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Las calorías son la unidad de medida que hace referencia al valor energético o calórico de los alimentos y bebidas. La cantidad de calorías depende del contenido en carbohidratos, grasas, proteínas o alcohol que contiene cada elemento que se ingiere. Aunque parezcan el villano de la alimentación —y para muchas personas lo sean— nuestro cuerpo las necesita simplemente para funcionar, para que el corazón siga latiendo y los pulmones sigan funcionando.

Existen muchos alimentos calóricos que son saludables debido a que, a pesar de su contenido en calorías, también están cargados de nutrientes muy interesantes para nuestra salud, como pueden ser los ácidos grasos saludables, vitaminas, minerales, fibra, proteínas y sustancias bioactivas. Prueba de ello son los frutos secos, el pescado azul o el famosísimo aceite de oliva.

Sin embargo, con este último tenemos un problema, y es que pertenece a la categoría de calorías líquidas. Mientras que las calorías en alimentos sólidos suelen ser más saciantes por su tiempo de masticación, las calorías líquidas ingresan muy fácil a nuestro cuerpo y alcanzan el torrente sanguíneo sin demandar esfuerzo por parte del organismo. Según el entrenador Juan Antonio Martín, este tipo de calorías "son una de las formas más habituales de arruinar tu pérdida de peso".

Las calorías líquidas y sus desventajas

Las calorías líquidas, como su propio nombre indica, son aquellas que obtenemos a través de bebidas, alimentos o preparaciones líquidas, como refrescos, zumos, batidos y alcohol. Representan un obstáculo significativo en las dietas de pérdida de peso, ya que no generan la misma sensación de saciedad que los alimentos sólidos, lo que puede llevarnos a un consumo excesivo sin darnos cuenta.

Todos sabemos el impacto que tienen los refrescos azucarados y el alcohol en nuestro organismo; sin embargo, dentro de esta categoría también se incluyen otro tipo de productos, aparentemente saludables, pero que debido a su contenido calórico puede convertirse en un problema si no se controla su consumo. Como es el caso del aceite de oliva, indica Juan Antonio Martín.

El aceite de oliva es un ejemplo clásico de cómo un alimento saludable puede convertirse en un problema. A este aderezo, tradicional en España, se le atribuyen numerosos beneficios para la salud, como su aporte de ácidos grasos monoinsaturados y antioxidantes, que contribuyen a la salud cardiovascular y tienen propiedades antiinflamatorias.

Debido a su perfil nutricional y todas las alabanzas atribuidas en los últimos años, es común encontrar personas que, motivadas por sus beneficios, lo utilizan en exceso al aderezar ensaladas, cocinar alimentos o incluso como complemento en otras preparaciones culinarias. 

Sin embargo, "tienes que ser consciente y controlar cuánta cantidad consumes, ya que, a pesar de sus beneficios, es un producto bastante calórico", apunta el experto. Una sola cucharada de aceite de oliva contiene alrededor de 120 calorías.

Utilizar el aceite de oliva en exceso y a diario, no solo puede dificultar la pérdida de peso, sino que puede contribuir a un aumento progresivo de grasa corporal si no se tiene un control adecuado sobre las porciones.