El término ecpatía proviene del griego ek-patheia (sentir afuera) y hace referencia al proceso consciente de separar nuestros sentimientos y circunstancias de los de las personas de nuestro entorno, un complemento vital de la empatía que equilibra la balanza para la protección emocional y psicológica de uno mismo.

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Propuesta en 2005 por el doctor en Psiquiatría José Luis González de la Rivera*, la ecpatía es un nuevo concepto que se puede considerar complementario a la empatía. El origen de la empatía es relativamente más antiguo y se remonta a 1904, primera vez que se recoge en el diccionario Webster de lengua inglesa. Aunque su equivalente en alemán, 'Einfühlung', sea probablemente mucho más antiguo, ya que Freud suele usarlo a lo largo de sus escritos. 

La Real Academia Española define empatía y ecpatía de la siguiente manera:

  • Elemento Empatía: capacidad de identificarse con algo o alguien. Nos conecta con los demás.
  • Ecpatía: nos hace excluir de manera voluntaria los sentimientos que nos llegan de otras personas y que no son beneficiosos para nuestro bienestar. Activa la mente consiente para saber hasta qué límite es bueno ser empático sin caer en la antipatía.

Según la definición de Gonzalez de Rivera**, la empatía es "la función mental que nos permite no estar centrado en uno mismo y ver las cosas esde el punto de vista del otro, sumergirse dentro del sentimiento ajeno". En cuanto a la ecpatía, "es la acción mental compensatoria que nos protege de la inundación afectiva, y nos permite no dejarnos arrastrar por las emociones ajenas".

¿Para qué sirve?

A través de la ecpatía somos capaces de establecer una frontera entre nuestros sentimientos y los de los demás como para evitar una excesiva implicación en los problemas y el dolor de los demás, tan intensa que, incluso, uno pueda llegar a identificarse con la otra persona y sentir el problema como propio.

Se trata de una estrategia de equilibrio establecida para protegerse a uno mismo de manera que la habilidad de escuchar activamente y apoyar a los demás no se vea mermada por el agotamiento emocional. Ya que, cuando esto sucede, se puede crear una interacción que, lejos de ser sana, no consigue aliviar al otro y hace sufrir a uno mismo. 

Actuar de manera ecpática no significa ser indiferente o ignorar lo que podría estar sucediendo. La ecpatia es un recurso mental que registra la capacidad de involucrarse con los demás desde un nivel sano en el que el objetivo es aprender a separar las cargas y entender cuándo los procesos de aprendizaje o superación no nos pertenecen.

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Sobre esta capacidad de modular la capacidad de involucración y el sentimiento que nos puede producir ver a alguien sufriendo es donde reside la importancia de la ecpatía. Es decir, es una buena regulación entre ecpatía y empatía la que nos permite ofrecer la respuesta adecuada y el apoyo necesarios a la persona que necesita nuestra ayuda.

La ecpatía como proceso mental es fundamental para valorar a las demás personas, pero sin caer en lo que se conoce como 'fatiga por compasión' ni dejar que se conviertan en 'vampiros emocionales' de nuestra energía. Tanto las emociones positivas como las negativas suelen ser contagiosas, ser capaces de activar el mecanismo de ecpatía como un proceso regulador y protector ayuda a frenar este contagio e impacto emocional que puede ser dañino o tóxico.

*González, J. (2004). Empatía y ecpatía. Psiquis: Revista de psiquiatría, psicología médica y psicosomática, ISSN 0210-8348, Vol. 25, Nº 6, 2004, págs. 5-7.

**González de Rivera, J (2004). Empatía y Ecpatía. https://luisderivera.com/wp-content/uploads/2012/02/ecpatia.pdf

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