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El consumo excesivo de azúcar es un problema de salud pública en España. Según datos del Ministerio de Consumo, la población infantil y adolescente consume el 21,5% de la energía de la dieta en forma de azúcares totales (casi el 30% en el caso de los menores de tres años). Datos que indican que una parte de la población española toma más del doble del azúcar recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

Este alto consumo de azúcar no solo se asocia a la ganancia de peso, sino a problemas de salud como la obesidad, la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos por concienciar a la población sobre sus riesgos, su presencia sigue siendo elevada en la dieta cotidiana, especialmente en productos ultraprocesados y bebidas azucaradas.

No obstante, y aunque pase desapercibido, uno de los hábitos más arraigados que contribuye a esta ingesta excesiva es el azúcar añadido en el café diario. Sin darnos cuenta, todos los días añadimos uno o un par de sobres a nuestra bebida. Aunque resulte imposible deshacernos de esta costumbre, la nutricionista Sol Velasco ha confesado que es tan fácil como cambiar nuestra leche normal por leche sin lactosa.

Cómo reducir el azúcar del café

Históricamente, añadir azúcar al café siempre ha servido para enmascarar el amargor de los tuestes oscuros y los cafés de mala calidad. Nuestro gusto está "programado" para evitar los sabores amargos, ya que a menudo se asocian con sentimientos negativos. 

El azúcar no solo hace que el café sea más dulce, sino que también oculta algunas de sus notas más delicadas, cambia su perfil de sabor y para muchas personas, es un paso imprescindible, por lo que puede resultar muy difícil eliminarlo. Sin embargo, según la nutricionista Sol Velasco, cambiar la leche normal por leche sin lactosa es una de las formas más efectivas de disminuir la cantidad de azúcar en el café sin sacrificar demasiado el sabor.

La leche sin lactosa tiene un sabor notablemente más dulce, a pesar de que no se le haya añadido azúcar. La razón de esta dulzura es el proceso de hidrólisis, en el que la lactosa se descompone en dos moléculas más simples: glucosa y galactosa.

Estas moléculas tienen un poder edulcorante mayor que la lactosa en su estado natural, lo que hace que la leche sin lactosa tenga un gusto más dulce sin necesidad de agregar azúcar. Como resultado, al mezclarla con el café, se reduce la sensación de amargor y se puede prescindir del azúcar sin que el sabor cambie de manera drástica.