Roma (Italia)

El líder de la soberanista Liga, Matteo Salvini, tiene que hacerse a la idea de que el poder se le ha esfumado de las manos. Él mismo ha provocado dicha situación, al abandonar el anterior Gobierno italiano rompiendo la coalición que su formación selló con el Movimiento 5 Estrellas (M5E) de Luigi Di Maio hace ya 15 meses. Pero, en las últimas dos semanas, Italia ha pasado rápidamente página: nueva coalición, nuevo Gobierno... Pero mismo primer ministro, Giuseppe Conte.

El 'bis' del premier al frente del Ejecutivo es el resultado de una alianza nueva, donde los grillinos de Di Maio han mirado esta vez a la izquierda y han cambiado a la Liga por los socialistas del Partido Democrático (PD) de Nicola Zingaretti. Pero Matteo Salvini y los suyos no aceptan del todo la metedura de pata al no haber permanecido en el poder y, últimamente, apuestan todo el rato por la misma cantinela: "El nuevo Gobierno es obra de Bruselas".

Atendiendo a los análisis de algunos medios italianos, es posible que el nuevo Gobierno estuviera ya listo, mediante un eje Bruselas-Roma, mucho antes de que Salvini se arriesgara a dejarlo todo. El líder de la Liga decidió abandonar al M5E hace exactamente un mes, pero tres semanas antes, el 16 de julio, los grillinos decidieron votar en el Parlamento Europeo a la próxima presidenta de la Comisión, Ursula Von Der Leyen, junto al socialista PD y a la Forza Italia de Silvio Berlusconi.

Los 14 votos del M5E fueron "determinantes" porque, sin ellos, se habría abierto "una crisis institucional sin precedentes en Europa", tal como aseguraron entonces los grillinos comunitarios, que dejaron atónitos a los leguistas en cuanto socios anti establishment. Una semana más tarde, el 22 de julio, Dario Franceschini, hoy pieza clave del PD en el Ejecutivo "Conte bis" y que nunca rechazó en firme a los de Di Maio; aseguró en una entrevista al Corriere della Sera que "el M5E es diferente a la Liga" y que juntos podían "defender ciertos valores".

Pero claro, M5E y PD eran adversarios por naturaleza, todavía hoy en los principales periódicos y magacines televisivos del país se hace hincapié en la enorme cantidad de descalificaciones que han volado por ambas partes en los últimos años. Por eso Salvini estaba tranquilo, de hecho, según algunos medios, éste llamó a Nicola Zingaretti, secretario general del PD, para asegurarse de que la unión nunca habría tenido lugar, de hecho el socialista prefería a priori las urnas. Salvini, a día de hoy, niega por completo la existencia de aquella llamada. Mientras tanto, el 8 de agosto Salvini abrió la crisis política y Conte preanunció la posibilidad de sus dimisiones.

Fallidos planes de Salvini

Todo parecía perfecto para un Salvini consciente de que tenía en su poder el 36% de los consensos según las encuestas. Lo que Salvini no podía saber, es que el PD ya estaba trabajando en la idea de apoyar al M5E con una nueva mayoría de Gobierno y apostando precisamente por una retirada de Salvini ebrio de poder. Zingaretti seguía con la idea de las elecciones anticipadas, pero muchos históricos líderes del partido lo habrían convencido acerca de la unión con los grillinos para evitar que en Italia hubiera un auge definitivo del soberanismo.

Una sola condición, pedida por Zingaretti: que el ex premier Matteo Renzi, autor de las listas electorales de los actuales parlamentarios del PD, hablara primero. Por eso Renzi el 11 de agosto dejó una importante entrevista en el Corriere defendiendo la necesidad de un "Gobierno institucional" porque sería "una locura ir al voto enseguida".

En un clima donde el M5E estaba dividido acerca de la alianza con el PD, Matteo Salvini, quien comenzó a ver su metedura de pata desde su sillón de ministro de Interior, empezó a prometer lo imposible a Di Maio: volver juntos como si nada, y tan amigos. De hecho, Di Maio estaba preocupado por si los militantes del M5E castigarían al partido por perder su esencia anti establishment.

Pero entró en juego el cómico Beppe Grillo, fundador del Movimiento 5 Estrellas, que ofreció la jugada definitiva en apoyo al PD. Giuseppe Conte presentó sus dimisiones ante el presidente de la República, Sergio Mattarella. Mientras, Salvini le ofreció desesperadamente a Di Maio montar de nuevo la coalición juntos y dejarle ser el presidente del Gobierno. Pero ya era demasiado tarde. En cuestión de 4 semanas Conte, con la renovada confianza de Mattarella, pasó del Ejecutivo más de derecha al más de izquierda de la Italia reciente.

Conte aumenta su popularidad

Los soberanistas italianos, en este clima político, se reunieron ayer en Piazza Montecitorio, frente a la Cámara de los Diputados en Roma, en una manifestación solo con banderas de Italia, sin logos de partido. Con Matteo Salvini (Liga) y Giorgia Meloni (Hermanos de Italia) a la cabeza, el objetivo fue demostrar que "las calles están en contra" del neonato Gobierno transalpino, según ellos, "el más de izquierda de la historia de Italia" y que "no adhiere a la realidad del país".

Salvini y los suyos quieren aprovechar que la Liga, con un 31% de consenso según los últimos sondeos, podría lograr la mayoría absoluta en coalición con Hermanos de Italia y la Forza Italia de Silvio Berlusconi. La apreciación de los italianos hacia Matteo Salvini (38%), sin embargo, es menor de la que tienen para el premier, Giuseppe Conte (41%) que, por su parte, aumenta su popularidad en su actual bis de Gobierno.

Las polémicas provocadas por el sector soberanista de la derecha italiana –el ex premier Silvio Berlusconi, por el momento, se mantiene al margen de sus aliados para reafirmar la importancia de un centro-derecha europeísta dentro de la coalición conservadora–; también tuvieron lugar dentro de la Cámara Alta, ya que en estos días Giuseppe Conte necesitará el visto bueno del Parlamento para ser investido oficialmente. En numerosas ocasiones, Conte ha sido interrumpido por los diputados de la Liga y de Hermanos de Italia que aprovecharon la cita parlamentaria, televisada por las principales cadenas de noticias, para gritar: "¡Elecciones, elecciones, elecciones!" o "¡vendido, vendido, vendido!", en varios tramos del discurso del presidente del Gobierno italiano.

"No durará mucho"

"Están pegados al sillón", dijo ayer el leguista Matteo Salvini a pie de calle, entrevistado por decenas de medios de comunicación en relación a sus ex aliados del Movimiento 5 Estrellas y los socialistas del PD: "Este Gobierno no durará mucho". Y añade: "Éste es un Ejecutivo que no ha nacido para gobernar, sino para que Salvini no pueda estar en el poder". Su aliada soberanista, Giorgia Meloni, aseguró desde la Cámara de los Diputados, que "el Movimiento 5 Estrellas quiere impedir que otros gobiernen, inventando otro Gobierno que no podrían lograr a través de unas elecciones". Por esta razón, según Meloni, los grillinos son unos "ladrones de democracia".

Más allá del epílogo temporal del poder de Salvini en el Gobierno italiano, lo cierto es que Italia es una república parlamentaria, de modo que su jefe del Estado, el presidente Sergio Mattarella, tiene la obligación de encontrar otras mayorías en el seno de las Cámaras antes de disolverlas definitivamente y convocar así unas nuevas elecciones de forma anticipada y prematura. Como explican varios representantes de la actual mayoría de Gobierno en los medios de comunicación, "este Gobierno es tan legítimo como el anterior", haciendo alusión a que la extraña coalición entre el Movimiento 5 Estrellas y la Liga de Salvini, al fin y al cabo, era una unión entre el primer y el tercer partido del país.

Hoy el contexto es bien distinto, porque es cierto que la Liga es el partido más votado en Italia, pero atendiendo por el momento sólo a los sondeos y a las últimas elecciones europeas. En el Parlamento, el M5E posee el 32% de los escaños y se acaba de aliar con el PD, que disfruta del 22%. Otra cosa, sin embargo, es saber de verdad quién y cómo ha podido mover los hilos, fuera de Italia, para que Salvini se sintiera tan ebrio de poder hasta el punto de creer que los demás harían su juego. Sin embargo, estaba cayendo en la trampa.

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