El reconocido arquitecto valenciano Ramón Esteve ha hablado alto y claro sobre el estado actual de la arquitectura española. En una reciente entrevista concedida a la revista Telva, el creador de algunos de los proyectos más elegantes del país no se mordió la lengua: "Los nuevos barrios son muy feos, la normativa los ha arruinado".
Sus palabras, directas y contundentes, ponen sobre la mesa una preocupación compartida por muchos profesionales del sector: la excesiva rigidez de las normas urbanísticas, que acaba asfixiando la creatividad y generando ciudades homogéneas, sin identidad ni belleza.
A juicio de Esteve, el urbanismo contemporáneo ha perdido su capacidad de emocionar. Lo que antes eran barrios con alma, hoy son escenarios repetitivos, producto de una legislación que, aunque necesaria, "ha reducido la arquitectura a un mero trámite técnico".
Durante la entrevista con Telva, Esteve explica que la normativa actual impone límites tan estrictos (en alturas, retranqueos, materiales o volumetrías) que impiden cualquier tipo de innovación formal. "Todo está tan regulado que es imposible crear algo bello", asegura.
El arquitecto lamenta que los municipios prioricen la rapidez constructiva y el cumplimiento burocrático por encima del diseño y la calidad estética. "La arquitectura debe ser funcional, sí, pero también emocional. Si solo cumplimos códigos, lo que hacemos son cajas feas donde la gente vive sin ilusión", afirmó.
Este fenómeno, según él, no ocurre solo en grandes ciudades. También se extiende a pequeñas poblaciones donde los nuevos desarrollos residenciales han perdido la conexión con el paisaje y la identidad local.
Para Ramón Esteve, el problema no es solo normativo, sino también cultural. Los nuevos barrios se diseñan bajo una misma plantilla, repitiendo modelos arquitectónicos genéricos que podrían estar en Madrid, Valencia o cualquier ciudad europea.
"Los nuevos barrios en España son feos porque no tienen personalidad. Todo es igual, y la gente se acostumbra a vivir en entorno grises", sostiene al arquitecto en la entrevista. Esta homogeneidad, añade, nace del miedo a salirse del modelo o del afán por reducir costes.
El resultado son entornos urbanos donde predomina el ladrillo neutro, los volúmenes planos y la ausencia de detalles. "Antes cada barrio contaba una historia. Ahora todos cuentan la misma", resume con cierta melancolía.
Ramón Esteve señala que la arquitectura española ha pasado por una etapa de estandarización excesiva, consecuencia directa de las políticas de suelo y vivienda impulsadas en los últimos años. Los concursos públicos se adjudican al precio más bajo, no al proyecto más interesante.
"El urbanismo se ha burocratizado. Hemos perdido la ilusión por hacer ciudad", denuncia. Para él, el papel de los arquitectos ha quedado relegado frente a técnicos y promotores, más centrados en cumplir plazos que en crear belleza.
Esteve defiende que la solución no está en eliminar la normativa, sino en flexibilizarla. Permitir mayor margen a la experimentación formal, respetando la sostenibilidad y el equilibrio urbano, pero dejando espacio para la expresión arquitectónica.
En definitiva, las palabras del arquitecto sirven como una llamada de atención a políticos, promotores y ciudadanos. España no necesita más barrios nuevos, sino mejores barrios, donde la arquitectura vuelve a ser un arte que inspira, no un trámite que uniformizar.
