Las dietas extremas y los planes de pérdida de peso ya no están de moda. Ahora lo que importa es sentirse bien, fuerte y sano. O eso nos dicen. Pero por poco que nos gusten, hay algunos consejos a tener en cuenta. Se trata, simplemente, de saber qué comemos y cuándo lo comemos. Preocuparse un poco por la materia prima y saber cómo distribuir nuestras comidas. Y una vez lo interiorices, verás que no es nada difícil.

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Endulzar no está prohibido

El azúcar es adictivo y es el primer paso por el que empezar. Pero disminuir su consumo no significa eliminarlo por completo. Hay sustitutos naturales que son el complemento perfecto del primer café de la mañana, como la stevia. Endulza bastante, pero no crea los picos de glucosa en sangre que te llevan a necesitar más en pocas horas.

Otras opciones igual de saludables pueden ser, siempre sin abusar, el sirope de arce, la canela o la miel. Pero descarta cualquier sustitutivo químico del azúcar, como pueden ser la sacarina o el aspartamo, porque si lo que queremos conseguir son hábitos saludables, estos no ayudan en absoluto.

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Si, además, eres de los que practica mucho deporte y tienes una adicción preocupante al azúcar, deberías conocer lo que es la glutamina. Se trata de un aminoácido bueno que hace creer a tu cuerpo que está recibiendo azúcar y que puede ayudarte a luchar contra ella. Se encuentra en algunas vitaminas y suplementos alimenticios.

Empieza a elegir el mejor queso

Lo que no quiere decir que los demás no sean buenos y estén ricos, sino que has de aprender a saber cuáles son los menos lesivos para tu salud: los que se hacen a partir de la leche de oveja, como son el queso feta o el manchego, los quesos de cabra o la exquisita mozzarella de búffala. Lo importante es saber de qué animal provienen, pues cuanto más sano es ese animal más sano es el queso que da. Mantenerse en opciones orgánicas es la mejor forma de conocerlos.

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Di sí a comer la yema del huevo

Estamos acostumbrados a escuchar que la parte más rica del huevo es la peor de todas, demasiado colesterol en sangre. Pero lo que la gente no sabe es que el colesterol al final, es una suma de azúcar y carbohidratos. Y la yema no es el único alimento que las aúna, hay otros muchos peores.

Además, cuando ingieres comidas fragmentadas, el cuerpo empieza a buscar eso que le falta y se queda con alimentos que son aún menos saludables. Las yemas de los huevos contienen muchos de los nutrientes que ayudan al correcto funcionamiento de las células, especialmente las del cerebro. ¿Por qué, en vez de eliminarlas, no controlamos el número de ellas?

Come pescado pequeño

Y es que el pescado, cuanto más grande y adulto es, más contenido de mercurio tiene. Bien es cierto que todos los peces en el mar lo ingieren, pues todos se alimentan de plancton. Pero también es bien sabido que los grandes se comen a los pequeños, por lo que la cantidad de mercurio que tiene, por ejemplo, el atún, es mucho mayor que el que tienen otras especies, como el salmón o el lenguado.

El mercurio está relacionado con un incremento del riesgo de padecer Alzheimer. Por lo que es mucho mejor abusar de la ingesta de anchoas, sardinas o pescados más pequeños y dejar que los grandes no se queden con el protagonismo de nuestra dieta. Porque, como en todo, el éxito está en saber combinar sin abusar.

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Modifica tu desayuno

Sí, un pequeño gesto con el que ganarás muchos puntos. Para empezar el día, lo mejor es alejarse de esa manía de comer fruta y cereales sin más. Tu primera necesidad no es gluten y azúcar, o al menos, no lo es en cantidades industriales.

Lo mejor es conocer cuáles son esas ‘grasas buenas’ de las que oyes hablar e incluirlas en este momento: aguacates, huevos revueltos o cocidos y el aceite de oliva son las mejores opciones para acompañar el café. Combínalas con algo de cereales y proteínas, dejando la fruta para media mañana.

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