Roma

Matteo Salvini está dispuesto a cualquier cosa con tal de conquistar el poder. Lo dejó hace tan sólo 6 meses con el objetivo de provocar un adelanto electoral en Italia, pero el tiro la ha salido por la culata. Contra todo pronóstico, dos eternos adversarios como son los grillinos del Movimiento 5 Estrellas (M5E) y el izquierdista Partido Democrático (PD) se han unido con el objetivo implícito de aplazar su vuelta al poder, en un momento en el que gusta y convence a un tercio de los transalpinos. Desde que dejó de ser ministro del Interior, sabe que es cuestión de esperar. Y las cosas podrían cambiar, para él, esta misma noche.

El líder de la soberanista Liga, Matteo Salvini, en los últimos días, ha puesto toda la carne en el asador para ganar las elecciones que hoy domingo se van a celebrar en Emilia-Romagna, la región más "roja" de Italia, de la que Bolonia es la capital.

Si el "capitán" arrasara también en el mencionado territorio, que lleva más de 70 años votando a la izquierda, los reformistas italianos entrarían en una catarsis muy profunda que les llevaría años de reflexión. Este clima, siempre que la Liga de Salvini gane, podría desgastar políticamente aún más al Gobierno de Giuseppe Conte, el cual hoy sigue gobernando gracias al cambio de alianza del Movimiento 5 Estrellas, quien cambió de socio de minoría pasando de la soberanista Liga al socialista Partido Democrático (PD) de Nicola Zingaretti.

El líder de la Liga, a lo largo de esta semana, ha puesto en práctica la estrategia del victimismo a raíz del caso Gregoretti, cuando en julio de 2019 el entonces ministro del Interior bloqueó a 135 migrantes a la deriva en el mencionado buque de la Guardia Costera italiana durante seis días.

Juicio a la vista

La Justicia italiana, concretamente la Fiscalía de Catania (Sicilia), lo quiere investigar por secuestro de persona, lo cual precisa de la autorización del Senado. Esta semana, él mismo ha querido que la Liga votara positivamente a su imputación porque quiere "ser procesado" para "acabar definitivamente con esta historia". La estrategia del victimismo le está empujando a decir que, de concretarse el juicio, "habrá millones de italianos" apoyándole. Él mismo quiere su imputación para saber si "los desembarcos [de migrantes] son un crimen o no. Y que los italianos tengan constancia de ello".

La siguiente estrategia para ganar en Emilia-Romaña y reconquistar el poder: una campaña de ayuno. Como consecuencia de la autoimputación, estos días ha sido muy comentada la iniciativa Ayuno por Salvini –visitable en esta web – en la que ya más de 5.000 personas han manifestado su apoyo a favor del líder leguista: "En el caso Gregoretti Matteo Salvini será mandado a juicio, arriesgando la cárcel ¡por haber defendido la patria! Yo estoy con él y ayunaré durante un día como señal de solidariedad", se puede leer en la página web oficial de la campaña.

La arrogancia de Salvini y de su show propagandístico han rozado el límite hace unos días, cuando el líder de la Liga decidió, acompañado por varios periodistas, acercarse a la casa de un supuesto vendedor de drogas tunecino para entrar en su casa y entrevistarse con él, en el contexto de un barrio problemático de Bolonia, la capital de Emilia-Romaña. No cumplió su objetivo, pero la escena que se produjo en el telefonillo fue grotesca: "Disculpe ¿vive aquí un camello?", preguntó, en esencia, Salvini, mencionando incluso ante los medios el nombre de la persona. El jefe leguista llamó a ese interfono concreto porque "un ciudadano", explicó, "había señalado algo muy desagradable".

El debate acerca del polémico gesto ha favorecido que muchas personas, tanto en los medios de comunicación como en las redes se preguntaran: "¿Por qué Salvini no va a llamar a las casas de los mafiosos?". El jefe de la Policía de Estado italiana, Franco Gabrielli, ha hecho hincapié en la gravedad de una "justicia puerta a puerta"; y el embajador tunecino en Italia, Moez Sinaoui, habla de una "deplorable provocación, un gesto racista". El chico acusado, de 17 años, ha confirmado a los medios de comunicación italianos que es "un estudiante y un jugador de fútbol" y que no entiende "por qué Salvini lo ha acusado de ser un camello". Y añadió: "Denunciaremos a Salvini".

El problema de la actual coalición del Ejecutivo del premier Conte es, al menos sobre el papel, muy frágil. Su principal accionista, el Movimiento 5 Estrellas, se encuentra en total fase de transición desde el momento en el que su ex líder político, Luigi Di Maio, decidiera esta semana abandonar su cargo como jefe del partido fundado por el cómico Beppe Grillo. La formación anti establishment lleva muchos meses en dificultad, entre otras cosas porque entre mayo de 2018 y mayo de 2019, los grillinos han perdido la mitad de su electorado precisamente a favor de la Liga de Salvini que, desde hace un año, disfruta de más del 30% de los consensos atendiendo a los sondeos.

La debilidad del Gobierno de Conte, además, es que tiene en su interior demasiados actores en juego. Por un lado está el mencionado Movimiento 5 Estrellas (M5E) en crisis de identidad –entre otras cosas porque sufren electoralmente aquello de no ser "ni de izquierda, ni de derecha"–. Por el otro se encuentra el socialista Partido Democrático (PD), quien se encuentra de forma estable en torno al 19%, según las encuestas de los últimos meses, donde por tanto hay poca solución de continuidad si no se acepta, estructuralmente, una alianza duradera con los grillinos.

Por si no fuera suficiente, el tercer actor de la discordia es el ex premier Matteo Renzi, quien una vez "hundido" el PD llevándolo del 40% al 18% en cuestión de cuatro años; el florentino se ha encargado de apostar por un proyecto centrista focalizado en su persona, el partido Italia Viva, restando un ulterior 5% a los socialistas italianos del PD. Esta extraña unión forzada en clave "anti Salvini", paradójicamente, podría mantener la acción del Gobierno de Giuseppe Conte en los años que quedan de legislatura, que acabaría dentro de tres años, en 2023. "Este Ejecutivo es tan débil que es muy fuerte", se comenta a menudo en los principales medios de comunicación del país.

¿Dimisión de Conte?

Atendiendo a los últimos sondeos publicados en el país con forma de bota en relación a las votaciones en Emilia-Romaña, en el mejor de los casos la situación podría estar igualada entre el candidato del PD, Stefano Bonaccini, y la de la Liga, Lucia Borgonzoni; en torno al 43%. Los resultados oficiales, como es lógico, se sabrán sólo esta noche, pero los analistas políticos italianos aseguran que ya incluso un hipotético empate entre ambas formaciones podría leerse como una casi victoria de los leguistas y a la vez, en la práctica, una derrota para el PD.

Hay que tener en cuenta que se trata, históricamente, de la región más socialista de Italia. Mientras tanto, en las últimas semanas, Salvini ha tratado de eclipsar a su candidata, Lucia Borgonzoni, haciendo él personalmente la campaña electoral de la Liga en Emilia-Romaña con tal de lograr su objetivo en dicho territorio.

Salvini se hace un selfi con unas seguidoras en un acto electoral Reuters

¿Una hipotética victoria de la Liga de Salvini en Emilia-Romaña implica una dimisión automática de Giuseppe Conte como jefe del Gobierno italiano? En absoluto. Las elecciones regionales en dicha región son una cosa y el Ejecutivo nacional es otra. ¿Entonces por qué tanto interés en la jornada electoral de hoy domingo? La clave está en que Salvini, a nivel nacional, convence más de un tercio de los italianos.

Sin embargo, se encuentra en la oposición por voluntad propia y no ve la hora de demostrarle a los transalpinos que podía volver al poder ante cualquier debilidad de la coalición de Gobierno de Giuseppe Conte. Así pues, si esta noche la Liga se hiciera con la victoria también en la región socialista por antonomasia, Matteo Salvini va a hacer toda la presión, habida y por haber, para forzar al actual presidente del Ejecutivo a que abandone su cargo por falta de apoyo en casi todo el país. Es una lectura muy simbólica, pero que podría implicar, históricamente, un verdadero cambio en el Palazzo Chigi.

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