Publicada

Galicia parece existir para desconectar y perderse en cada uno de sus rincones. Aquí se encuentra paz, autenticidad y lugares capaces de hacerte reconectar con tu interior más profundo. 

Oleiros, en A Coruña, es uno de los destinos que aguardan todas esas bondades. Verde, luminoso, bañado por el Atlántico y con ese toque de exclusividad tranquila que tanto seduce a quienes buscan refugios con alma.

Allí, entre playas doradas y pazos centenarios, Richard Gere y Alejandra Silva, ahora Alejandra Gere, han encontrado su paraíso personal.

El refugio de los Gere

La historia de amor de Richard y Alejandra Silva lleva ya más de una década, y su vínculo con Galicia ha ido creciendo junto a ellos.

Desde su elegante casa en La Moraleja, donde viven gran parte del año, la pareja viaja con frecuencia a Oleiros, el municipio coruñés donde la familia de Alejandra tiene una finca a pie de playa.

Quienes los han visto pasear por el paseo marítimo de Bastiagueiro cuentan que lo hacen con naturalidad, sin guardaespaldas a la vista.

"Parecen una pareja más", comentan alguno de los vecinos. Y quizás esa sea la verdadera magia del lugar, que permita a un icono de Hollywood mezclarse con el paisaje y pasar inadvertido entre surfistas, familias y paseantes con perro.

Alejandra, que creció cerca de este rincón atlántico, ha logrado contagiar a Gere su amor por Galicia. Para ella, Oleiros no es solo un destino, es memoria, infancia, raíz.

Para él, un descubrimiento sensorial. El actor, que siempre ha defendido una vida serena y conectada con la naturaleza, hablaba así de Galicia: "Cuando ella (Alejandra) habla de su tierra es como si viniera del paraíso de los paraísos y todo lo bueno parece que viene de allí".

Un paraíso junto a A Coruña

A menos de media hora de la ciudad, Oleiros concentra la esencia del verano gallego: playas de postal, gastronomía de primera y una calma que no se compra. No es casualidad que sea el municipio con mayor renta per cápita de Galicia.

Entre sus rincones, destaca la playa de Bastiagueiro, la favorita de Alejandra, un arenal abierto de medio kilómetro rodeado de pinos y zonas verdes.

A pocos metros, un paseo conecta con Santa Cristina, donde la pareja planea levantar su segunda residencia, y Santa Cruz, con vistas al castillo del mismo nombre.

Desde allí, el atardecer cae sobre el islote y tiñe el mar de cobre, una postal perfecta que podría firmar cualquier película romántica.

El lujo es la calma

Oleiros no tiene el bullicio de Marbella ni las boutiques de Ibiza, y esa es precisamente su elegancia. Su exclusividad está en lo discreto.

Casas con jardines que miran al océano, hórreos restaurados con mimo, pazos convertidos en viviendas de ensueño y una comunidad que valora el anonimato.

El restaurante El Refugio, uno de los favoritos de la alta sociedad gallega, frecuentado también por Amancio Ortega y su hija Marta, es una parada habitual para los Gere. 

Más allá de sus playas, Oleiros respira historia. El Castillo de Santa Cruz, unido a tierra firme por una pasarela, fue propiedad de la escritora Emilia Pardo Bazán, y hoy acoge exposiciones y actividades culturales.

Castillo de Santa Cruz, en Oleiros, A Coruña. Ayuntamiento de Oleiros

A lo largo del municipio se dispersan pazos y casas señoriales, como la Casa Charry o el Pazo de Xaz, que conservan el sabor de una Galicia aristocrática y serena.

También hay espacio para la tradición artesanal. En el Museo Os Oleiros – José María Kaydeda, el visitante puede descubrir el arte de la alfarería, oficio que da nombre al municipio.

Cada verano, la feria Alfaroleiros llena sus calles de talleres y piezas únicas. Es esa mezcla entre cultura, arte y mar la que convierte a Oleiros en algo más que un destino turístico.

Quizás eso sea lo que hace tan irresistible este rincón gallego, su capacidad para emocionar, sin alardes, para enamorar sin artificio. Oleiros no busca ser tendencia, y, sin embargo, lo es. Tiene algo que atrapa y seduce tanto a los visitantes como a quienes nacieron allí.