Hace apenas una semana se cumplieron diez años de aquel 2 de mayo de 2011 en el que los Navy Seals -las fuerzas de operaciones especiales de la Armada de los Estados Unidos- accedieron a la guarida en la que se escondía el líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden.

Se trataba de una casa de seguridad ubicada cuatro kilómetros al noreste del centro de la ciudad de Abbottabad, en Pakistán. Fue allí donde acabó la vida del líder de la organización terrorista que orquestó y consumó el atentado contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001.

Una década después de aquella operación que descabezó al entonces principal grupo terrorista a nivel mundial, el poder de Al Qaeda vuelve a dar señales amenazantes que mantienen más alerta que nunca a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y a los servicios antiterroristas a nivel europeo y estatal.

Tras la hegemonía y la virulencia de Daesh -el autodenominado Estado Islámico- durante los últimos diez años, Al Qaeda vuelve a mostrar vigor, según alertan a EL ESPAÑOL diversas fuentes autorizadas.

Ese renovado poder podría proyectarse hacia el viejo continente no solo desde sus habituales bastiones en Oriente Medio, sino también a través de sus cada vez más sólidas y afianzadas filiales en la región centroafricana del Sahel.

"Ahora la amenaza está virando hacia el Sahel y ahí Al Qaeda está bien posicionado. Con lo cual vuelve a ganar notoriedad. Empezamos a notar que la amenaza se proyecta desde ahí sobre Europa. Y no de manera abstracta", advierten a EL ESPAÑOL fuentes de la lucha antiterrorista.

"Al Qaeda siempre ha estado y está aunque en algunas zonas sean franquicias", advierte otra fuente especializada en combatir el yihadismo en suelo europeo. "En el Sahel es horrible. Los grupos yihadistas controlan muchas zonas. Esa será la zona del nuevo califato. Espero equivocarme, pero de ahí saldrá el nuevo Daesh".

Estos últimos años daba la sensación de que Al Qaeda permanecía agazapada, pero nada más lejos de la realidad, apunta una tercera fuente de primer orden. "Nunca se fueron. Al Qaeda nunca se fue. Dada la dimensión que tomó el Estado Islámico parece que se quedaron en un segundo plano, pero no es así. Ellos siempre han seguido activos, especialmente en esa región".

Ha sido precisamente en el Sahel de donde han llegado en las últimas fechas las más trágicas noticias. Hace apenas una semana, El Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), la federación ligada a Al Qaeda en Burkina Faso, reivindicó el asesinato de los reporteros españoles David Beriáin y Roberto Fraile. Días después, ese mismo grupo secuestró a otro periodista de nacionalidad francesa en Gao, al norte de Mali.

¿Resurgir de Al Qaeda?

No han sido las únicas novedades en torno a esta organización. Hace unas semanas, una nota interna de la Comisaría General de Información (CGI) de la Policía Nacional alertaba de que la organización terrorista ofrecía cuantiosas recompensas monetarias a sus adláteres a cambio de asesinar a un agente policial en cualquier país de Occidente.

En un artículo localizado en una revista afín, se reflejaba que la recompensa que otorgaría Al Qaeda al primero de sus secuaces sería, en bitcoins, equivalente a unos 60.000 dólares. Días después, casualidad o no, un lobo solitario asesinó a un agente a las puertas de una comisaría de París.

Dice Carlos Igualada, Director del Observatorio Internacional de Estudios Sobre Terrorismo (OIET), que Al Qaeda ha vivido esta década agazapada, reagrupándose tras el auge de Daesh en zonas que antaño eran controladas por esta organización: "Algunos autores dicen que ha vuelto, pero nunca se ha ido, lo que han hecho es adaptar su estrategia a las circunstancias. Lo que ha hecho es forjar lazos con grupos locales dejándoles actuar bajo su nombre y cediendo también protagonismo a esas organizaciones".

Igualada sostiene que el protagonismo de Daesh le ha venido bien a Al Qaeda en estos últimos años: "Ellos habrían preferido mantener la hegemonía, pero han dejado de ser el centro de esta lucha. Tras las primaveras árabes, vio cómo evolucionaban los conflictos y transmitió directrices claras a sus franquicias locales, instándoles a que mantuvieran un perfil más moderado, menos combativo. Este perfil ha contrastado con la violencia de Daesh, sin límite ninguno. Y ahora hay inquietud en el Sahel por la actividad de Al Qaeda. Se dan todos los condicionantes necesarios para la proliferación del radicalismo".

El eurodiputado del PP Javier Zarzalejos, negociador del grupo mayoritario de la Eurocámara en la elaboración de un proyecto con el que está dando un nuevo golpe a los canales propagandísticos de las organizaciones yihadistas, sostiene que la derrota del Daesh ofrece nuevas oportunidades a Al Qaeda: "Más que un grupo con pretensiones de control territorial, es una red en la que se pueden integrar más fácilmente los muchos grupos que practican terrorismo yihadista".

Al Qaeda y Daesh en Sahel

María Rodríguez, corresponsal de la agencia Efe en Senegal, contaba hace unos días que la coexistencia pacífica que Al Qaeda y el Estado Islámico (EI) mantenían desde 2015 en el Sahel de África saltó por los aires en 2019. Esa "excepción", conocida como la "anomalía del Sahel", se basaba en que ese era el único lugar del mundo donde ambos grupos yihadistas aún no se habían declarado la guerra. Mientras el mundo estaba preocupado por la pandemia de la Covid-19, el panorama en esta región cambió.

En el verano de 2019, ya hubo enfrentamientos entre ambas organizaciones en Malí y el norte de Burkina Faso, pero no fue hasta mayo de 2020, en el boletín semanal Al Naba del EI, cuando se admitió abiertamente la confrontación. Ahora ambas organizaciones luchan por el poder en esa franja que abarca varios países.

Tal y como reflejan las últimas cifras registradas por el Proyecto de Datos de Ubicación y Eventos de Conflictos Armados (ACLED), desde julio de 2019 se han producido 113 confrontaciones entre ambos aparatos terroristas. El resultado: 608 muertes.

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