Darse el "sí, quiero" se ha convertido en toda una experiencia. Hace mucho que ya no se trata solo del día de la boda, sino de todos los preparativos: del antes, durante y después. Y el último adverbio de tiempo de esta lista implica, en este caso, la luna de miel.
Al igual que sucede con el resto de elementos que componen el día B, las tendencias también modelan a su antojo estos viajes. Combinaciones como Maldivas y Japón, Nueva York y Cartagena de Indias, vivir la aventura de un safari o recorrer Australia en coche han estado en boga durante los últimos años.
Sin embargo, el portal especializado en este tipo de eventos, Bodas.net, ha arrojado luz con su informe anual sobre el sector. En este caso, 6.700 parejas que pasaron por el altar en 2024 han respondido al cuestionario. Del total, un 89% reconoció que se fueron de honeymoon.
No obstante, lo más interesante es que ahora lo que está in cambia de rumbo. Ya no se trata de destinos de ensueño, o al menos no solo de eso, sino de cómo se experimentan esos rincones que la pareja escoge para seguir celebrando su historia.
'Minimoon'
Este tipo de viaje se trata de una alternativa exprés donde los novios tienen por delante una estancia más corta de lo usual. Normalmente, suelen durar de 10 días a dos semanas, así que en este caso se vería reducida a entre cinco y siete jornadas.
Igualmente, el término minimoon también se utiliza para hacer referencia a una pequeña escapada de la que la pareja a veces disfruta justo antes de la boda para desconectar como previa al empujón final y permitirse también tener tiempo de calidad para ellos.
En este caso, los destinos escogidos suelen ser más cercanos y muchas veces se opta por estancias que combinen también una parte de relajación con la contratación de masajes y diferentes tratamientos de belleza.
La luna de miel al uso y esta nueva opción son compatibles.
'Buddymoon'
De entrada, se piensa en un viaje de bodas como sinónimo de playas paradisíacas, rincones exóticos y experiencias de lujo, todo ello aderezado con mucho amor.
Sin embargo, el concepto buddymoon le da una nueva dimensión a estas propuestas: ir de luna de miel y compartir tal experiencia con los mejores amigos de la pareja. Esta posibilidad permite darle un giro de diversión a cualquier plan. Al fin y al cabo, la felicidad compartida es doble.
Lo recomendable es que en la planificación de estos viajes se deje espacio a los protagonistas del mismo para disfrutar de su privacidad y poder así mantener un equilibrio entre los dos elementos que componen este tipo de propuestas.
'Megamoon'
Una pareja de vacaciones en un enclave de ensueño.
Aunque el sustantivo sea inglés, el prefijo 'mega' ya deja entrever a qué se refiere esta tendencia: estancias en lugares del mundo muy lejanos del punto de partida y que se alargan mucho más en el tiempo.
Por supuesto, son estadías cuyo presupuesto se engrosa. Según Bodas.net, de media, "las parejas se gastan 5.178 euros en esta partida, aunque un 20% afirma haberse invertido más de 8.000 euros y un 10% superan los 10.000 euros".
Hay recién casados que están meses recorriendo el mundo, pero lo más curioso es, quizás, el surgimiento del concepto de 'luna de miel solidaria', que consiste en hacer un voluntariado. Normalmente, estos proyectos se extienden por un largo periodo de tiempo.
Para repetir
Bodas de oro, de plata y de bronce. Estos metales van marcando el paso de los años tras el "sí, quiero". Pero ahora existen otras muchas categorías y hay parejas que renuevan sus votos o celebran aniversarios de formas muy especiales.
A veces, volver al lugar de la luna de miel no es mala idea, sobre todo si la primera vez se disfrutó a fondo. Hay personas que lo hacen de forma anual, cada cinco o diez años. Y en muchas ocasiones vuelven a intercambiar alianzas en el lugar de destino en cuestión.
Viajar con conciencia
Además de estas cuatro tendencias principales, también toman fuerza las lunas de miel que parten de la base de la ecosostenibilidad.
En este caso, un país idóneo para aterrizar es Costa Rica, muy conocido por sus ecoresorts, un complejo turístico que está planificado desde el respeto hacia la naturaleza, adaptándose a los límites de la misma.
Romanticismo gastronómico
Por último, cada vez es más normal que la oferta culinaria de un país mueva a las parejas a tomar decisiones sobre sus viajes nupciales. Ese fue uno de los motores que llevó a Ángela y Juan José, que se casaron en noviembre de 2023, a visitar Japón después de jurarse amor.
Ángela y Juan José el día de su boda.
¿Por qué marcaron Japón en el mapa para esta ocasión tan especial?
Sabíamos desde hacía mucho tiempo que queríamos descubrir al máximo todo lo que tenía que ofrecer ese lugar. Era algo de la boda sobre lo que estábamos de acuerdo desde el primer momento.
Somos amantes, además, de todo lo que probamos de la cocina asiática, por lo que la decisión fue tan sencilla como sumar uno y uno.
Estuvimos allí diez días y sentimos a la vuelta que podríamos haberlo alargado un poco más. La cultura de la nación nipona es increíble y tan diferente a la nuestra…
¿Fue entonces la cuestión gastronómica algo determinante a la hora de escoger el destino?
Por supuesto. Sabemos que puede sonar extraño, pero somos unos enamorados del sushi, aunque no queremos reducir la cocina japonesa solo a ese plato.
En nuestra boda no faltó un bufé con un experto preparándolo en directo. Para nosotros, todo tenía mucho sentido.
De hecho, en el propio viaje aprovechamos para hacer un taller de cocina asiática. Nuestra agencia se encargó de organizarlo todo y nosotros solo nos preocupábamos de disfrutar.
La pareja con el Monte Fuji de fondo.
¿Decidieron combinar la estancia allí con alguna otra parada?
Estuvimos pensando en visitar también Tailandia, pero lo cierto es que no disponíamos de tanto tiempo como nos hubiera gustado. Además, un muy buen amigo se casaba en una fecha muy similar a la nuestra y logramos cuadrarlo de tal forma que llegamos de vuelta justo el día anterior a su boda.
¿Qué es lo que más os gustó de la experiencia?
¿Aparte de la comida? (Risas). Lo cierto es que, además de lo obvio, conocimos también a otras parejas que estaban haciendo la misma ruta que nosotros.
Sabemos que parece un cliché eso de irse a la otra punta del mundo y acabar con españoles, pero sentimos que también pudimos aprovechar esa parte y fue algo que de entrada no teníamos en mente.