En España, actualmente existen 10 millones de mujeres transitando la menopausia (se estima que más de 1.000 millones en todo el mundo). Además, según el Barómetro de la Menopausia 2025, promovido por la farmacéutica STADA en colaboración con la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia, 8 de cada 10 de más de 40 años aseguran que están preocupadas por la llegada de esta etapa vital.
Y solo el 57% de edades comprendidas entre 40 y 70 años han recurrido a un profesional para que les informe acerca de los síntomas que se pueden producir.
Con esta radiografía, no extraña que hoy, cuando este tema parece ya bastante normalizado, existan aún muchas mujeres con miedo y vergüenza. “Viven los síntomas como un fracaso personal en lugar de como un proceso natural”, explica, MSc Cyberpsychologist y psicóloga especializada en comportamiento digital, bienestar femenino y ciberpsicología aplicada, además de fundadora de The Net Psychology.
La experta explica también que “es importante que entendamos que la menopausia es un día. Uno solo: el número 366 sin menstruar. Antes de eso, estamos en perimenopausia. Es esta la que nos causa problemas a nivel físico, neuronal y mental. Pasado esto, la menopausia es un punto de inflexión liberador".
"Desaparece el miedo al embarazo, el tener hijos deja de ser una opción. Además, nos convertimos en seres capaces de decir ‘no’ o no me importa’. Una perimenopausia bien llevada y mentalmente sana, reduce la presión del deseo ajeno y damos prioridad al nuestro propio", explica.
Aclarado esto, Vilalta también menciona otros temas de los que apenas se hablan: “Las que vivimos los 90, pasamos por trastornos alimenticios como la anorexia o la bulimia, y aterrizamos en la perimenopausia viendo nuestro cuerpo cambiar de nuevo de forma descontrolada. Una pubertad a los 40 o 50 años que desmonta todo, exterior e interior. Arrastramos dos tabúes en un momento en el que no estamos precisamente en plena forma”.
Cuidar la salud mental durante esta etapa es fundamental.
,
La psicóloga recuerda que “a las mujeres se nos ha hecho avergonzar de todo: de la regla, del deseo sexual y, cómo no, de la menopausia. Y en este último caso, nosotras mismas nos hemos creído que era verdad. Que llegada esa etapa, se acababa nuestra razón de ser: tener hijos. Que perdemos la juventud, el atractivo, la fertilidad y el valor social. Es el reflejo de una cultura que valora más a las mujeres por su capacidad reproductiva y estética que por su experiencia o mente. Antes, decir que tenías la menopausia era admitir que eras ‘vieja’”.
Por su parte, cofundadora y CEO de la empresa especializada en menopausia Womanhood, habla sobre el miedo que arrastran muchas “a estar exagerando. Esto es muy importante porque nos hace pensar que si nadie se había quejado hasta ahora, cómo lo vas a hacer tú ahora… Y al final se normaliza pasarlo mal. Pero si algo te quita calidad de vida, no debería normalizarse”, puntualiza.
Y añade: “Otro factor que no ayuda es el ‘marketing de los 40’. Toda esa publicidad que nos dice que al cumplir esa edad ya nos convertimos en viejas ‘inservibles’”.
Desconocimiento y silencio
Es una realidad que en los últimos años se ha normalizado bastante la menopausia (o el climaterio en general, ya que es el proceso que abarca desde la perimenopausia hasta la postmenopausia). Y en parte gracias a que mujeres famosas han dado la cara. Desde Naomi Watts, que vivió una menopausia precoz a los 36 años e incluso ha publicado un libro compartiendo su difícil experiencia, a Halle Berry, Gwyneth Paltrow o Michelle Obama.
Ellas son algunas de las mujeres que han alzado la voz sobre este asunto. En nuestro país, actrices como Penélope Cruz, Aitana Sánchez Gijón o Candela Peña también han compartido sus vivencias personales de forma pública en más de una ocasión. Pero las expertas coinciden en que existe aún una ‘cultura del silencio’ y una desinformación que, aunque resulte difícil de creer, lastran. Y mucho.
Lucía Yturriaga lo explica así: “Pesa muchísimo. En las grandes ciudades se empieza a hablar de todo esto, pero en lugares más pequeños cuesta, eso no se cambia de la noche a la mañana. Además, existe aún una gran desinformación y desconocimiento de los síntomas, incluso entre profesionales”. Y hace hincapié en que ver “referentes de mujeres famosas hablando del tema ayuda bastante. Al final, el desconocimiento nos hace sufrir mucho”.
Almudena Molinero, psicóloga y coach experta en la mujer, asegura que el desconocimiento sobre lo que nos ocurre nos genera “frustración, rabia e inseguridad por no saber lo que le está pasando. Y puede provocar la temida ansiedad. Aparece la sensación de soledad, falta de comprensión, niebla mental, confusión o el aislamiento emocional porque no se sabe explicar lo que ocurre al propio cuerpo como consecuencia de la falta de estrógenos”.
Ariadna Vilalta se refiere también a esta realidad. “A nivel social, el silencio mantiene la desinformación: los entornos laborales no se adaptan, los diagnósticos médicos se retrasan y los medios siguen proyectando una imagen de la mujer menopáusica como inestable o menos capaz. Esto perpetúa desigualdades y frena políticas de salud con enfoque de género”.
Por eso, cree que “tenemos que ponernos a trabajar urgentemente. Empezando por los colegios cuando se estudia la pubertad y el sistema reproductivo. Ahí se debe hablar de la menopausia. Las mujeres, biológicamente, debemos tener esa información para planificar y organizar nuestra vida. Se sigue diciendo que lo podemos tener todo, pero no siempre la biología está de nuestra parte”, puntualiza.
Lucía Yturriaga comparte el siguiente resumen: “La investigación médica y científica ha estado enfocada mayoritariamente al hombre. Y en el caso de la mujer, solo a su época fértil”. De ahí que la menopausia haya quedado fuera del foco demasiados años ya.
Negar la menopausia
En España hoy, más del 50% de mujeres en menopausia reconoce que evita comentar con su círculo cercano cualquier aspecto referido a esta etapa. Además, según los datos de una reciente encuesta realizada por Essity, empresa líder en el sector de la higiene y la salud, un 60% se sorprende aún de los efectos que tiene sobre su propio cuerpo y un 57% piensa que no hay suficiente conocimiento sobre ello.
Entre ese primer porcentaje están algunas mujeres famosas que se han referido a la menopausia como sinónimo de envejecimiento y cierta vergüenza. Una de ellas es la cantante Marta Sánchez, que llegó a firmar en el programa Espejo Público de Antena 3 que le parecía “una hipocresía decir que es una época fantástica porque a las mujeres no nos gusta nada y se pierde mucho más de lo que se gana”.
O también Vicky Martín Berrocal, quien no hace tanto que no pudo evitar su sonrojo – incluso tapándose la cara de la vergüenza que sintió–, cuando la actriz colombiana Sofía Vergara reconoció en el pódcast A solas con… de la onubense que si había algo que le quitaba el sueño era la menopausia.
“El patriarcado ha construido la narrativa de que el valor femenino se reduce cuando termina la capacidad reproductiva. Ese marco se mantiene en la publicidad, la medicina y el lenguaje cotidiano”, explica Ariadna Vilalta. Cree además que a menudo “somos nosotras mismas las que no nos ayudamos. Cuando se habla de perimenopausia, aún hay grupos que prefieren decir ‘no es para tanto, se habla demasiado, qué exageración’. Y de nuevo, nosotras mismas nos criticamos por el hecho de ser mujer”.
Y puntualiza que “las afortunadas que no han pasado por los síntomas de la perimenopausia, se olvidan de que hay quienes sí lo sufren. Esto no nos lo hace ningún hombre. Nos lo hacemos. No pasar información, no divulgar, no apoyarnos. No podemos culpar a la parte masculina de la sociedad sobre ello”.
A este mismo respecto, la psicóloga Almudena Molinero aporta que “se entiende que en esta etapa existe una pérdida de juventud, de sexualidad y de capacidades. Se asocia a que ya no vales. Seguimos en una sociedad en la que se sigue valorando demasiado la belleza y lo físico. Y no tanto de los cambios hormonales por los que pasamos”.
Perduran los estigmas
La menopausia se sigue asociando, como vemos, con un momento de pérdida de juventud, feminidad, sexualidad, capacidad reproductiva. “Incluso mucha gente joven lo piensa”, advierte Almudena Molinero. Y alerta del hecho de no poder acceder “a un acompañamiento adecuando como un psicólogo privado, la sanidad pública no dedica recursos suficientes, muchas veces también por desconocimiento y por dar prioridad a otros temas”.
Para Ariadna Vilalta “decir que tenías la menopausia era admitir que eras ‘vieja’. Este estigma lo hemos interiorizado tan profundamente que en muchas casas nunca se habló de ello. Hemos crecido sin saber que nuestras abuelas y madres han pasado por ese proceso. Hasta hace muy poco, no teníamos más información que la de sofocos y la teníamos porque no se podían esconder”.
Lucia Ybarra, de Womanhood, lo compara con el embarazo. “Antes de concebir, te informas, te descargas aplicaciones de todo tipo, cambias tu alimentación, lo celebras, lo comentas, te preparas a conciencia. Si no supieras nada, imagina cómo gestionarías que te apetecieran pepinillos a las cuatro de la mañana, que la tripa te creciera sin control, que no supieras cómo podría ir el parto… Pero de la menopausia, que es la pubertad invertida, no se sabe nada. Es como un viaje en velero sin timonel, a la deriva”.
Y aunque es cierto que ahora empiezan a haber muchos perfiles expertos en redes sociales, por ejemplo, hay que diferenciar. “Nadie se puede convertir en experta en menopausia de la noche a la mañana, hablamos de salud hormonal y tiene que ser una persona que controle de verdad. Las hay, pero no abundan”, advierte la fundadora de Womanhood.
Y añade que “en la sociedad ya empieza a calar que toda esta información y acompañamiento es necesario”. Pero sigue siendo necesaria una mayor investigación para saber por qué sobre unas mujeres afectan unos síntomas y sobre otras, otros diferentes.
“La frase ‘yo me miro al espejo y no me reconozco’ es muy dura”, defiende Yturriaga. “La falta de colágeno es brutal, los kilos van de repente al abdomen y temas como los fallos en la memoria también asustan mucho. Y esto, cuando se junta con el edadismo y la falta de herramientas para aliviar el desconocimiento, es complicadísimo”. Y así es como se puede llegar a entender el miedo y la negación.
Menopausia en positivo
A pesar de todo lo anterior, existen muchas razones para pensar que se puede transitar una etapa como la menopausia de forma amable con nosotras mismas (y con los demás).
Lucía Yturriaga anima a inspirar a las mujeres “a comerse el mundo en esta etapa”. Pero reconoce que hay que currárselo: “No vale buscar excusas, el impacto que va a tener en tu calidad de vida es mucho mayor de lo que pensamos. Da pereza hacer deporte, pero hay que buscar el momento, encontrar uno que se adapte a mis circunstancias. Y si me cuido más, me siento mejor. Pero hay que trabajárselo mucho”.
El ejercicio de fuerza resulta necesario para fortalecer el cuerpo.
Y recuerda Vilalta que “es el momento en que muchas mujeres recuperan tiempo y energía para sí mismas. Hay un cambio psicológico importante. Esos pesos que nos quitamos de encima, el valor de la experiencia que tenemos a los 50, nos da una mayor claridad sobre los límites, sobre qué relaciones o rutinas merecen mantenerse. Es una etapa de reinvención, donde el autoconocimiento y, por fin, la madurez emocional, sustituye la búsqueda externa de validación”.
Consejos e información
Está claro que a mayor información, mayor seguridad y bienestar. También en todo lo relacionado con la menopausia.
Lucía Yturriaga apuesta por estos básicos del cuidado: “Nutrición, deporte y sueño. Y las amistades; encontrar ese momento para tomarte un café con quien te apetezca. Es vital cultivar las relaciones, también el humor y ejercitar el cerebro con lectura, aprendiendo un idioma, haciendo crucigramas… También hacerse analíticas de vez en cuando. Es muy importante”.
Por su parte, la psicóloga Ariadna Vilalta detalla de este modo sus recomendaciones para una menopausia en positivo:
- Información y planificación. Conocer lo que ocurre en tu cuerpo te evitará preocupaciones, visitas médicas no necesarias, angustias, miedos y frustración.
- Movimiento diario y alimentación equilibrada. El ejercicio ayuda a regular el ánimo y la masa ósea. Fácil de decir, más difícil de hacer en un momento donde se puede juntar desmotivación, dificultades cognitivas, no llegar a todo lo que llegabas antes, olvidos constantes… Encontrar tiempo para ti, para hacer deporte, fortalecer músculos, comer sano es necesario.
- Conexión social. Hablar de ello normaliza la experiencia, con otras mujeres, pero también con tu pareja y tus hijos, con tu familia. Nuestros cambios de humor, la ansiedad en esa época de cambio nos afecta a nosotras, pero también a los que están cerca nuestro.
Uno de los síntomas que identifiqué en mi caso eran esos picos de furia. De golpe, hablar de un tema y ver cómo sube tu nivel de pasión y de intensidad. Es como si alguien más te hubiera poseído y no sabes muy bien por qué estás echando esa bronca. Es importante reconocerlo y que a tu alrededor sepan qué está pasando y no reírse de ello. - Apoyo psicológico si hay cambios de humor o autoestima. La perimenopausia puede alterar la percepción del yo, y trabajarlo evita caídas emocionales. En esta etapa, las mujeres deberíamos tener un plan de apoyo psicológico adecuado si hace falta. Identificar la ansiedad, la desmotivación e incluso depresión en algunos casos. Los cambios físicos en personas que han sufrido trastornos alimenticios, por ejemplo, pueden ser un detonante peligroso para la salud.
- Revisar la relación con la propia imagen. Dejar de buscar validación externa es una de las mayores formas de libertad en esta etapa. Vivimos tiempos donde los 50 nos permiten una salud y bienestar muy superior a la de hace unas décadas. Alimentar la mente, frente a la tiranía de la imagen, es un cambio importante.
- Dormir bien y cuidar el estrés digital. El insomnio y la sobreexposición a pantallas agravan síntomas hormonales y emocionales. El sueño es una de las alteraciones más frecuentes en esta etapa. Noches de insomnio pasan factura. Debemos evitar pantallas, recuperar la lectura, por ejemplo.
