La comandante Pilar Mañas (45 años) creció escuchando las hazañas de sus tíos abuelos, militares de infantería, que participaron en el desembarco de Alhucemas. En Zaragoza, su abuela materna se encargaba de mantener viva la memoria y la historia de sus dos hermanos que perdieron la vida en la Guerra Civil, "como tantos españoles", a través de las cartas que le habían escrito.

Pilar creció rodeada de medallas que en su brillo narraban el amor por la institución que se respiraba en su familia; de uniformes que ahora están en el Museo de Infantería de la Academia en Toledo; de los libros de las academias donde habían estudiado sus familiares y hasta de la caja del tricornio de su bisabuelo, oficial de la Guardia Civil. La historia del último siglo de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado se podía respirar entre las cuatro paredes de la casa de su abuela en cada merienda o cada sobremesa familiar.

"Yo creo que mi abuela y mi bisabuela, si hubieran podido, también hubieran sido militares. Más que ellos. Porque realmente lo que te transmitían era esas ganas de entrar en el Ejército", recuerda esta aragonesa en la puerta del cuartel general del Ejército del Aire, donde ahora está destinada, nada más ni nada menos, que como ayudante del Jema (Jefe de Estado Mayor del Ejército del Aire).

Ejército del Aire

Pero en la época de su abuela, era impensable que una mujer se pusiera el uniforme militar, ni que entrara en el Ejército y mucho menos que mandara una unidad del Ejército del Aire, como consiguió Pilar Mañas, en 2017, convirtiéndose en la primera mujer en lograrlo en este área.

Pregunta.- ¿Por qué ha costado tanto que una mujer mandara en el Ejército?
Respuesta.- No es que a las mujeres nos haya costado más, es que tienes que llegar a un empleo para poder hacerlo. Tienes que pasar varias etapas para llegar a ser comandante y luego tener la oportunidad, porque la vacante es para todos. Es cuestión de tiempo y por mucho que quieras correr, si no tienes los requisitos, no puedes llegar.

Cuando Pilar terminó la Selectividad, ya estaba claro que lo que quería era ser oficial del Ejército del Aire. A nadie le sorprendió porque lo venía repitiendo desde pequeñita, aunque en esos años, nadie le advirtió de que entonces las mujeres no podían ser militares. Cuando llegó su turno, la puerta estaba abierta y hacía cinco años que la primera fémina había entrado en una academia militar del Aire.

"Era pequeña y no era consciente de si se podía ser piloto o no. Y cuando tuve que tomar la decisión, ya se permitía el acceso. Además, en mi casa nadie me dijo nunca que no podía ser. Siempre me apoyaron y lo veían bastante normal".

Beatriz Donlo

Con todas sus ilusiones en el petate, Pilar Mañas salió con 18 años de Zaragoza para hacer un largo camino que le iba a llevar directamente al cielo: la Academia de San Javier.

"En toda la Academia, éramos siete chicas, entre los distintos cursos, y 400 chicos", recuerda aclarando que Murcia se convirtió, en esos años, en su segunda casa sólo por la felicidad que sentía en cada clase, en cada práctica, en cada ejercicio.

P.- ¿Estaba adaptado el Ejército para la llegada de mujeres?
R.- Había temas de uniformidad que había que adaptar, y que poco a poco se fue haciendo, algún tema de instalación pero menor, porque realmente estaba preparado para nuestro acceso. Íbamos a vivir allí muchos años y no se podía improvisar y lo que había menos adecuado se intentaba resolver lo antes posible. Todo el mundo colaboraba.

La comandante Mañas reconoce que a veces "chocaba que estuviéramos" pero explica que "la integración fue más fácil y flexible de lo que se piensa": "Hubo que cambiar cosas que salían de forma natural entonces, como esa parte de caballero que aquí hay que ponerlo en segundo plano porque si tiene que pasar un compañero que tiene otro empleo por delante tuya, pues pasa. Pero eso fue rodando con naturalidad y sentido común".

Beatriz Donlo

Su hermana

Pero para arrancar motores militares, Pilar no sólo contaba con las historias de sus tíos, su padre estuvo a punto de ser guardia civil y su hermana, Teresa de Jesús Mañas, es otra de las mujeres que ha ido rompiendo primeras veces en el ámbito castrense, ella en el Ejército de Tierra.

"Es muy rompedora también. Entró en una compañía de Regulares, en Infantería, es infante de alta montaña, un puesto muy de élite, y ha ido rompiendo moldes en toda su carrera", explica con ese punto de orgullo de quien ve en su hermana mayor un camino a seguir.

Y bromea con las comidas familiares en las que los temas de conversación suelen ser "ejercicios, maniobras, vuelos", casi un recorrido de pruebas, "tipo yincana", donde sólo les ha faltado "una tercera hermana que fuera la Armada, para tener a los tres Ejércitos".

Uniformes verdes y azules por todos lados que casi es la vestimenta más natural en la casa de las Mañas. "En la tradición familiar se nos han inculcado valores propios de la institución. Estábamos muy familiarizadas con los uniformes".

Por eso, este 12 de octubre de 2020 se antoja raro, silencioso y demasiado tranquilo. Pilar Mañas reconoce que va a ser un poco diferente y rehúye la palabra triste casi por un optimismo natural. "Será un poco atípico", asegura.

Sólo el recuerdo de los desfiles donde ha participado le impide cerrar la boca de felicidad. Con su inmensa sonrisa marca lo importante que esta demostración es para muchos de los que conforman el Ejército: "De alumnos desfilamos. Todo el mundo debería de pasar por esa experiencia porque es brutal. El cariño, el apoyo y la acogida que te da Madrid en el desfile del 12 de Octubre es increíble".

Sus planes para este día son "estar al pie del cañón, como siempre, porque nosotros estamos 24-7, todos los días del año" y no piensa descansar aunque sea fiesta. "Hay que dar otro tipo de servicio y estaremos ahí con todo. Por supuesto es el día de la Fiesta Nacional y estaremos apoyando con los corazones".

Los ojos grandes de la comandante se aceleran mientras escucha las preguntas. El sol cae directo en la explanada del cuartel pero a ella no parece afectarle. "Estamos acostumbrados", confiesa. La camisa, la chaqueta, la falda, sus insignias, los zapatos, el pelo recogido... puro orden y disciplina.

Por eso, no es de extrañar que cuando explica cómo conjuga la vida militar con la personal lo cuente como si fuera una estrategia castrense. "Con una previsión a corto o medio plazo pero siempre teniendo planes de los que consideras de emergencia. Todo muy organizado para que si ocurre algo lo tengamos cubierto, como ocurre dentro del Ejército, con varios planes alternativos", y sonríe al darse cuenta de que hablamos únicamente de organizarse en casa.

Ejército del Aire

Las pilotos del Ejército del Aire cuentan con la misma normativa para conciliar que la que se aplica en la calle. "No pueden volar cuando están embarazadas, como en la vida civil, porque por las diferencias de presión que perjudicarían al feto, pero hacen los trabajos de apoyo en tierra donde la unidad. Sin problema".

Ella no tiene hijos, pero a lo largo de su carrera, se ha encontrado con militares chicos y chicas que tienen los mismos problemas para equilibrar vida familiar y profesional en su día a día. "La norma es igual: leyes de conciliación, de maternidad, de reducción de jornada, de lactancia... Luego cada uno en su casa se organiza como puede, pero esas charlas no son exclusivas del sexo femenino, hay que compatibilizar los trabajos de los dos y encajar bien el puzle".

Sólo el 13% de los militares en España es mujer, una cifra que va en aumento conforme pasan los años gracias, quizás a referentes como el de la comandante Pilar Mañas. Después de los cuerpos comunes, el Ejército del Aire es el destino más demandando por las chicas.

"Es que somos los mejores", bromea de forma natural para ponerse rápidamente seria, en su papel más institucional: "Es muy atractivo volar y la cantidad de puestos que ofrece porque no sólo están los pilotos, detrás hay mecánicos, armeros, controladores, la gente de oficina, de administración... es un gran engranaje y si la maquinaria falla, el avión no sale", asegura con argumentos que dan a entender por qué consiguió ser jefe de unidad y lo que le queda por ser... la primera.

"En el Ejército no hay techos de cristal, es cuestión de tiempo que se vayan consiguiendo las cosas". ¿Incluso una Jema (Jefe de Estado Mayor del Ejército del Aire) mujer? "Seguro. Tiempo al tiempo", reconoce.

Beatriz Donlo

Quizá se busque en la futura máxima responsable de los ejércitos lo que Pilar Mañas destaca como la clave para que una mujer esté al mando de una unidad mayoritariamente masculina sin incidencias. "No es lo mismo mandar que liderar. Mandar lo puede hacer todo el mundo que tenga un empoderamiento o una posición orgánica en una jerarquía y te obedecerán. Pero liderar un grupo tiene otras connotaciones".

P.- Pero, ¿es más difícil llevar un grupo donde la mayoría son hombres?
R.- No es el sexo la mayor dificultad. Hay otras connotaciones: diferencias de edad, de empleo, todo lo que el entorno lleva de la sociedad, todo lo que estamos viviendo, dificultades económicas, motivos personales... Cuando un grupo es tan grande y heterogéneo con distintas motivaciones, en un momento determinado tienes que conseguir que voluntariamente vayamos todos a una. Esa es la función del que lidera una unidad.

Ahora su trabajo es más institucional, en el gabinete del Jema (Jefe de Estado Mayor del Ejército del Aire), pero siempre peleando por una institución a la que ama incluso cuando no podía pertenecer a ella por ser mujer y gracias a esas mujeres que mantuvieron vivos sus valores.

"Ahora se habla mucho de la mujer, de su empoderamiento, de la igualdad... pero nuestras abuelas tenían un espíritu de lucha increíble con una normativa y un entorno mucho más difícil. Ver sus estrategias para sobrellevar todo y cómo iba ganando batalla a batalla sin tirar la toalla son una inspiración", reconoce al hablar de sus referentes.

Por eso, cuando se le pregunta sobre cuál es el mayor reto de la mujer en el Ejército no lo duda: "Las mismas que cualquier otro compañero: las dificultades que cada una se ponga porque donde hay voluntad, hay camino para hacerlo. Hay cosas que son cuestión de tiempo y otras de voluntad propia para hacer lo que quieras".