Hay destinos que, pese a ser de sobra conocidos, siempre pueden sorprendernos porque esconden tesoros por descubrir. Este es el caso de Mallorca, amada por nacionales y extranjeros, se presenta como uno de esos paraísos perfectos para pasar las vacaciones de verano o una escapada en cualquier época del año. ¡El tiempo siempre es un Sí!
Además, pocos lugares cuentan con el valor añadido de ser el refugio estival de los Reyes de España, sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, y la emérita doña Sofía y su hermana, Irene de Grecia.
La posibilidad de poder encontrártelos por las calles del centro de Palma de Mallorca o en alguno de los restaurantes de la ciudad suma puntos.
El 4 de agosto se produce la recepción con las autoridades que Felipe VI y la reina Letizia presiden en el Palacio de Marivent. Construido en un tiempo récord, entre 1923 y 1925, por el arquitecto Guillem Forteza, sus escalinatas han sido protagonistas de los posados veraniegos de la Familia Real desde 1973 cuando se le cedió su uso como residencia de veraneo.
El rey Felipe VI junto a Letizia y sus hijas en Marivent. Efe
Palacios y jardines reales
Aunque el interior no se puede visitar, sí se permite la entrada a los jardines (excepto en verano), que reciben cada año a numerosas personas, atraídas sin duda por el gancho royal del lugar. Tienen una extensión aproximada de 10.000 m², aglutinando más de 40 especies vegetales autóctonas, y está adornado con 12 esculturas de bronce de Joan Miró.
Si a esto le añadimos que la finca está situada en un acantilado en Cala Mayor, a las afueras de Palma de Mallorca, con unas vistas increíbles a la bahía, dar un paseo por allí parece obligado.
No es el único enclave de sangre azul que se puede recorrer, los seguidores del universo royal deben acudir también a los jardines de La Alfabia, escenario de la sesión de fotos de los Reyes en 2023.
Situados en la carretera de Palma hacia Sóller están considerados unos de los más bonitos de España. Se trata de un conjunto de origen árabe medieval, con un lago de nenúfares, palmeras, bambúes, naranjos... Durante el recorrido se descubren canales de agua, fuentes y una preciosa casa señorial. La entrada general cuesta nueve euros.
Palacio de La Almudaina.
Volviendo a los palacios, el que sí se puede visitar y también figura como residencia real es el de La Almudaina, donde Felipe VI y Letizia así mismo han protagonizado un posado estival. Fue levantado a principios del siglo XIV, entre 1305 y 1314, y el patrimonio arquitectónico recoge varios estilos, desde el árabe pasando por el gótico y el renacentista.
En su interior, merece la pena descubrir sus tesoros, como el patio de armas, con su león de mármol blanco, los baños árabes y el salón mayor, el más importante del castillo. La tarifa básica cuesta solo siete euros.
Pueblos con encanto
Las calles empedradas de Valdemosa.
Hay gente que al pensar en Mallorca le viene a la cabeza solo fiesta y playa. Pero hay mucha vida más allá de la famosa Magaluf, la isla cuenta con rincones idílicos, donde se respira naturaleza y tradición y que son parada obligada.
Uno de ellos es Valdemosa en plena sierra Tramontana. Caminar por sus bellas y pintorescas calles empedradas te hace viajar al pasado. En este pueblo ubicado a menos de 30 km de la capital, se erige majestuosa la Real Cartuja, que los monarcas y sus hijas visitaron en el verano de 2022.
Dentro del imponente conjunto monumental se encuentra un antiguo palacio de 1309; una iglesia con frescos de Bayeu, el cuñado de Goya; un hermoso y largo corredor con arcos blancos que conduce a diferentes celdas que los monjes habitaron durante 400 años y terrazas con una de las vistas más espectaculares al valle.
'Rivaliza' en belleza con Valdemosa, Puerto Sóller, que está a 23 kilómetros. Su nombre viene del árabe 'suliar', que significa cuenco o valle dorado, y sus monumentos más importantes son obras de Joan Rubió i Bellver, discípulo de Gaudí, como la iglesia neogótica de San Bartomeu y el banco de Sóller.
El tren de madera en Puerto Sóller.
Se puede viajar desde Palma hasta allí en un precioso tren antiguo de madera para poder admirar el maravilloso paisaje durante el trayecto. En el puerto de la localidad quedan muchas casas de pescadores, en el barrio de Catalina, y también se puede disfrutar de la playa, tanto en Sóller como en lugares cercanos, donde se esconden coquetas calas.
Alcudia, Pollensa y la propia Palma también son enclaves llenos de secretos por descubrir.
Calas y restaurantes
Por supuesto, viajar a Mallorca invita a relajarse en sus increíbles playas y calas de arena blanca y aguas turquesas. La isla ofrece rincones para perderse, alejándose de las zonas masificadas, solo hay que conocerlos y elaborar una ruta para visitarlas una a una. Coge un coche, pon el GPS... ¡y a la aventura!
Cala de Portals Vells.
Si en tu escapada priorizas la comodidad, el destino que no puedes perderte es Portals Vells, en Calviá ya que a esta playa puedes acudir fácilmente en coche, así como disfrutar del esnórquel y el buceo durante todo el día.
La magia del lugar reside en la historia de sus cuevas, bautizadas como De la Mare de Deu. Se dice que fueron utilizadas en el siglo XV por marineros de Génova para salvarse del huracán que les acechaba durante su travesía. Tras esto, crearon un altar a la Virgen María a modo de agradecimiento, del que hoy se conserva su totalidad.
En la bahía de Formentor está situada la Cala Murta, sitio ideal debido a su poca afluencia y a su contraste entre las aguas translúcidas y su exuberante vegetación. Realmente, es un entrante de mar de unos 180 metros al que se puede acceder en barco o a través de un sendero de un kilómetro y medio.
Para los que busquen aventura a la par de soledad, la isla también les tiene preparados una opción: Cala d'Egos, en la costa de Andratx. Se trata de una playa virgen con unos 60 metros cuyo acceso es bastante complicado, teniendo que recorrer un sendero de cuatro kilómetros con gran desnivel.
Cala d'Egos.
A pesar de que no sea un lugar para todos los públicos, merece la pena una vez que estiras la toalla en su arena fina ya que, al estar rodeada de un pinar y arbustos bajos, se convierte en un enclave salvaje a la vez que relajado.
Está claro que nadar da hambre y después de un día agotador de playa lo que apetece es darse una ducha y salir a cenar.
El restaurante Mía en un must si quieres seguir los pasos de la Familia Real ya que para ellos, se ha convertido en parada obligatoria de sus vacaciones estivales.
En la zona de Es Portitxol y con vistas al puerto, el local del restaurador mallorquín Guillermo Cabot ofrece una amplia variedad de pescados frescos y platos tradicionales de calidad muy cuidada, así como el buñuelo de ensaimada como postre estrella.
Desde que en 2021 el restaurante Suculenta llegó al noroeste de la isla se ha proclamado como una combinación de buena comida, diseño y ubicación inmejorable. Con vistas a las montañas y al mar al mismo tiempo podrás degustar sus platos y cócteles de ensueño.
Dentro de su carta, los productos locales se entremezclan con otros de origen asiático como el tartar de salmón picante sobre nigiri crujiente y la gran oferta de productos frescos hace que decantarte por una opción sea una ardua tarea.
Si lo que quieres es aprovechar tu visita a la isla para probar los platos más exclusivos de algún estrella michelín, el Sa Clastra es un acierto seguro.
Recién incorporado a la Guía Michelin, en 2024, está ubicado en la finca Castell Son Claret del siglo XIV y aunque desde sus mesas no se puede ver el mar, el chef Jordi Cantó logra que ese detalle se te olvide por completo.
Su cocina es un juego de contrastes entre el refinamiento y las raíces, innovadora, pero profundamente accesible.
