Imagine despertar con el termómetro marcando varios grados bajo cero y sin electricidad, ni agua, ni calefacción. Desbloquea el móvil, pero en vez de un icono de 4G, en la esquina superior derecha de su pantalla hay una equis que le indica que no hay cobertura ni internet. Hace días que las antenas de telemetría cayeron. Y, de repente, una bomba cae a pocos metros de su casa y su familia, dejando muertos, un edificio destrozado y una enorme columna de humo que oscurece el cielo de su ciudad. Suenan disparos en ráfaga en los suburbios. Gritos, llantos, desesperación, caos. Esa es la realidad que se vive ahora mismo en Mariúpol (Ucrania).

Ya hace cuatro días que esta ciudad al sureste de Ucrania vive bajo los duros ataques del ejército ruso. La localidad está bajo sitio y cada hora que pasa vivir allí es una lucha de supervivencia más dura. Esta situación la convierte en una ciudad "no apta para la vida humana”, en palabras de Petro Andryushchenko, asesor del alcalde. "Es un horror absoluto. La gente bebe de los charcos de la calle". Cerca de 450.000 personas viven encerradas a la espera de poder salir en los corredores humanitarios acordados por ambos bandos y siempre que decidan respetar los altos el fuego. Ayer fue imposible. Hoy, parece que también.

La Alcaldía de Mariúpol anunció en la mañana de este domingo un nuevo intento de evacuación de civiles a partir de las 12 (hora local), después de que este sábado fracasara la apertura de un corredor humanitario pactado con Rusia. Ambos bandos se acusaron repetidamente de violar el alto el fuego que debía regir en la ciudad a partir de las 8 de la mañana. Este domingo ocurre lo mismo.

Los separatistas prorrusos y la Guardia Nacional de Ucrania se están acusando mutuamente de no establecer el corredor humanitario y de violar el alto el fuego. En torno a las 14h (hora ucrania), la televisión Ucrania 24 ha mostrado a un combatiente del Regimiento Azov de la Guardia Nacional que dijo que las fuerzas rusas y prorrusas que rodean la ciudad continúan bombardeando áreas que debían ser seguras.

Asimismo, la agencia de noticias Interfax cita a un funcionario de la administración separatista de Donetsk que acusa a las fuerzas ucranianas de no respetar el alto el fuego acordado. Según este funcionario separatista, solo unas 300 personas han abandonado la ciudad. Las autoridades ucranianas planeaban evacuar a más de 200.000 personas, es decir, cerca de la mitad de la población de Mariúpol.

Por el momento no se sabe cuántos muertos han dejado estos cuatro días de infierno. Este sábado trascendió la heladora imagen de Kiril, un niño de 18 meses muerto, supuestamente, bajo un bombardeo ruso. La fotografía de su padre sosteniendo una manta ensangrentada ha dado la vuelta al mundo. Es un reflejo del horror que solo la guerra provoca.

Las informaciones llegan a cuentagotas. Incluso quienes conocen a alguien dentro tienen dificultad para hablar con ellos, debido al apagón tecnológico que sufre. “Los disparos en las calles no cesan; los supermercados, desabastecidos, venden los alimentos que quedan, muchos ya caducados; la gente tiene que hacer cola en las calles para acceder a las tiendas y algunos caen muertos por los disparos mientras esperaban para comprar el pan”, ha escrito la periodista ucraniana Margagaryta Yakovenko en El País, citando a una conocida que consiguió salir de la ciudad este sábado.

“Desde hace tres días, no tengo noticias de la familia que al comienzo de la invasión rusa decidió no abandonar la ciudad”, afirma Yakovenko. Mariúpol y Volnovaja, su localidad vecina, son la última frontera de Ucrania antes del territorio separatista de la autoproclamada República Popular de Donetsk, afín a Rusia.

Su posición estratégica es la clave del ensañamiento de Putin. Es un punto estratégico en la costa del mar de Azov y su captura permitiría a Rusia conectar a sus fuerzas en el este del país (y los separatistas de Donetsk) con las destacadas en la península de Crimea. Su inminente caída otorga una posición ventajosa -otra más- a las fuerzas del país invasor. Asimismo, tampoco es casual que la defensa de la ciudad esté encabezada por la 36ª Brigada de Infantería de la Marina de Kiev, tropas de élite dentro del ejército ucranio.

La situación en esta ciudad es especialmente crítica por su cercanía a las milicias de la autoproclamada república de Donetsk. Unidas al ejército ruso, hacen que la ciudad sea indefendible, por muchas tropas de élite que haya desplegadas. Estas milicias prorrusas responsabilizan constantemente a grupos de extrema derecha ucranianos de las hostilidades en las horas de alto el fuego. Es decir, que culpan de todo a los nazis que, según Putin, pueblan el territorio ucranio.

Ambas partes mantienen negociaciones infructuosas para acordar el fin de las hostilidades para evacuar a la población civil. Las dos treguas de este fin de semana apenas han durado unas horas. Mientras tanto, quienes más sufren son los vecinos que viven en una ciudad cada vez más inhabitable.

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