Desfile Ommegang en Bruselas.

Desfile Ommegang en Bruselas. Paka Diaz

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Mujeres que viajan: descubre los tesoros de la UNESCO en Bruselas y su conexión con España

Bruselas alberga un inmenso Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, que muestra el pasado común de belgas y españoles.

16 julio, 2022 02:51

Bruselas está de fiesta este verano. Como medio mundo, tras varios años de pandemia, este parece que celebráramos más que nunca estar vivos. Pero, además, para los bruselenses es un año especial, en el que al fin, podrán salir a festejar el título de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad logrado en 2019 —justo el año en que apareció en nuestras vidas la Covid-19.

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También han podido volver a celebrar el Ommengang, un espectáculo inspirado en el recibimiento que organizó la ciudad de Bruselas en 1549, cuando el soberano Carlos V, I de España, fue a presentar a su hijo Felipe, quien sería su sucesor como Felipe II.

Estos festejos tienen lugar cada año a finales de junio o comienzos de julio. Durante varios días, se celebran procesiones y concursos de tiro con ballesta, hasta llegar a la gran traca final, el desfile del Ommegang, que parte de la Iglesia de Notre Dame hasta llegar a la Grand Place donde el público, repartido por numerosas gradas que se montan para la ocasión, puede imaginarse cómo era la ciudad en aquellos tiempos.

Iglesia Notre Dame en Bruselas.

Iglesia Notre Dame en Bruselas. Paka Diaz

En neerlandés, Ommegang significa ’gira’ y es el nombre que se daba a las procesiones que organizaba el clero para mostrar sus reliquias y objetos de devoción. Fue con posterioridad cuando se convirtió en una procesión social y política.

Mientras en otros lugares las leyendas las crean la realeza o el clero, aquí fue la burguesía, fuerte, rica y poderosa, la que diseñó la leyenda y los mitos belgas, el de un país que lucha por la libertad. Hoy, es el emblema de este pueblo.

Declive y esplendor

Tras un declive entre los siglos XVIII y XIX, gracias a la iniciativa del especialista en folclore nacional Albert Marinus, Bruselas recuperó el esplendor original del Ommengang y montó un desfile para el 15 de junio de 1930. Desde entonces, cada año durante dos noches de verano, se recrean aquellos días.

Las jornadas incluyen un concurso de tiro con ballesta y una ceremonia en la Iglesia de Notre Dame de Sablón, fundada por el Grand Serment o gremio de los ballesteros. De ella parte una procesión de dos kilómetros reconocida por la UNESCO y que se puede ver de forma gratuita.

Sin embargo, es cuando se llega a la Grand Place cuando alcanza todo su poderío. Más de 1.400 extras y 47 grupos folclóricos consiguen transportarnos en el tiempo. Impresiona ver al pueblo renacentista como seguramente era. Tantos los trajes y vestidos, como hasta el más mínimo detalle, están cuidados con mimo. Pero lo mejor es cómo se sumergen los y las bruselenses de todas las edades en sus personajes. Ya los querría para ellos como figuración cualquier director de cine de Hollywood.

El duque de Alba, castigado

Según van llegando a la plaza, la figuración realiza su papel en esta obra increíble. El duque de Alba es el único recibido entre abucheos, como recuerdo a su pasado, ya que fue el responsable de una masacre que pasó a la historia en obras de arte como La Matanza de los Inocentes, de Pieter Brueghel el Viejo. Mientras el emperador y la nobleza se acomodan, en la plaza no deja de entrar gente, son más de dos horas de espectáculo.

Mientras los vestidos de los nobles son ricos en paños como el terciopelo, bordados y joyas, los del pueblo llano son sencillos, con telas de algodón. Unos y otros pasean por la plaza, que convierten en una plaza de mercado de época.

Zancos y gigantes y cabezudos

Además, hay bailes de zancos y gigantes y cabezudos —otro recuerdo español— que amenizan la noche. Uno de sus momentos álgidos es la danza de banderas, donde los participantes exhiben una increíble destreza y belleza. Tanta que incluso hace sentir un momento síndrome de Stendhal.

Desfile Ommegang en Bruselas.

Desfile Ommegang en Bruselas. Paka Diaz

Niños y niñas reparten flores, manzanas y naranjas entre el público, mientras el bufón de la corte del emperador corretea bromeando con todo el mundo. Las dos horas pasan volando. Luego, hay que ir a tomar algo porque es imposible pensar en dormir pese a que ya pasa de medianoche.

Para conocer más de esta espectacular fiesta, se puede visitar el Centre Albert Marinus-Musée de Woluwe-Saint-Lambert, un centro de documentación donde ver los vestidos, jubones y trajes, y armas de guerra de época como ballestas y picas, relacionadas con el Ommengang. Los blasones de los escudos son los dibujos originales. Se trata de una fundación abierta a quienes se interesan en el folclore belga y que invita a artistas para inspirarse y crear el patrimonio local, o conocer mejor la figura de Albert Marinus.

Las joyas de Víctor Horta

Si Albert Marinus es un nombre clave para el Ommegang, hay otro nombre vinculado por siempre a la ciudad de Bruselas y a su rico patrimonio, el arquitecto Víctor Horta y las joyas Art Nouveau que creó. La casa y estudio de Víctor Horta, construidas por el arquitecto entre 1898 y 1901, quizá no sean las más lujosas de sus construcciones, pero sí que son las más hermosas, dónde te gustaría irte a vivir. La situada en el número 23 fue su estudio de arquitectura y taller de escultura, mientras que en la contigua, en el 25, tenía su vivienda.

Antes de entrar, conviene detenerse un momento ante las fachadas de piedra blanca y buscar en ella un símbolo del Art Nouveau, del que Horta fue uno de los principales impulsores y gran maestro. Buscamos una libélula, que aparece justo en los balcones superiores y que funciona también como corona de la máscara de guerrero que supone toda la fachada. Espectacular. Con esa visión en el ojo, toca recorrer las casas.

Ambas son un ejemplo de los elementos estructurales integrados en la ornamentación, herrajes de gran calidad, luz natural a través de ventanales o lucernarios en la cubierta, los emblemas de Horta que reparte por su casa privan que reparte por su casa priva de en versión de lujo, y por su estudio en la modalidad más sencilla.

Además, hay una tercera casa, contigua a la personal, que fue adquirida como edificio para el centro de documentación y biblioteca sobre el arquitecto, lo que da cuenta de su importancia de este artista para Bélgica. En la entrada de su casa se pueden ver todos los elementos del Art Nouveau: los paneles de madera, la mezcla de materiales, los cristales coloridos y los mosaicos. Es como ver un pequeño joyero. 

En una ciudad que se oscurecía durante los largos meses de invierno, Horta conseguía hacer entrar la luz a todos los edificios. Usaba trucos como escoger escaleras de mármol blanco, jugar con espejos para reflejar los rayos de sol. Además, se las ingenió para ‘democratizar’ sus casas. Artista y arquitecto de vanguardia, Horta fue miembro del joven partido socialista y del club masónico. Su objetivo era modernizar la sociedad. Para ello, dotó a la vivienda de baños con váter, también para el servicio.

Su modernidad también le hizo protagonizar algún escándalo, como cuando se divorció de su primera mujer para contraer matrimonio con Julia Carlsson, una mujer sueca, algo inusual en la época, que además trabajaba como profesora de gimnasia, algo menos común todavía. Además, cuando se divorció, Horta se quedó con la custodia de su única hija para darle una buena educación. La extraordinaria Elizabeth Horth, conservadora adjunta del museo, nos va desgranando su historia en una visita deluxe.

Por la tarde, marchamos a conocer el Hôtel Solvay, quizá el más lujoso de los edificios de Horta conservados. El arquitecto recibió el encargo de la familia del industrial Armand Solvay, un hombre tan rico como discreto, a finales de la década de 1890, cuando le dio fondos casi ilimitados. En una absoluta confianza en su trabajo, Solvay le dio libertad total. Sólo le pidió una cosa: que fuera algo sobrio y sin grandes lujos. Y lo cierto es que, justo eso, no lo cumplió.

Lo que sí hizo Víctor Horta fue crear una fastuosa casa, que más bien parece un palacete, con elementos claros del estilo Art Nouveau, como su estructura expuesta de columnas, pilares y vigas de metal, los espacios abiertos, la luz natural y hasta un sistema de control del clima.

Cuando ofrecen en la entrada un cubre zapatos desechables, una piensa en medidas anti-Covid, pero no, son de protección y llevan años usándolas. Y es que el Hôtel Solvay es muy frágil y por eso, las medidas de seguridad son extremas, explica la guía.

Una de las joyas de esta corona arquitectónica es la estructura central de la escalera en hierro y madera, con mosaicos que se unen con fluidez, algo muy característico de la obra de Horta y que a día de hoy permite sostener a toda la casa. Al subir las escaleras, imaginas un gran baile a comienzos del siglo XX. Pero no, la familia hacía gala a su sobriedad y allí no se daban bailes.

Esta fue, además de un ejemplo magnífico de Art Nouveau, la primera casa con electricidad en Bélgica, para lo que contaba con un generador independiente, y todo absolutamente fue diseñado por Horta. En 1894 empezaron y duró nueve años la construcción.

A la salida, una lluvia torrencial –literalmente– nos empapa en pocos minutos. Para calentarnos, nada como disfrutar de un gofre, auténtica tradición local que se puede tomar en su versión de Bruselas, más ligera, o la de Lieja, más golosa. En cualquier caso, acompañado de un buen chocolate caliente belga, transporta en un momento al paraíso y da una buena razón para regresar, siempre, a esta ciudad dulce, acogedora y capaz de quedarse en la retina para siempre.

Una exposición que nos hermana

 (UN)COMMON VALUES: Dos colecciones corporativas de arte contemporáneo. Para celebrar ese pasado común de España y Bélgica, el Banco Nacional belga y el español han unido fuerzas para montar una exposición muy interesante en la que se reflejan ambas extraordinarias colecciones de arte contemporáneo. La del Banco de España muestra lo que son 240 años de mecenazgo en las artes. Con obras de 43 artistas como Wolfgang Tillmans, Helena Almeida, Candida Höfer, Sara Ramo, Daniel García Andújar, Michaël Borremans, Peter Buggenhout, o Jacqueline Mesmaeker. Muy bella y recomendable, y a ratos incluso divertida –no os perdáis los recortes de prensa que hay al final, con historias rocambolescas.

Guía de viaje

Los tesoros de la UNESCO:

La Grand-Place. Como la define la UNESCO es un “ejemplo destacado de la combinación ecléctica y muy exitosa de estilos arquitectónicos y artísticos que caracteriza la cultura y la sociedad de esta región". Perfecta para recorrer el corazón de la ciudad.

Casa y estudio de Víctor Horta (Rue Américaine 27). Lo mejor para conocer al gran genio de la arquitectura. Todos los elementos típicos de Horta y su arte se pueden admirar en estas dos espectaculares y muy bellas casas.

Hôtel Solvay (Av. Louise 224). Otro emblemático edificio de Horta, construido a finales de 1890 por encargo del industrial Armand Solvay. El estilo Art Nouveau en todo su esplendor.

Hôtel Tassel (Belgium Ixelles, Rue Paul Emile Janson, Ixelles). Otra obra característica de Horta. Hôtel van Eetvelde (Av. Palmerston 4). Impresionante casa creada por Horta, con elementos claros del modernismo.

Palacio Stoclet (1150 Woluwe-Saint-Pierre). Edificio firmado por el arquitecto vienés Josef Hoffman y construido entre 1905 y 1911. Con un espectacular exterior en mármol blanco con moldura dorada, fue reconocido por la UNESCO como “un destacado testimonio del genio creativo de la Wiener Werkstätte”, en una especie de adaptación austriaca del Art Nouveau.

Bosque de Soignes. Impresionante pulmón verde de la ciudad que forma parte de la red Natura 2000, este bosque situado al sur de la región de Bruselas tiene una superficie de 4.400 hectáreas y en su interior hay una ‘catedral de hayas’, un bellísimo hayedo, para pasear. Precisamente la UNESCO lo declaró como patrimonio en 2017, unas 270 hectáreas donde el hayedo crece espontáneamente. Hay varios lugares interesantes por visitar, como la abadía de Rouge-Cloître, el antiguo hipódromo de Boitsfort, el parque Tournay-Solvay, el castillo de La Hulpe y el Africa Museum. La parada de metro más cercana es Hermann Debroux.

Meyboom (2008) Evento local que se unió a la lista del patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO en 2008, consiste en una serie de eventos similares en Bélgica y Francia bajo el título ‘Gigantes y dragones’. La tradición es, cada año, plantar un árbol en un cruce de caminos y se remonta al siglo XIII, tras una disputa entre las ciudades de Bruselas y Lovaina por el cobro de impuestos sobre la cerveza. El pueblo de Bruselas se impuso y recibió el privilegio de plantar un árbol cada 9 de agosto antes de las 17:00 horas. Si no lo hiciera… ¡ese privilegio pasaría a su rival Lovaina!

Serment des arbalétriers (juramento de los ballesteros). Uno de los momentos cumbres de Ommegang. 

Ommegang. Se celebra desde la Iglesia Notre Dame (Rue des Sablons, 1000) y se va en procesión a la Grand-Place. Además de la recreación de cuando Carlos V fue a presentar a su hijo y sucesor Felipe, hay concurso de tiro con ballesta y una ceremonia en la Iglesia de Nuestra Señora del Sablon, con procesión.

Carillón en la Región de Bruselas-Capital. El carillón tiene siglos de antigüedad en Bruselas, la ciudad tiene 9 instrumentos de este tipo, una serie de campanas, cada una de las cuales emite su propio sonido, desde el siglo XVII. Hoy en día, la región de Bruselas-Capital tiene 5 carillones, dos de los cuales todavía se utilizan de vez en cuando para conciertos. Los dos carillones en cuestión son los que se encuentran en la Catedral de los Santos Miguel y Gúdula y los del Parlamento Federal, que están compuestos por 49 y 37 campanas respectivamente.

El carillón de la catedral parece ser el más antiguo en servicio en Bruselas, ya que data de finales del siglo XV. En estos días, sin embargo, los instrumentos antiguos han desaparecido y los carillones que suenan desde la Catedral, el Parlamento y el Mont des Arts son construcciones recientes, que datan de la segunda mitad del siglo XX. Los otros dos carillones de Bruselas se encuentran en el campanario del Ayuntamiento de Woluwé-St-Pierre (18 campanas) y en el de la iglesia de Nuestra Señora de Finistère en la ciudad de Bruselas (8 campanas).

Centre Albert Marinus (Musée de Woluwe-Saint-Lambert). Interesante centro de documentación donde ver los vestidos, trajes y armas de guerra de época, relacionadas con el Ommengang. Exposición gratuita. De miércoles a domingo. 

Planes alternativos

(UN) Common Values. Dos colecciones corporativas de arte contemporáneo. Exposición que refleja las impresionantes colecciones de arte contemporáneo del Banco de España y el Banco Nacional de Bélgica (NBB). En la sede del NBB (Berlaimontlaan, 3). Entrada gratuita. Se podrá disfrutar hasta el 18 de septiembre. Ojo: en la entrada no se pueden hacer fotos, pero dentro de la exposición, sí.

Palacio de Justicia (Place Polaert 1). Construido en 1883 por el arquitecto Joseph Poelaert, fue, durante algún tiempo, el edificio más grande del mundo. Aún hoy, en rehabilitación desde hace 26 años, sigue impresionando con su enorme cúpula dorada. Desde el pasado marzo se pueden hacer visitas, y merece mucho la pena. La entrada es gratuita, solo admiten grupos pequeños y hay que reservar con tiempo.

Rutas urbanas. Hay muchas, pero especialmente recomendables son las de Bruselas y el cómic, en la que se visitan caminando más de 60 murales fachadas decoradas por algunos de los grandes dibujantes belgas, y la de Pieter Bruegel, para descubrir a uno de los grandes pintores flamencos del siglo XVI y del que solo se conservan 45 obras, dignas de admirar.

Mercadillo de anticuarios (Antiekmarkt van de Zavel, Pl. du Grand Sablon). Se celebra cada sábado, desde 1960. Encontrarás preciosos objetos de porcelana, joyas, arte y todo tipo de curiosidades de época. Está considerado uno de los mejores de la ciudad.

Biblioteca Nacional. Cuando la hicieron en los 60, encontraron restos de un edificio español que aún es propiedad real de la familia real holandesa. En la azotea hay una huerta comunal y un café muy barato; no es el mejor de calidad, quizá, pero sí por precio, buen ambiente y preciosas vistas.

Museo MIM.

Museo MIM. Paka Diaz

Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica (Rue de la Régence 3). Como un invernadero de arte, impresiona la entrada que gana toda la luz posible para el interior del edificio, a través de cristaleras espectaculares en el techo. Muy interesante la tienda, para regalos con mucho arte.

Museo de los Instrumentos MIM (Rue Montagne de la Cour 2). Se encuentra en el edificio Old England, otro bellísimo edificio Art Nouveau, cuenta con más de 1500 instrumentos y es muy interactivo, lo que hace la visita muy entretenida.

Palacio de Bellas Artes de Bruselas BOZAR (Rue Ravenstein 23), uno de los corazones culturales de Bruselas. Y tienen siempre algo de oferta gratuita, perfecto para plan de presupuestos ajustado. increíblemente grande por dentro. Se hace el campeonato musica clásica reina Elisabeth. Sala Henri Leboeuf impresionante. Si vas por la mañana, por la derecha la puerta al lado del ropero, podrás verla vacía. Impresiona y es perfecto para refrescarse un momento un día de sol.

Qué debes probar:

Cata de gofres. En Bélgica, los gofres tienen denominación de origen. El delicioso gofre de Bruselas es es crujiente y sorprendentemente ligero, mientras que el de Lieja suele estar caramelizado, de masa más gruesa, blanda y esponjosa, más semejante al que solemos comer en España. Lo mejor, probar los dos. Puedes probarlo en cualquier de las tiendas Dandoy que hay por la ciudad. Por ejemplo, la situada en las Galerías Reales Saint Hubert (Galerie du Roi 5).

Cata de cerveza. Desde 2016, la cultura de la cerveza en Bélgica está considerada Patrimonio de la Humanidad, así que conviene hacer una cata para celebrarlo. Sin duda, uno de los tesoros nacionales. Hay más de 1500 marcas, así que conviene llevarlo claro o dejarse aconsejar para no perderse ante la inmensidad de opciones. Entre las consideradas mejores, te dejamos algunos nombres: Stella Artois, Petrus y Duvel. Si te gustan suaves, prueba Hoegaarden, de trigo y ‘solo’ 5º de alcohol.

Los mejores restaurantes:

Hispania (Rue Bodenbroek 2). Situado en el hotel NH Collection Brussels Grand Sablon, sin duda es el mejor restaurante español de la ciudad. Un equipo súper amable, de procedencias diversas, te hacen sentirte como en casa. De entrante, panes con aceite de oliva, un chupito de gazpacho de fresas y un bocado de ensaladilla rusa, que hace desear haberla pedido entera.

Maravilloso el jamón ibérico, las anchoas de Bocarte con crema de queso ahumada y cebollino en pan brioché, salpicòn de rape y langostinos. Como colofón, un torrija caramelizada de brioche con helado de vainilla con un toque de Baileys. No extraña que se escuche mucho castellano en el comedor, desde luego el producto bien cuidado, representativo y de la más alta calidad, hacen desear repetir y es el mejor bálsamo para la morriña. Un diez al premiado chef Marcos Morán, que consiguió el galardón al mejor restaurante del año 2019 de Bruselas de la guía Delta.

Restaurante Campo (Bruselas).

Restaurante Campo (Bruselas). Paka Diaz

Gallery Resto-boutique (7 Rue du Grand Cerf). Cocina asiática exquisita, con clásicos muy bien elaborados como el pato lacado chino o el famoso Pad Thai tailandés. Hay muchos platos vietnamitas, entre los que destacan los Fideos crocantes con tres carnes, deliciosos, pero ojo, al partirlos mejor si lo haces con la servilleta cubriendo tu pecho, porque la salsa, muy jugosa y abundante, puede saltar y mancharte. Avisados quedáis.

Le Skievelat. (Joseph Stevensstraat 16/18) Con aires de taberna y un personal muy simpático, esta cervecería es perfecta para recuperar fuerzas, tomas una hamburguesa con las inevitables y crujientes patatas fritas, o una deliciosa ensalada de salmón. 

Théâtre royal de Toone (Rue du Marché Aux Herbes 66, 1000 Bruxelles, Bélgica) El teatro de marionetas más antiguo del país. Ahora es un bar restaurante muy bonito. En un callejón sin salida, algo muy característico de la ciudad. Calle Rue marche aux herbes. Ahora es un Las marionetas nacieron por culpa de Felipe II Había tablas de retórica en la plaza Mayor. Podrás disfrutar de algún espectáculo de marionetas, o simplemente, de su carta de cervezas y de un sencillo plato típico bruselense compuesto por queso, pan, rábanos y cebollitas tiernas. Disponen de web en castellano.

Chez León (Rue des Bouchers 18, 1). Un clásico para comer los tradicionales mejillones con patatas fritas, pero también en muy diversas preparaciones.

Humus x Hortense (Rue de Vergnies 2). El restaurante vegano del momento, fue elegido ‘mejor restaurante vegano del mundo’ y es perfecto para disfrutar de una experiencia gastronómica protagonizada por legumbres y verduras.

Bozar Restaurant (Rue Baron Horta 3), situado dentro del Palacio de Bellas Artes de Bruselas y con una preciosa entrada Art Nouveau, el restaurante del chef Karen Torodyan, de origen armenio y con una estrella Michelín, es perfecto para descubrir su famoso paté en croûte, tartaletas de hojandre rellenas de fuagrases diversos, que le han dado fama mundial.

Visit Brussels, la mejor web para organizar tu viaje a la capital belga. Desde dónde probar el mejor helado de la ciudad, hasta los lugares favoritos de los bruselenses, se trata de una guía online muy completa, que añade contenidos interesantes continuamente.