Silvia Sierra Jaria es militar de profesión y de corazón. Acaba de cumplir 40 años, una cifra en la que todo el mundo habla de crisis personales pero que, en su caso, y en el de todos los soldados de tropa y marinería del Ejército español, supone el pricipio del fin de su carrera profesional.

Ella es cabo en el Ejército del Aire en administración, donde ingresó hace más de 16 años a través de una oposición para cumplir su "sueño". Sin embargo, su trabajo, su vida laboral, su pasión se acaba en sólo cinco años, a los 45 años, como le ocurrirá a más de 50.000 soldados de tropa y marinería de aquí a 15 años debido a una ley que los obliga a "jubilarse" a esa edad.

"Todo es por la Ley 8 de 2006. Es una norma que perjudica a los militares porque hay un agravio comparativo claro con otros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, como pueden ser el Cuerpo Nacional de Policía o la Guarcia Civil, que a los 50 años siguen trabajando y corriendo detrás de los delincuentes. Y nosotros con 45 parece que no podemos ni ponernos el uniforme", denuncia Silvia Sierra, vicepresidenta de la Unión de Militares de Tropa (UMT).

En su lucha para cambiar esta norma, la cabo Silvia recuerda que los militares de tropa y marinería han pasado una oposición en la que tienes que superar cinco pasos: una prueba de conocimientos generales, un examen físico, uno médico, uno psicotécnico y uno psicológico antes de hacerse con una plaza según los puntos obtenidos y que caduca cuando cumplen los 45 años.

"Cuando consigues tu plaza, te van haciendo contratos temporales que encima no son ni contratos, se llaman compromisos y el mayor, el de larga duración, es hasta los 45 años. Salvo que vuelvas a hacer otra oposición para ser cabo y luego un examen de permanencia, que sólo puedes hacer si eres cabo o cabo primero ya", asegura.

Silvia es consciente de que muchos, fuera del estamento militar, pueden pensar que cualquier soldado quiere seguir ascendiendo y ser cabo o cabo primero, cueste lo que cueste. Sin embargo, esta militar advierte de que los profresionales pueden estar encantados con sus destinos y ascender muchas veces supone cambiar de trabajo o de lugar de residencia y no siempre se está dispuesto.

"Yo entré, hice la oposición y ascendí a cabo. Pero si ahora asciendes a cabo primero te cambian de destino, porque no suele haber esa plaza en tu destino. Yo me asenté aquí, me casé, tengo mi casa, mi marido, y la opción es ascender e irme a otro sitio... ¿y si no quiero? ¿Por qué no me puedo quedar en mi trabajo que sé hacerlo perfectamente porque llevo 16 años haciendo lo mismo?", denuncia.

E insiste en que "¿por qué un policía puede permanecer de policía raso toda su vida y a mí me echan a los 45? Es claramente injusto". (Al final, si el soldado acepta hacer los dos exámenes y como cabo primero consigue la permanencia, el compromiso militar se alarga, en estos casos, hasta los 58 años).

Además, no siempre estos soldados y tropa ocupan trabajos físicos en los que se pueda argumentar un problema de forma para este límite. De hecho, el de la cabo Silvia Sierra Jaria es una especie de asistentz social pero en versión militar: "Lo que hago es apoyo al personal y orientación. Tramito cuando salen convocatorias para ascensos, cursos, formación, idiomas, las vacaciones de verano, el papeleo...". Un puesto que puede desarrollar igual con 44 años que con 45.

Eso sí, ocupen el puesto que ocupen, la cabo Sierra Jaria recierda que siguen pasando "las pruebas físicas, prácticas de tiro, los ejercicios de formación militar que se hacen todos los años...". Es decir, que se mantiene en forma para poder continuar con su trabajo, aunque al Ejército "parece que no le sirve"

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Sin formación

Otro de los problemas que está surgiendo para la vuelta a la vida civil es la capacitación. La Ley 8 de 2006 se comprometía a dar la suficiente formación a los soldados para que cuando salieran a la calle tuvieron oportunidades reales de incorporarse al mercado laboral. Pero la vicepresidenta de la UMT asegura que ni eso se está cumpliendo.

"Yo hice el FP Grado Medio de Administración por el Ejército porque no lo había terminado en la calle y sí que hay un boletín que dice que es equivalente al civil. Sin embargo, cuando llamas al Ministerio de Educación, te dicen que no te lo convalidan porque el centro militar no es un centro de estudios habilitado. Con lo cual no te vale en la calle...", se lamenta.

La UMT critica que el Ministerio de Defensa no esté facilitando las salidas profesionales con unos estudios que sirva también en la vida civil puesto que muchos hombres y mujeres se ven en la calle y con el aprendizaje de unas tareas militares que no tiene cabida fuera del ejército.

La respuesta de Defensa, según la vicepresidenta de la UMT es siempre la misma: "Lo están estudiando. Ellos siempre lo están estudiando".

"Dejan al soldado muy desprotegido. Tras la oposición estás al servicio de tu país 365 días al año, 24 horas al día, te mandan a Afganistán o Yibuti, fuera de tu casa, te juegas la vida y a los 45 años te echan... En esta pandemia, hemos trabajado contra el Covid igual que la Policía y la Guardia Civil, trasladando enfermos, limpiando... ¿Qué hay que hacer para que vean que somos profesionales?", se lamenta.

Compromiso

Por su parte, el Ministerio de Defensa insiste en que "mantiene su firme compromiso de consolidar una estrategia integral de orientación laboral y desarrollo profesional dirigida preferentemente a los militares de tropa y marinería en general y, especialmente, a los que van a cesar su compromiso con las Fuerzas Armadas por edad; también a los Reservistas de Especial Disponibilidad (RED)".

De hecho, en la comparecencia el pasado 26 de enero, la subsecretaria de Defensa, Amparo Valcarce, en la Comisión de Defensa, insistió en que "la mayoría de las medidas ya se han establecido o están en vías de completarse"

Asimismo, destacó que se haya revalorizado la asignación que perciben los RED, desde su implantación en 2006, hasta alcanzar los actuales 664,36 euros, un ingreso que es compatible con remuneraciones que se puedan obtener en el ámbito laboral privado.

Sin embargo, para la UMT, hasta esta asignación tiene su trampa: "No es contributiva, no estás cotizando por ella y cuando lo declaras a Hacienda, te pegan el sablazo por tener dos pagadores. Pero, ¿por qué no nos dejan en nuestros puestos mejor?", insiste Silvia Sierra Jaria.

La vicepresidenta de la UMT recuerda que su padre también quiso ser militar pero entonces no estaba profesionalizado y tuvo que dejarlo para ponerse a trabajar. "Mi abuela enviudó cuando él era chiquitito y tenía que llevar dinero a casa". Ella pensó que con un Ejército profesionalizado, como el suyo, esta situación ya no se repetiría más, pero se equivocó: "Si lo que pides es que la gente sea profesional, que trabaje como profesionales y lo somos, que nos traten como profesionales".