De izquierda a derecha, Laura Fernández, CEO y cofundadora de All Woman; Stephany Oliveros, CEO de SheAI; y Melissa McDermott, fundadora y CEO de Reclaim, retratadas en el club de Juno House en Barcelona.

De izquierda a derecha, Laura Fernández, CEO y cofundadora de All Woman; Stephany Oliveros, CEO de SheAI; y Melissa McDermott, fundadora y CEO de Reclaim, retratadas en el club de Juno House en Barcelona. Cedida

Protagonistas

Estas tres emprendedoras hoy aceleran la IA en España: "Si tu negocio te va mal y me llega tu currículum, te contrataría"

Son empresarias de Juno House al frente de proyectos punteros basados en tecnología que impulsan el impacto positivo en la moda o la educación.

Más información: Las mujeres europeas trabajan 'gratis' desde hoy por la brecha salarial: en España empezarán a hacerlo el 29 de noviembre

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Lleva Europa ya varios años ambicionando tener su propio Silicon Valley. Londres, París, Ámsterdam, Berlín o Zúrich compiten por liderar la carrera tecnológica y, en ese mapa, España ha colocado tres nombres en la conversación: Madrid, Málaga y también Barcelona, que ya figura entre los grandes hubs de innovación del continente.

Con entre 2.000 y 2.500 startups registradas y un ecosistema emprendedor valorado en más de 30.000 millones de euros, la capital catalana concentra empresas, superordenadores, ferias como el Mobile World Congress y un tejido de parques y aceleradoras que la han convertido en uno de los polos más dinámicos del país.

El tecnológico es un sector especialmente cambiante dadas las bondades y los desafíos que ha traído consigo la inteligencia artificial (IA) y, aunque el mundo entero la ve como un pastel del que pueden salir muchas porciones jugosas, estas siguen sin repartirse de manera totalmente equilibrada: sólo el 22% de las empresas emergentes están fundadas por mujeres.

En España, las cifras del liderazgo femenino en los negocios van equilibrándose, pero aún son tozudas. Otro dato: ellas sólo representan el 19,3% de CEO en el país, según datos de Women In Business 2025. Sobre este escenario se mueven las historias de tres emprendedoras que, precisamente desde la Ciudad Condal, trabajan en la intersección entre innovación e impacto social.

Negocios en clave techie

La primera es Laura Fernández, CEO y cofundadora de AllWomen, el primer campus de especialización en IA exclusivo para mujeres. Un proyecto que nace por impulso de una empresaria que, en realidad, poco tiene que ver con el sector —antes trabajaba vinculada a festivales de cine—. Su vida cambió cuando volvió a España tras un tiempo fuera.

Empezó a trabajar en un coworking y ese espacio fue su primer acelerador. Fernández creció con la idea de que quienes montaban empresas eran "señores con recursos", dice, vinculados a grandes despachos y trajes de ejecutivo. Allí descubrió otra escena: empresarias con un portátil, una idea y proyectos que vendían al mundo desde mesas compartidas.

Al mismo tiempo, en los medios iban apareciendo cada vez más titulares sobre la falta de perfiles tecnológicos en el país. Había una demanda creciente en programación, datos, etc. Sin embargo, ese nuevo empleo no estaba llegando a ellas en la misma medida. Fernández y su entorno leyeron ahí algo más que una oportunidad de negocio: una "brecha" por cerrar.

Retrato de Laura Fernández, al frente de AllWomen.

Retrato de Laura Fernández, al frente de AllWomen. Cedida

De esa constatación nació en 2018 AllWomen, una academia y comunidad con mirada global que ha formado "a casi 3.000 mujeres de más de 40 nacionalidades", presume su cofundadora, de la mano de profesoras que trabajan en empresas de referencia y que incluso recomiendan a sus alumnas en sus propios procesos de selección.

La apuesta de Fernández parte de la idea de que quien diseña la tecnología organiza la vida cotidiana. "Hablamos de futuro, pero en realidad se trata de mejorar nuestro presente. El sector tecnológico ya está decidiendo cómo vivimos, si accedemos a un crédito o un tratamiento médico", asegura.

Lo que dice queda avalado por estudios como el que este año publicó la Clínica Jameel del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), en el que se revelaba que algunos modelos de IA —GPT-4 de OpenAI entre ellos— recomendaban menos atención sanitaria a las mujeres que a los hombres.

De ahí viene la urgencia, insiste Fernández, de que "tanto ellas como los colectivos minoritarios participen activamente en los diseños tecnológicos, porque necesitamos crear soluciones que representen a todos". En un país donde menos del 20% de especialistas digitales son mujeres, su campus pretende hacer de ese reto una oportunidad de cambio real.

"De hecho, cuando surgió ChatGPT, el 80% de los usuarios tenían nombres masculinos", interviene Stephany Oliveros, al frente de SheAI. Su historia suma capas a la idea de emprendimiento tecnológico en España: nació en Venezuela, estudió Física Médica y se imaginaba una carrera desarrollando productos tech ligados a la salud.

Stephany Oliveros dirige la plataforma SheAI.

Stephany Oliveros dirige la plataforma SheAI. Cedida

"Siempre fui muy apasionada de la educación", cuenta. La coyuntura política la obligó a salir del país y a recomenzar en otros lugares, entre ellos España y Reino Unido. Ese itinerario coloca varias barreras sobre la mesa: idioma, cultura... "Se trata de volver a reintegrarse en una sociedad diferente, con oportunidades distintas", resume.

Mientras encajaba esas piezas, Oliveros amplió su formación graduándose en Psicología, pero no acabó en consulta, sino trabajando como product manager en tecnología, estudiando cómo la IA afecta a la cognición y al comportamiento. Cuando migró, confiesa, "me hubiera gustado haber contado con una red que me ayudara".

Su proyecto también cubre la necesidad de formar a mujeres de cualquier rincón del mundo en una disciplina marcada por el hecho de que sólo el 35% de ellas utilizan la IA profesionalmente, en comparación con el 54% de los hombres. En su plataforma, de la que espera "sacar pronto una app móvil", ya se fijan muchas universidades y hasta la ONU.

Junto a ellas se sitúa Melissa McDermott, que pisa el acelerador de la innovación en la moda circular. Nacida en la Costa Oeste de Estados Unidos, vivió en San Francisco y Nueva York, se adentró en el textil a través de la firma GAP, pensando que trabajaría en marketing. La industria, "la segunda más contaminante del mundo", reconoce, la atrapó para siempre.

Se formó en entornos donde las mujeres ocupaban puestos clave: directivas "exitosas, brillantes, poderosas, internacionales" que invertían en el desarrollo de los equipos. Ese modelo dejó huella en ella, que no ha hecho más que viajar a lo largo de sus más de 20 años de carrera ejecutiva. En 2005 aterrizó en Barcelona y se incorporó al equipo de Mango.

La firma liderada entonces por Isak Andic, a quien recuerda como su gran mentor, estaba revolucionando la cadena de suministro en el sector. Parte de su trabajo implicaba viajar con asiduidad a fábricas de Pakistán, India o Bangladesh, y fue precisamente ese contacto con las condiciones del textil lo que encendió su conciencia sobre la necesidad de cambiar el sistema.

Melissa McDermott lanzó en 2024 su propio negocio, Reclaim.

Melissa McDermott lanzó en 2024 su propio negocio, Reclaim. Cedida

Después de Mango llegaron los fondos de capital privado y otras marcas europeas. Al cabo de dos décadas en el sector, McDermott decidió emprender por su cuenta. Invirtió sus ahorros, buscó cofundadores con perfiles técnicos y se encontró con una realidad conocida por muchos emprendedores: no siempre aparece la socia o el socio ideal.

Terminó aceptando que sería fundadora única de su negocio y en septiembre de 2024 creó Reclaim, una herramienta de compra basada en IA que facilita a marcas y consumidores la reventa, el reciclaje y la donación de ropa, alargando la vida útil de cada prenda y reduciendo su impacto en el planeta.

Entre el apoyo y la burocracia

Más allá de sus proyectos, las tres coinciden en que emprender en España es una aventura exigente, llena de incertidumbre, pero también de autodescubrimiento. "Montar un negocio es como hacerse un MBA —máster en Administración de Empresas—, hacer coaching e ir a terapia, porque aprendes muchísimo de ti misma", reconoce Fernández.

"A veces es duro", añade la empresaria, porque tener un negocio implica aceptar llevar un "estilo de vida maratoniano", dice, pero asegura que vale la pena: "Si tienes esa chispa de ver un problema que nadie está resolviendo y sientes que puedes aportar algo distinto, el paso hay que darlo. Ya encontrarás la fórmula" a base de prueba y error.

También insiste en la necesidad de normalizar esto último porque, si bien el ratio de supervivencia de los proyectos no siempre juega a favor de los emprendedores, defiende que es un camino que compensa. "Y si el negocio no sale, tú sigues valiendo un montón", subraya en la conversación con esta revista.

Como empleadora, asegura que a ella misma le interesan las personas que han dado el paso de montar una empresa, aunque el resultado no haya sido el ideal. "Si me llega su currículum las contrataría, serían de las mejores", afirma. "Han detectado una necesidad, han intentado resolverla, se han movido a todos los niveles. Todo lo que se aprende así es oro".

El otro gran consenso es el del reto de la financiación. A escala global, apenas entre un 2% y un 3% del capital riesgo llega a startups fundadas únicamente por mujeres; en Europa, las empresas con fundadoras siguen moviéndose en torno al 10% del total del capital levantado.

Oliveros pone el foco en cómo se traduce eso en el día a día de una autónoma extranjera. "La parte dura es la que todo el mundo comenta, y es una realidad totalmente", resume. Y añade que SheAI encaja en todas las casillas de muchas ayudas públicas —tecnología, diversidad, formación—, pero aún no han conseguido que les aprueben ninguna.

El obstáculo, asegura, es la burocracia. "Los procesos son largos y complicados", lo que se complica aún más al venir de fuera: "Si no eres de aquí y no sabes muy bien con quién tienes que hablar, es difícil". Pese a ello, destaca: "La actitud de la gente es increíble; cada vez que contamos el proyecto nos encontramos a muchas personas que quieren ayudar".

De izquierda a derecha, Beatriz de Vicente, de Juno House; Melissa McDermott, de Reclaim; Stephany Oliveros, de SheAI; y Laura Fernández, de AllWomen.

De izquierda a derecha, Beatriz de Vicente, de Juno House; Melissa McDermott, de Reclaim; Stephany Oliveros, de SheAI; y Laura Fernández, de AllWomen. Cedida

McDermott comparte esa visión ambivalente. "Los trámites son horribles, pero cada día vamos mejorando", ríe. En su caso, pesa mucho la parte personal: lleva dos décadas entre Madrid y Barcelona y asegura que "este país me recibió muy bien" con un castellano chapoteado que hoy maneja a la perfección.

Su lectura desde el textil es que el país parte con una ventaja evidente —una industria potente impulsada por gigantes como Mango, Tendam o Inditex— y, por tanto, también con una responsabilidad: "Tenemos la obligación de seguir cambiando el mundo. Hemos transformado la moda hacia la fast fashion y ahora podemos virar hacia un consumo más responsable".

También reivindica el potencial que hay en el país para "seguir aumentando el número de unicorniosstartups privadas que han alcanzado una valoración de mercado de más de 1.000 millones de dólares sin tener presencia en Bolsa—", en lo que coincide Fernández, pero subraya que para lograrlo hace falta una estructura de apoyo más robusta.

"El nuestro es un mercado muy noble, pero tiene que ponerse las pilas en materia de fiscalidad y en facilitar el trabajo a las emprendedoras". Reclama un entorno más flexible, que permita probar ideas innovadoras sin chocar de frente con la rigidez legal, especialmente en los primeros meses de vida de un proyecto, cuando aún se está testando su modelo de negocio.

Garantizar una legislación más laxa es lo que precisamente se pretendía este año con la aprobación de una nueva Ley de Startups que, entre otras cuestiones, permite a los españoles compaginar sus proyectos con trabajos por cuenta ajena sin tener que cotizar como autónomos durante tres años y elimina algunos aranceles notariales necesarios para crear una empresa.

Impulsar la mentalidad emprendedora

De la mano de proyectos como los de estas tres protagonistas, Barcelona sigue consolidándose como un laboratorio de nuevas formas de liderazgo femenino, y espacios como Juno House —una comunidad creada por y para mujeres en la capital catalana orientada al bienestar holístico y el desarrollo profesional actúan como catalizadores de esa transformación.

Coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer Emprendedora, el club celebra la segunda edición del proyecto Founders' Mindset, un encuentro que pone el foco en cómo la mentalidad emprendedora puede "generar cambios desde dentro de las propias organizaciones", explica Beatriz de Vicente, su CEO e impulsora de la iniciativa.

Beatriz de Vicente, CEO de Juno House.

Beatriz de Vicente, CEO de Juno House. Cedida

Para la directiva, el dato de que menos de 2 de cada 10 CEO son mujeres no es una anécdota, sino "un reto que no hemos sido todavía capaces de solucionar", lamenta. Su lectura es clara: "diversidad equivale a mayor competitividad" y, por tanto, lo que está en juego no es solo justicia social, sino el propio rendimiento del tejido empresarial.

"Las mujeres no están pidiendo un espacio diferente, lo que quieren es acelerar la transición para que se llegue a la paridad lo más rápido posible", explica, y en ello cree que las nuevas generaciones están teniendo un papel fundamental. "El relevo generacional está cambiando la forma de trabajar", asegura.

De Vicente traza una radiografía bastante clara de por dónde va el liderazgo en España: más humano, más consciente y más atento que nunca al propósito. Habla de nuevas generaciones que "ya no están dispuestas a sacrificar toda su vida personal por el trabajo" y que ponen sobre la mesa la conciliación y la salud mental como condiciones, no como extras.

Ahí encaja el lema que reivindica desde Founders’ Mindset, Progress Over Perfection: menos miedo a equivocarse y más voluntad de hacer cambios reales —como los impulsan Laura Fernández, Stephany Oliveros o Melissa McDermott— para que la igualdad y la diversidad dejen de ser una nota a pie de página y pasen a formar parte del negocio.