S'Estaca, el refugio mediterráneo de Michael Douglas (y durante algún tiempo de Catherine Zeta-Jones), se ubica en la costa septentrional de Mallorca. Douglas adquirió la propiedad a principios de los años noventa y, desde aquel momento, su familia ha pasado estancias en ella, que ofrece acceso a calas y terrazas, y está abierta al mar.
La propiedad se ubica en un lugar único y protegido por la UNESCO, entre Deià y Valldemossa. En 2014, después de su divorcio, el actor la ofreció a la venta; sin embargo, años más tarde optó por sacarla del mercado y continuar disfrutándola con su familia, como lo ha demostrado en las redes sociales.
La cantidad de "30 millones de euros" se encuentra dentro del rango histórico: comenzó con 50 millones y, después de varias reducciones, fluctuó "cerca de los 40 millones" antes de establecerse en 36,5 millones y luego en 28,5-32,38 millones según fuentes especializadas.
En 2019, la propiedad se reactivó en el mercado por 28,9 millones de euros (32,38 millones de dólares), acompañada de un vídeo narrado por el propio Douglas donde subrayaba la privacidad y la belleza del enclave sobre un acantilado con acceso al mar.
S'Estaca es más que una "casa": es un conjunto de edificaciones que suma apartamentos, casitas de invitados y una residencia principal. Las descripciones editoriales hablan de 10-11 dormitorios y 10-11 baños, además de piscina, spa, bodega, biblioteca y sala de cine.
La extensión ronda las 100 hectáreas (200-acres) con viñedos y olivos, caminos de piedra y miradores al Mediterráneo. Se menciona incluso producción propia de vino y una aldea de pescadores al pie de la finca, parte del singular paisaje de S'Estaca.
A nivel histórico, la propiedad fue impulsada en el siglo XIX por el Archiduque Luis Salvador de Austria, gran valedor del paisaje mallorquín. Ese linaje, junto con su implantación en la Serra de Tramuntana, eleva el valor patrimonial y el interés internacional de la finca.
En términos de mercado, S'Estaca compite con activos únicos en Baleares, donde la ultra-alta gama exige compradores contados. Los expertos recuerdos que el primer precio buscaba al segmento multimillonario, una franja que valora la privacidad y el acceso directo al mar.
La prensa española ha seguido cada rebaja y retirada. En 2020, Douglas decidió no vender y mantener el disfrute familiar. En 2025, artículos de lifestyle volvieron a fotografiar la finca y citaron la referencia en torno a 28,5 millones de euros.
Las características clave para entender su valor son las siguientes: frente marítimo, embarcadero, trazado en bancales, múltiples unidades habitables para invitados y staff, así como un paisaje protegido. En el mercado balear, esos atributos son los que sostienen tasaciones altas pese a ciclos de menor demanda.
Además del componente inmobiliario, la finca funciona como marca personal: Douglas suele referirse a Mallorca como su "segundo hogar", reforzando el vínculo emocional y mediático de la propiedad con la isla y su estilo de vida slow.
