primera línea.
"Normalmente se usan para destruir de forma eficaz depósitos de armas enemigos, y para implementar ataques contra fortificaciones o vehículos blindados. Pero también pueden transportar munición, comida, agua, medicamentos, y lanzarlos con precisión sobre las posiciones ucranianas que los necesiten", asegura uno de los operadores de dron Vampiro perteneciente a la brigada ucraniana Kara-Dag. Ellos trabajan en el punto más caliente del frente de combate en estos momentos: el área de Pokrovsk.
La carretera de la muerte
Llegar hasta su posición no es fácil. Hay que tomar la carretera que discurre hacia el sur desde la ciudad de Dobropillyia –donde ya llegan los FPV explosivos con los que las tropas rusas ejecutan cacerías humanas–. Un camino que es fuertemente atacado con drones rusos cada día.
Para minimizar las consecuencias de estos ataques, los ucranianos han cubierto con redes –como las que se utilizan para pescar– la mayor parte de la carretera. Las sujetan con postes de madera, que anclan en las cunetas de ambos lados. Un sistema aparentemente sencillo, y bastante eficaz para detener los drones de menor tamaño.
Una unidad ucraniana de drones de la Brigada Kara-Dad carga un paguete de suministros en un dron Vampiro para lanzarselo a sus compañeros de infantería en la primera línea de combat
Al acercarnos a la ciudad de Myrnogrado, ya sin la protección de las redes, el conductor de la Brigada Kara-Dag pisa el acelerador. Comenzamos a girar por una calle, luego otra más estrecha, incluso nos adentramos por varios caminos de tierra. Lo que sea necesario para que las tropas rusas no hagan blanco con nosotros.
Estos equipos de conducción están especializados en llevar a las unidades militares que
trabajan dentro de la ciudad, y extraer a los equipos que son relevados. Y conocen cada recoveco como la palma de su mano. Pero la gran densidad de drones rusos que hay en este frente de combate es un gran peligro en cada uno de los trayectos.
Cuando llegamos al punto, dos pilotos del equipo del Vampiro nos esperan. Aprovechando el viaje para llevar a la periodista, han cargado el vehículo con munición para el dron y otros suministros. En menos de un minuto, descargan el coche a ocho manos, este vuelve a arrancar y se aleja a toda velocidad.
Más tierra quemada
"La artillería rusa ha estado disparando todo el día, hoy están muy activos. Así que vamos a esperar para empezar a enviar los paquetes con suministros a las posiciones de nuestros chicos", dice Salaga, el comandante de la posición, a modo de bienvenida. Trabajan desde un sótano, en una parte de Myrnogrado que está fuertemente bombardeada.
Mientras esperamos a que caiga la noche y empiecen a realizar vuelos con el Vampiro, me proponen recorrer las calles aledañas para que pueda ver el estado catastrófico en que la artillería rusa ha dejado la ciudad. Pero apenas hemos caminado durante unos minutos cuando comienza otro fuerte ataque de artillería, y tenemos que correr a ponernos a cubierto.
Los impactos se escuchan muy cerca, y al buscarlos con la mirada sólo se aprecian todos los edificios resquebrajados y semicalcinados que nos rodean. Aunque lo peor es saber que allí, en pleno frente de combate, aún viven varios miles de civiles –también en sótanos muchos de ellos– sin agua, ni electricidad.
"Aún llegan ONGs con ayuda para ellos, nosotros también traemos ayuda, y sobre todo les decimos que evacuen. Pero es difícil", reconoce el comandante. En realidad, Salaga está describiendo la misma escena que los periodistas de conflicto hemos visto tantas veces en las ciudades que están a punto de caer: gente muy mayor, sin otro sitio al que ir y sin fuerzas para empezar de cero en otro lugar, que se niega a abandonar lo que queda de su hogar.
Son las mismas historias –y los mismos rostros– que en Bakhmut, en Avdiivka, o en Kostyantinivka. La misma foto fija. Otra ciudad del Dombás arrasada por las tropas rusas que –incapaces de conquistar más territorio en Ucrania– ahora emplean la táctica de "tierra quemada" para seguir avanzando.
Un premio gordo
Cuando volvemos al sótano desde el que trabaja el equipo, los soldados comienzan a preparar los paquetes con suministros para lanzarlos en las posiciones de la infantería. Junto a Salaga, comandante de posición y piloto principal, trabajan el segundo piloto Skif, el ingeniero Sasha y el zapador Sheva.
Están perfectamente coordinados, y responden todas las preguntas sin parar de trabajar. "Nosotros mismos buscamos los lugares para establecer nuestra posición, y cada mes o dos meses cambiamos de ubicación para evitar que nos localicen los rusos.
Los Vampiros son un trofeo muy valioso para ellos", explica Salaga. La capacidad de carga de este dron supera con mucho a todos los demás vehículos no tripulados de ataque: puede alzar el vuelo con hasta 15 kilos de carga si las condiciones climatológicas son propicias.
Y eso supone poder transportar bombas de fragmentación u ojivas con gran poder destructivo. En muchas ocasiones arrojan incluso minas antitanque y bombas KAB –que normalmente se lanzan desde cazabombarderos.
"Pero es mejor no sobrecargar el dron, porque entonces se podrían quemar los motores, y perderíamos el Vampiro. Así que intentamos que la carga no supere los 10-12 kilogramos", aclara el comandante, mientras mete en un saco comida, bebidas energéticas, tabaco… "Haremos las misiones de ataque más tarde, primero vamos a proporcionar comida y agua a nuestros chicos", apostilla.
La mayor parte de las misiones se realizan de noche, pero no es algo que esté estandarizado. "Si nos necesitan durante el día, si tenemos que realizar algún ataque para dar apoyo a nuestras posiciones, entonces volamos de día también", dice Salaga.
Entrega "a domicilio"
Antes de despegar para cualquier misión, los drones de reconocimiento y los operadores de radar ucranianos se aseguran de que no haya drones enemigos en el aérea de acción, para salvaguardar a los valiosos Vampiros. "De hecho, ahora estamos esperando la orden porque el punto al que nos dirigimos está siendo atacado por un dron enemigo, y hasta que no termine la amenaza no volaremos", añade.
El equipo de Salaga hace turnos de 12 días. Y las horas de descanso tampoco están establecidas. Normalmente se turnan para dormir, y aunque la mayor parte de las misiones se hacen de noche, siempre hay alguien de guardia durante el día por les dan la orden de trabajar en cualquier otro momento.
Cuando empiezan a realizar los vuelos, la actividad se vuelve frenética: sacan el Vampiro al exterior junto con los sacos llenos, y los atan al dron con una cuerda. Comprueban cada parte del vehículo, cada aspa, las baterías, la sujeción de la carga. Y sólo entonces lo encienden.
Hasta que la melodía de la Guerra de las Galaxias no termina, los motores no comienzan a girar. Acto seguido el dron alza el vuelo, llevando consigo el paquete. Es todo muy rápido, lo vemos perderse detrás de un tejado, aunque aún escuchamos el zumbido de su vuelo durante varios segundos.
Para ese momento, uno de los pilotos ya está en el sótano manejando el control remoto y siguiendo la trayectoria del dron en una carta de navegación. La operación se repite otra vez. Al término de uno de los vuelos, Salaga exclama un improperio en ruso. "He soltado la carga a unos 30 metros de la trinchera, pero bueno, los chicos encontrarán el paquete. Normalmente lo lanzo justo sobre su posición…", se queja.
Una unidad ucraniana de drones de la Brigada Kara-Dad prepara un paguete de suministros que será lanzado con un dron Vampiro en las posiciones de infantería en la primera línea de c
Hacen entre 10 y12 misiones cada día, pero pueden duplicar esa cantidad si es necesario. "Hemos llegado a realizar 23 vuelos en 24 horas, un día que hubo un gran asalto mecanizado", recuerda el comandante. Además de ser el dron más versátil que tiene el Ejército ucraniano en estos momentos, el Vampiro se adapta sorprendentemente bien a cada necesidad en medio del combate.
Made in Ucrania
La compañía ucraniana 'SkyFall' es la responsable de la producción de este hexacóptero de ataque. El coste de cada unidad oscila entre los 10.000 y 20.000 euros, dependiendo de las características. Un precio barato, si se compara con la mayoría de las armas que se utilizan para hacer ataques de precisión en medio de una guerra.
Está fabricado con una fibra de carbono altamente resistente, y la empresa crea desde cero una parte de sus componentes mediante impresoras 3D, lo cual hace que la producción sea menos dependiente de terceros países como China. Su sistema de comunicación también recibe muy buenas críticas, porque puede utilizar tanto frecuencias de radio como GPS.
Sin embargo, no son inmunes a las contramedidas electrónicas. Por el momento, los únicos que pueden burlar la guerra electrónica son los drones filoguiados. Los vampiros, al igual que el resto de vehículos aéreos no tripulados que no vuelan unidos a un cable de fibra óptica, sí están expuestos.
Los ucranianos comenzaron a trabajar en este diseño en junio de 2022, pero las primeras operaciones exitosas basadas en este sistema no se documentaron hasta el verano de 2023.
Ahora la demanda de Vampiros se ha multiplicado, y aunque el Gobierno no da cifras sobre el ritmo de producción, probablemente también se haya incrementado.
Aunque en las posiciones de combate –como el sótano de Myrnogrado– no piensan demasiado en las cadenas de producción, ni en la fibra de carbono con la que está modelado. Para estos combatientes los vampiros se han convertido en ángeles de la guarda que mantienen con vida a los soldados de primera línea, ya sea lanzando suministros y munición, o atacando las posiciones enemigas antes de que alcancen sus trincheras.
