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La ansiedad se ha convertido en uno de los motivos de consulta más habituales en salud mental. Este trastorno se manifiesta con síntomas físicos y emocionales que afectan al bienestar diario.

Sin embargo, tras ese malestar, a menudo se esconden patrones de conducta que la sociedad valora y premia, pero que pueden convertirse en el terreno perfecto para que la ansiedad prospere.

La psicóloga sanitaria Ángela Fernández detalla en un vídeo de TikTok tres rasgos de personalidad que aumentan la vulnerabilidad a la ansiedad.

Entender estas tendencias, señala, es el primer paso para gestionarlas y evitar que dominen la vida diaria. Aunque recuerda que "todo está bien en su justa medida", advierte que estos rasgos se vuelven dañinos cuando se llevan al extremo.

El primer rasgo es la alta responsabilidad, una virtud que puede transformarse en autoexigencia extrema.

Quienes presentan este patrón suelen ser disciplinados, rigurosos y muy implicados en sus tareas, impulsados por la necesidad constante de alcanzar la perfección. El problema surge cuando esa exigencia se convierte en un criterio imposible de cumplir.

Desde la infancia, la sociedad refuerza este comportamiento. Se elogia al niño que obtiene buenos resultados sin supervisión y al adulto que nunca falla.

Pero ese refuerzo puede derivar en rigidez mental y en una dificultad para aceptar el error o delegar responsabilidades. "Aprender a ser flexible", recuerda Fernández, es esencial para aliviar la tensión interna que mantiene activa la ansiedad.

El segundo rasgo que puede favorecer la ansiedad es el exceso de amabilidad. Ser generoso y cooperativo resulta positivo, pero se puede convertir en un problema cuando implica colocar sistemáticamente las necesidades de los demás por delante de las propias.

Esa tendencia, tan valorada socialmente, puede conducir a un progresivo abandono del autocuidado.

Las personas que se encuentran en este perfil suelen tener dificultades para poner límites y soportan altos niveles de desgaste emocional. "Suelen tener el foco siempre puesto en el resto, con muy poco autocuidado", explica Fernández.

Esta dinámica, mantenida en el tiempo, deja a la persona vulnerable ante la sobrecarga mental. Por ello, es necesario "pasar a la acción y poner límites" para preservar la salud emocional y evitar que la empatía se transforme en agotamiento.

El tercer rasgo señalado por la psicóloga es el neuroticismo, un concepto que en psicología describe la tendencia a la inestabilidad emocional.

Las personas con altos niveles de este rasgo suelen reaccionar con gran intensidad ante estímulos externos, lo que las convierte en individuos de alta reactividad emocional.

Un ruido inesperado, una mala contestación o un cambio de planes pueden generar en ellas una respuesta desproporcionada. Esa hipersensibilidad las mantiene en un estado constante de alerta y tensión. Fernández recomienda incorporar hábitos adecuados.

"Buscar actividades que propicien la serenidad y la tranquilidad hará que tengamos una mayor estabilidad emocional, concluye la experta.

El 43% de la población la sufre en España

Los rasgos descritos por la psicología se ven amplificados por un entorno económico y social incierto. El Índice de Salud Mental (MHI) elaborado por AXA e Ipsos muestra que una parte considerable de la población española vive en un estado de malestar emocional prolongado.

En 2024, el 43% de los españoles se sitúa en la 'zona de riesgo', distribuidos entre las categorías 'languideciendo' (29%) y 'luchando' (14%).

Solo el 25% afirma encontrarse en un estado 'floreciente' de bienestar mental. Además, un 15% declara padecer actualmente un trastorno de ansiedad, fobia o estrés postraumático.

El estudio confirma que la ansiedad es una experiencia cotidiana. El 63% de los encuestados reconoce que le resultó "difícil relajarse" durante la semana anterior, mientras que el 54% se encontró “agitándose” y el 36% sintió que estaba "al borde del pánico". Estas cifras reflejan la magnitud del problema y su arraigo en la vida diaria.

El malestar mental no afecta a todos por igual. La mitad de las mujeres —un 50%— se encuentran

'languideciendo' o 'luchando', frente al 36% de los hombres.

Los jóvenes de 18 a 24 años son el grupo más afectado, con un 55%. La incertidumbre sobre el futuro y la inestabilidad financiera son las principales fuentes de malestar.

Lo que parece claro es que la combinación entre rasgos personales vulnerables —autoexigencia, amabilidad excesiva y alta reactividad emocional— y un entorno de incertidumbre económica y personal crea el escenario perfecto para la ansiedad.

Como explica Fernández, comprender estos mecanismos no solo ayuda a identificar el problema, sino que permite actuar antes de que la ansiedad se instale como un modo de vida.