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Hoy en día, la práctica de ejercicio se ha convertido en una especie de nuevo vicio. Y, en muchas ocasiones, se lleva a cabo sin término medio. Esto, por supuesto, tiene sus consecuencias y las mismas van desde lesiones leves a otras más serias, pasando por la aparición de las agujetas, cuyo nombre técnico es dolor muscular de aparición tardía (DOMS, por sus siglas en inglés).

¿Y qué se puede hacer para solucionar estas molestias? ¿Alguna vez te han recomendado tomar agua con azúcar después de entrenar para evitar su aparición?

Este consejo, transmitido de generación en generación, parece tener una base científica a simple vista, pero en realidad nace de un malentendido. Y de aclarar esto se encarga Boticaria García en su última pieza en vídeo para esta publicación.

De acuerdo a la farmacéutica, conocida por su labor divulgativa en redes sociales, la famosa mezcla se popularizó bajo la creencia de que estas dolencias eran causadas por la cristalización del ácido láctico en los músculos tras el ejercicio.

Sin embargo, nada más lejos de la realidad. De hecho, esta hipótesis, que no teoría, fue desmentida hace años.

Imagen de archivo de un grupo de mujeres haciendo pilates. Foto de Paulo Almeida en Unsplash

"Son microrroturas en las fibras musculares", determina la experta en su explicación para añadir a continuación que, de forma obvia, los azucarillos poco tienen que hacer en esta situación. La nutricionista aprovecha también la ocasión para terminar con otra creencia popular en torno a este tema: "Las agujetas tampoco se quitan con más agujetas".

Boticaria García concluye que hacer ejercicio de más intensidad no es la solución. De hecho, la respuesta está en el otro extremo. "Lo mejor es irte a paseo". Así, con esta expresión tan cercana y coloquial, de forma jocosa, arranca su razonamiento para justificar que estos dolores desaparecen con prácticas más suaves.

"El oxígeno repara el daño y activa los mecanismos que conducen a ello. ¡Y se consigue gratis!", exclama. Así que no, para aquellas personas que se han obsesionado con prácticas duras como la carrera de larga distancia o el crossfit, el método para volver a la normalidad no es doblar la distancia o la sesión.

"Cuando caminas, pedaleas suave o vas con el trote ligero estás aumentando la circulación y llega más cantidad de sangre rica en oxígeno y nutrientes al tejido dañado. Esto cumple una doble función. En primer lugar, favorece la síntesis de nuevas proteínas que regeneran la fibra. Y, por otra parte, actúa como un coche escoba limpiando los residuos celulares", detalla.

Tal y como ella menciona en el vídeo, la clave para deshacerse de estas molestias no está ni en el reposo absoluto ni en la alta intensidad, ¡ni muchísimo menos en el agua con azúcar! Sin duda, tal y como afirma la divulgadora, una buena caminata oxigena los músculos y activa la reparación natural de los mismos. A veces lo más sencillo es lo más eficaz.