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Tal y como sabemos gracias a Metropoli Abierta, Kenia llegó a Barcelona desde Ecuador con tan solo 18 años. Ahora, con 41, vive en Badalona y dirige una empresa de reformas. Nunca imaginó que terminaría encabezando su propio negocio, hasta que aquella mezcla de brochas, rodillos y cemento le dio una libertad e independencia que jamás hubiera visto.

Su vocación no fue planeada, sino descubierta por accidente. Con el paso del tiempo, ese descubrimiento se convirtió en su sustento y en la base de una empresa que hoy representa más que un negocio: una reforma de dignificar un oficio tradicional.

Cuando dice "me encanta cuando llega fin de mes y pago a mis operarios", expresa algo más que el orgullo del empresario: refleja su compromiso personal con el trabajo justo, la responsabilidad social y la convicción de que un oficio de reformas debe ser valorado y remunerado dignamente.

Jóvenes en el taller de Kenia en bricodepot. Òscar Gil Coy | Cabrera de Mar

Para muchos trabajadores del sector de la construcción y las reformas, la remuneración a destajo, los horarios irregulares o el estrés físico son la norma. Pero para Kenia, cumplir con la nómina de cada mes significa devolver dignidad al oficio: pagar un salario justo, ofrecer estabilidad y reforzar la idea de que estos trabajos merecen respeto.

Ese enfoque se alinea con el concepto de "trabajo digno", que defiende que todo empleo debe proporcionar unas condiciones laborales justas, seguridad social y un ingreso proporcional al esfuerzo. Con su empresa, Kenia contribuye a mejorar la reputación de un sector que muchas veces se asocia a la precariedad.

Además, atender bien a los operarios beneficia también al negocio. Empleados motivados, con condiciones estables y reconocimiento, tienden a trabajar con más cuidado, responsabilidad y profesionalidad, algo esencial en rehabilitaciones, reformas y obras donde la calidad marca la diferencia.

La trayectoria de Kenia es a la vez un testimonio de emprendimiento, superación personal y cambio social. Llegó de joven, sin experiencia, con una historia que muchos podrían ignorar. Pero con trabajo, dedicación y una ética firme, transformó su realidad.

Hoy dirige una empresa de reformas con identidad y valores: no solo repara o renueva espacios, sino que reivindica el valor del oficio. En un entorno laboral muchas veces convulso, su ejemplo demuestra que es posible montar un negocio rentable sin sacrificar la justicia laboral.

Al pagar puntualmente a sus operarios, con conciencia y dignidad, promueve un modelo de empresa responsable, una empresa pequeña o mediana que demuestra que la rentabilidad y la ética pueden ir de la mano.

La historia de Kenia, esa mujer que un día dejó Ecuador por buscar un futuro mejor y que hoy dirige una empresa de reformas en Barcelona, manifiesta que el trabajo puede dignificarse cuando se le da el valor que merece. Cuando ella dice que le encanta pagar a sus operarios a fin de mes, no habla solo de una transacción económica: habla de respeto, estabilidad, justicia y orgullo.

En un momento en que muchas profesionales vinculadas a la construcción arrastran precariedad, su empresa representa una apuesta por la dignidad laboral. Su ejemplo debería inspirar a otros empresarios: contratar bien, pagar bien y valorar el oficio, porque ese respeto reverbera más allá de la obra.