Tener ganas de comer es distinto de tener hambre y nuestra relación con la comida tiene sin duda una base emocional. Desde nuestra infancia, la comida va adquiriendo diversos significados que están más allá de lo nutricional y de la necesidad vital de alimentarnos. En nuestro país particularmente, lo social va unido a lo celebratorio y a distintos momentos de comida y bebida en grupo, lo cual ha generado un interés de muchas personas por métodos precisamente colectivos para deshacerse de hábitos o adquirir otros nuevos.

Berta Navarro (Madrid, 1970) y Mónica Sieber (Madrid, 1966) explican a MagasIN que son “primas de madres”. Las dos son, además, “psicólogas y psicoanalistas” y volvieron a conectar “cuando Berta regresa a España, en un entierro nos reencontramos”.

Berta Navarro relata su trayectoria a MagasIN. Estudió empresariales y ejerció como economista de empresa “durante diez años, siendo también directora farmacéutica de un laboratorio. Después un periodo de reflexión, me matriculé en psicología, me expatrié y dejé mi trabajo, cuando tenía 34”.

Berta Navarro (izquierda) y Mónica Sieber (derecha).

En sólo tres años, concentrando el tiempo, Berta Navarro terminó su formación. “Al volver de Alemania, Mónica y yo nos vimos en ese funeral de la madre de nuestras madres y allí ella me dio unos consejos que me vinieron muy bien sobre el máster, y sobre la posibilidad de trabajar con pacientes”. Comienza en 2010 a trabajar con Mónica Sieber, la fundadora del método Sieber (metodosieber.com): “Además de prima y amiga, es mi mentora y la fundadora del método, he aprendido mucho a su lado”.

Mónica Sieber continúa ahora el relato. “Empezamos a vernos semanalmente en 2010 y en 2015 lanzamos este método. Yo personalmente había hecho una dieta y perdido muchos kilos, mis amigos que me vieron esas navidades me preguntaban qué había hecho y por qué no lo compartía con ellos. Así que empecé con un grupo de diez, algunos familiares, y desde ahí fue creciendo exponencialmente hasta ahora”.

Aseguran que más de 500 personas han probado la efectividad de su método. “Llevamos siete años, empecé un nueve de enero con el primer grupo”, continúa Sieber. “Lo que nos diferencia de otras propuestas es que somos psicólogas: yo era una persona que siempre estaba a dieta, he pasado por eso. Hay todo un tema emocional en la relación con la comida que tiene que ver con la historia personal de cada uno”.

Objetivo: tener salud 

¿Cómo resulta posible encontrar un método si la casuística es tan variada? “Cada persona es diferente, pero al final tiene que ver. Se trata de acompañar a la gente a que haga una transformación, no sólo adelgazar, sino a nivel interno, una transformación física y emocional. Es un objetivo difícil, no es fácil hacerlo y cada uno lo hace como puede, pero se trata de ir sustituyendo hábitos nocivos que hemos ido adquiriendo y lo que hacemos es intentar cambiarlos por hábitos saludables”.

Para Sieber, tenemos “emociones, pensamientos y creencias en relación con la comida pero también respecto a nosotras mismas, somos muchas más mujeres las que estamos preocupadas por esto. La idea es no estar sólo enfocadas en los resultados y en el tiempo que vamos a tardar en perder equis kilos. A lo largo de los meses las personas aprenden que hay que centrarse en el proceso, en cambiar cosas a nivel interno, el perder peso es el resultado, no el objetivo”.

Para Navarro, se trata de “cambiar lo que piensan y sienten para cambiar lo que comen. Todos podemos llegar a ser personas saludables, nuestro objetivo es tener salud y, a la larga, cuando somos más mayores, el peso es mucho más importante de lo que pensamos cuando somos jóvenes porque conlleva muchas enfermedades. Se trata de no volver a ganar peso y de librarse de la dependencia emocional de la comida”. En este sentido, lo importante sería “la autoestima, la fuerza de voluntad, la mayor capacidad para motivarse, lo que afecta a todos los aspectos de una vida…”.

El mantenimiento

Para Sieber, “hemos descubierto que cualquier dieta funciona, lo difícil es mantener sus efectos en el tiempo. En el método trabajamos por así decirlo la adicción a la comida y comenzamos por dejar de comer equis alimentos que son los más adictivos, los que hacen tener picos de insulina (los azúcares, la harina, el arroz, el alcohol… todos alimentos blancos) y después los reincorporamos, cuando se ha aprendido a comer de otra forma”.

“Por ejemplo, una persona que ha perdido 60 kilos conmigo, tiene que estar un año más aprendiendo a mantenerse”. En su opinión, “una persona que piensa que una vez que ha adelgazado puede hacer lo que quiera, está equivocada”. En España, coinciden, “una de las cosas que falta en la educación es que nos hablen de la alimentación, no nos informan de la realidad de los productos”.

“Perder peso es el resultado, no el objetivo”

Para Berta, “una sustancia, objeto o actividad que es adictiva, que viene a representar algo importante para nosotros, es algo que necesitamos, que nos da placer, calma o alegría y eso es lo que la hace adictiva. Tiene que ver con el circuito de la dopamina, nos hacemos adictos, necesitamos más y más para estar tranquilos. La comida es adictiva en ese sentido: tú no tienes una relación adictiva si puedes comerte un bombón o un pastel y ninguno más. Esto se puede trasladar al resto de alimentos, evidentemente al alcohol, pero también al pan, la harina blanca es muy adictiva… hay personas que nos dicen 'no puedo vivir sin pan', eso nos habla de esta dependencia”.

Su método consiste en una “primera fase en la que perdemos peso, retirando alimentos como el pan, pasando por un proceso de abstinencia y luego otra segunda en la que se introducen de nuevo estos alimentos, pero de forma controlada”. Pero especialmente se basa en grupos de apoyo presenciales y online en los que se tratan temas como “la ansiedad y el exceso de comida por el modo de vida ansiógeno” o cambios de mentalidad. “Se trata de grupos en los que lo importante no es la terapia; la fuerza que tiene un grupo no la tiene ninguna sesión individual, ahí es donde compartimos lo que estamos viviendo, escuchamos a los demás sus experiencias y se obtiene ayuda e ideas para tomar conciencia y diseñar estrategias”.

Como termina Mónica Sieber, autora del método, a estos grupos “asiste más gente mayor pero también muy joven, de 16 años, con autorización, hasta gente de 80 años, y tenemos derivación de médicos que necesitan que sus pacientes adelgacen por salud o alguna intervención incluso”.

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