"Vivimos en un mundo definido por el género. Prácticamente, todos los aspectos de nuestra existencia - de los coches que conducimos y el equipaje que llevamos, a las invenciones que definen nuestro pasado y las ideas que dan forma a nuestro futuro - están marcados por nuestras creencias sobre el papel de hombres y mujeres en la sociedad". 

Así se presenta Mother of Inventions. How Good Ideas Get Ignoresd In An Economy Built For Men (Madre de los inventos. Cómo buenas ideas son ignoradas en una economía creada por hombres, William Collins, 2021), un libro que reflexiona sobre cómo el género ha influido en la innovación

De hecho, este es el motivo por el que poner ruedas a las maletas de viaje ha tardado cinco mil años. Así lo explica a lo largo de las páginas del libro Katrine Marçal, una periodista sueca que escribe en el Dagens Nyheter y cuya primera obra, Who Cooked Adam Smith's Dinner? (¿Quién cocinó la cena de Adam Smith?, Portobello Books, 2012), ha sido traducida a veinte lenguas y cuenta con un premio. 

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"Durante demasiado tiempo hemos infravalorado las consecuencias del sexismo en nuestra economía y la forma en que nos sostiene. Los sesgos de género dictan qué negocios reciben financiación, cómo valoramos el trabajo y cómo trazamos el progreso humano. Mother of Invention deja las cosas y clara y argumenta por qué en tiempos de crisis las mujeres tienen la llave del futuro", apunta la presentación de la obra. 

La maleta de ruedas

El libro comienza hablando del caso de la maleta de ruedas y cómo el sexismo retrasó su lanzamiento al mercado. 

La invención de la rueda se remonta a hace más de cinco mil años, pero ¿sabías que no fue hasta 1972 cuando el estadounidense Bernard Sadow registró la patente que las unía a una maleta? Según explica la autora, el retraso se debe a que se consideraba femenina. 

Es curioso que el hombre llegara antes a la luna (1969) que a un avión con una maleta con ruedas (1972). 

Ya en los años cuarenta, existen fotografías en prensa y publicidad en las que aparecen mujeres y sus maletas llevan un accesorio que la une a unas ruedas, lo llamaban algo así como un "botones portátil", pero era un producto muy exclusivo para un perfil de mujer muy concreto y no prosperó demasiado. 

Además, señala la autora que un producto para mujeres pudiera hacer la vida más fácil a los hombres no era algo que el mundo estuviera listo para concebir. En aquel momento, imperaba la una mentalidad que cuestionaba cómo los hombres no iban a poder con su equipaje y el de sus familias. 

Algunos informes sobre los que la autora habla en Mother of Invention recopilan versiones anteriores en los que ya habrían usado maleta con ruedas, una mujer alemana en los cuarenta, un hombre estadounidense en el 47 o un pintor yugoslavo en los 50. Pero la prueba definitiva son las declaraciones del inventor oficial. 

 Bernard Sadow, que trabajaba como vicepresidente en la empresa de maletas US Luggage, contó que ninguna cadena de grandes almacenes quiso comprar en un principio su idea porque ningún hombre quería llevar maletas con ruedas

Además, desveló cómo se le ocurrió la idea. En aquellos años, en los aeropuertos trabajaban botones que se ocupaban del equipaje a cambio de dinero. Volviendo de un viaje no quiso buscar uno y decidió cargar con sus maletas. Entonces vio a un hombre que movía una máquina sobre una tarima con ruedas y pensó qué por qué no unirlas a su equipaje para transportarlo. 

La autora destaca en su obra que "la resistencia a la maleta de ruedas se debe al género. Este pequeño factor es algo que a los economistas, quienes se han preguntado por qué se tardó tanto en unir ruedas a las maletas, se les había escapado. No pudimos ver la brillante idea de la maleta de ruedas porque no se alineaba con nuestra prevaleciente visión de masculinidad". 

Sujetadores a la luna

Otra de las historias que utiliza la periodista Katrine Marçal para reflexionar es la de cómo los sujetadores llevaron al hombre al espacio. Quizá sería más correcto decir, cómo vistieron al hombre para ir al espacio. 

Y es que los trajes que usaron Neil Armstrong y Buzz Aldring en el Programa Apolo fueron fabricados Playtex, la marca que fabrica sujetadores, fajas y prendas similares. 

La historia, resumida, es la siguiente. La NASA sacó la fabricación del traje espacial a concurso. Se asumió que lo ganaría la industria militar. Sin embargo, Abram Nathaniel Spanel, fundador de Playtex, se presentó, convencido que su propuesta era mejor. 

Su diseño fue tan superior que la NASA lo declaró ganador, pese a muchas reticencias. Su idea se basaba en crear una prenda suave, perfectamente cosida y en la que aplicaron todo tipo de trucos y materiales que llevaban aprendidos tras años fabricando sujetadores y similares: "El traje estaba hecho de 21 capas de tela y fue cosido a mano".

En suma, las prendas que llevaron los astronautas a la luna en el 69 fueron fabricadas por una empresa que logró derribar "muchos límites entre lo que percibimos como tecnologías masculinas y femeninas". 

La compañía vio el sostén como una pieza de ingeniería, así como entendieron que su patrón de látex podría permitir a los astronautas a moverse más allá de estilizar la cintura de la mujer: "Entendieron que la costura era una tecnología y que lo suave puede realizar funciones duras".