Ha demostrado perseverancia, arrojo y talento a raudales, en cada uno de los proyectos cinematográficos en los se ha implicado, comprometiéndose con las películas, arriesgando y disfrutando.

[Pilar Palomero enseña la otra cara de 'La maternal']

Ángela Cervantes (Barcelona, 1993) es generosa, muy cariñosa, extremadamente exigente consigo misma, seria, cañera y terriblemente sensible; se crio en el barrio de Poblenou, hizo mucho teatro en salas alternativas y, desde 2017 hasta el 2021, grabó la serie diaria de TV3 Com si fos ahir.

A los 23 años se trasladó a Madrid y fue capaz de decirles a los demás y a sí misma: soy actriz. Sigue la estela y los consejos de su hermano, el actor Álvaro Cervantes, que la apoya incondicionalmente, aunque Ángela hace tiempo que vuela sola y se afirma y confirma en el cielo del cine español, paso a paso y con luz propia.

Su primera película, Chavalas, la ópera prima de la cineasta Carol Rodríguez Colás, significó para ella su primera nominación a los premios Goya en la categoría de Mejor Actriz Revelación, y la hizo ganadora del Premio Gaudí a Mejor Actriz Secundaria en 2022.

De la mano de su segunda película, La maternal de Pilar Palomero —donde Ángela interpreta a Penélope, la madre de Carla, una adolescente de 14 años que se queda embarazada—, ha ganado por segunda vez consecutiva el Premio Gaudí, y este año ha sido nominada al Premio Goya Mejor Actriz de Reparto.

Dos largos, dos premios, dos nominaciones, de la mano de dos cineastas, Carol y Pilar, a las que admira y con las que ha forjado una sólida amistad tras los rodajes de sus respectivas películas.

Actualmente, Ángela está rodeada de ovejas en los bellísimos valles y montañas de Huesca, en pleno rodaje del largometraje Lo que queda de ti, la ópera prima de Gala Gracia.

Y espera, sin esperarlo, el desenlace de la gala de los Premios de la Academia de Cine que el día 11 de febrero, en Sevilla, la harán poseedora, o no, de un “cabezón”, como premio a su interpretación en La maternal, una película que Ángela defiende, ama y siente suya, con amor de madre e ilusión de actriz.

Está viviendo, por segunda vez, el reconocimiento y la emoción de haber sido nominada en los premios Goya, la primera vez de la mano de Carol Rodríguez y ahora gracias a su trabajo en la película de Pilar Palomero, ¿qué supone para usted?

Me siento muy afortunada, ya es difícil trabajar pues figúrate hacerlo con estas directoras que me han tendido la mano y me han acompañado durante el proceso con mucho amor por lo que estábamos contando, las admiro como cineastas y las quiero muchísimo porque se han convertido en verdaderas amigas.

¿Qué opina sobre el cambio que estamos disfrutando en el cine español gracias a la mirada de esta generación de cineastas que además están escribiendo personajes femeninos protagónicos en sus películas?

Creo que se está abriendo el abanico de miradas, ellas siempre han estado ahí, pero no se les había dado voz; han tenido la oportunidad de contar sus historias, lo cual es la prueba evidente de que algo estaba faltando en nuestro cine, y la prueba de que este cine interesa, gusta y conecta con la gente en España e internacionalmente. Creo que es una gran noticia para nuestra industria.

¿Cómo aborda la construcción de su personaje, Penélope, en La maternal? ¿Desde qué lugar propio se acerca a ella?

Al principio, significó un gran reto para mí; me daba miedo, porque se trataba de reflejar una realidad muy alejada de la mía, yo no soy madre, he nacido en una familia que me ha dado facilidades… pero, después, entendí y pude experimentar que no estaba tan lejos de Penélope.

Lo que me enamoró de este personaje, y lo hablé mucho con Pilar, era su contradicción, porque creo que en la vida no somos solo una cosa, somos muchas y vamos cambiando. Me fascinaban en ella esos contrarios, su fuerza y su vulnerabilidad, con lo cual, indagué mucho en esos terrenos.

También yo, cuando me pongo mi coraza, desde fuera puedo parecer una persona muy fuerte y cañera, que puedo con todo, pero también soy la persona más sensible y vulnerable del planeta. Tuve cero juicios hacia ella, mi reto era que la gente la entendiera. Es bonito, es lo mismo que pasa en la vida, quieres que la gente te quiera y te entienda.

Me preguntaba, ¿la estaré defendiendo bien? Porque también era fácil culpabilizarla, pero tuve la oportunidad de trabajar con las chicas de La maternal; un día una de ellas me presentó a su madre y ahí sí entendí mejor muchas cosas: ese otro viaje paralelo al de Carla, la protagonista de la película, que es el de su madre, Penélope, que también se siente muy juzgada, siente que la sociedad le pregunta: ¿qué has hecho tú, como madre, para no haber visto el problema a tiempo y evitado?

Y luego está la imposibilidad, incluso física, de romper patrones y la complejidad de cómo se comunican entre ellas madre e hija…

Sí, es muy difícil escapar de lo ya aprendido respecto a la manera de relacionarse, de querer, de expresar el amor, de comunicarte. Entre Carla y Penélope, no es que la madre no quiera, es que no sabe: madre e hija no se tocan porque no saben.

Por eso es tan importante, en la película, la escena del baile, porque ese abrazo medio raro, bailando, es la única manera que tienen de acercarse la una a la otra, por eso emociona tanto ese momento.

¿Cómo ha transformado su vida ese largo e intenso tiempo compartido con sus compañeras en la película, las madres niñas o adolescentes que cuentan sus experiencias reales con la maternidad?

Ha sido muy bonito, uno de esos regalos excepcionales que te da esta profesión. Recuerdo la primera vez que ensayé con ellas, ocurrió algo muy parecido a la escena de los testimonios en la peli, ellas contaron sus historias, fue muy emotivo.

Hubo momentos en los que pensé: “Yo soy actriz para esto, qué suerte tengo de estar en este proyecto y poder contar sus historias”, porque eso es realmente lo que quiero hacer, contar historias, y si además eso puede ayudar a visibilizar ciertos temas que intentamos evitar porque realmente son muy dolorosos, pues es maravilloso.

Hábleme del rodaje de La maternal, ¿qué recuerdos guarda, profesionales y personales, que hayan significado aprendizajes o confirmaciones para usted?

En el rodaje lo he pasado muy bien porque el equipo era una maravilla pero, a la vez, lo he vivido con un dolor constante en el pecho. A nivel profesional, he visto que aquello que al principio te da miedo, porque te supone un reto muy grande, luego puede ser muy gratificante, el lanzarte, dar ese salto al vacío, el riesgo.

He aprendido que no pasa nada por tener un poco de miedo, que está bien mientras no sea paralizante, mientras sea un miedo que te mantenga activa. A nivel personal, he descubierto toda una realidad que era ajena a mí y, sobre todo, me ha ido bien recordarme a mí misma no juzgar a nadie sin saber su historia, cada uno tiene sus historias y antes de juzgar, está bien preguntar.

Y además, antes de los 30 años ha sido madre y abuela, en la ficción…

Sí, también he pensado en eso, acabo de cumplir 30 años y me gustaría no quedarme ya con el papel de madre, poder alargar un poco a la hija, la amiga, la hermana…Cuando leí el guion pensé, ostras, voy a hacer de abuela. Pero es bonito que lo que te ocurre a ti en la vida, la sorpresa, la duda, sea lo mismo que está sintiendo el personaje.

¿Cómo está preparándose para el torbellino de nervios y emociones que se avecinan en la gala de los Goya en Sevilla?

Estoy muy nerviosa, incluso más que con mi primera nominación porque, el año pasado, fue todo muy rápido, creo que yo estaba aprendiendo por el camino; sin embargo, este año soy más consciente y también siento un plus de responsabilidad, quiero poder acompañar bien a la película, estar a la altura de lo que es La maternal, hay más presión.

Y me impresionan las compañeras junto a las he sido nominada porque para mí son referentes, actrices con las que me he inspirado, yo no estaría aquí si no fuera por ellas y por sus trabajos, estar nominada con ellas es muy impactante. Estoy muy contenta por estar ahí.

Además, está en pleno rodaje de Lo que queda de ti, el primer largometraje de la directora oscense Gala Gracia, de nuevo impulsando la ópera prima de una cineasta.

Son ellas las que me impulsan a mí, es muy bonito acompañarnos entre nosotras, trabajar con tanto cariño, y hay algo que me hace mucha ilusión: es tan difícil arrancar una película que me emociona pensar que, por fin, se está rodando el proyecto que la directora lleva tanto tiempo esperando, poder ser testigo de ello es muy emocionante.