El cambio climático. Ese tema que está presente de forma constante en nuestras vidas y del que parece que nunca hacemos lo suficiente por pararlo. Cada cierto tiempo los científicos hacen sonar las alarmas porque los datos vuelven a empeorar y entramos en una especie de histeria colectiva, si no acabamos por tirar la toalla. Sin embargo, la mujer que probablemente más sabe sobre este fenómeno conserva la esperanza de que aún estamos a tiempo de cambiar nuestros hábitos, muchas veces con pequeñas acciones, y mejorar el planeta. 

Hope Jahren, geobióloga y geoquímica estadounidense, afirma rotundamente que la Tierra todavía tiene posibilidades de sobrevivir y con su nuevo libro, El afán sin límite, nos invita a "coger un puñado de su esperanza" y guardárnoslo para nosotros. Que la doctora Jahren opine que todavía podemos mejorar la tierra en la que vivimos no es baladí, ya que sabe bien de lo que habla. 

Lleva décadas invesigando sobre el cambio climático en algunas de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos como la Johns Hopkins, donde ejerció de profesora. Nacida y criada en Austin (Minnesota), Jahren se hizo un hueco en las altas esferas de la ciencia llegando a obtener en tres ocasiones la prestigiosa beca Fulbright en geobiología, es la autora de un best seller internacional (La memoria secreta de las hojas) y la revista Time la nombró una de las 100 personas más influyentes del mundo

A diferencia de otros científicos o activistas por el clima, con El afán sin límite Jahren no da soluciones fáciles a este complejo problema ni dice al lector lo que debe hacer. "Para mí la solución definitiva para darle la vuelta al cambio climático va a venir de las personas, de que cada individuo examine su vida, que analice el cambio climático y decida al respecto. Es un objetivo que va más allá que hacer que el lector apague a luz o convencerle de que debería apoyar a una empresa y no a otra", cuenta a MagasIN.

Jahren insiste en que para producir cambios significativos en el medio ambiente no es necesario irse a los extremos, cualquier pequeña acción es importante. "Los problemas medioambientales se nos presentan como blanco o negro, incluso como algo religioso, lo crees o no lo crees… Lo cierto es que hay un gran espacio en medio que puede ayudar muchísimo".

Hacer pequeños cambios

Por esa razón, nos da cuatro claves que pueden ayudar a una persona a ser más sostenible, y que ella misma ha adoptado en su vida: 

Comer más alimentos de la base de la pirámide alimenticia, es decir, menos animales. Aunque Jahren no es vegetariana ni vegana (come carne o pescado tres veces a la semana), sí aboga por comer menos animales, ya que reduciríamos sustancialmente el gasto en agua y cereales que destinamos a alimentar a nuestra 'futura comida'. "Si todos los países de la OCDE tomaran la costumbre de no comer carne tan solo un día a la semana, dispondríamos de 120 millones de toneladas de cereales adicionales para alimentar a los hambrientos este mismo año".

Conducir menos. Claramente el coche es uno de los grandes contaminantes del planeta, ya que hay unos mil millones de turismos en todo el mundo. En El afán sin límite, la autora admite que para muchas familias es "logísticamente imposible" vivir sin coche, pero eso no quita que de vez en cuando podamos reducir su uso. Como ejemplo, ella lo utiliza principalmente para ir al supermercado. 

Coger menos aviones. Sin lugar a dudas el vehículo que más consume es el avión (si no contamos con las naves espaciales). "Si en lugar de volar los 200 pasajeros que vamos en un avión condujéramos por separado de Nueva Jersey a Minessota, consumiríamos un 40% menos de combustible", anota en su libro. Por eso, aunque vive en Oslo, Jahren no utiliza aviones, aunque se lo pensaría "si tuviese que ir a un funeral o una boda". 

No cambiar la temperatura de nuestra casa. "No tengo calefacción ni aire acondicionado en mi casa. Tengo un horno que puedo usar para cocinar y quemar leña si hace falta, pero intento vivir con la temperatura que me proporciona estar en una casa". Aunque parezca imposible vivir de esta manera, Jahren bromea afirmando que ha aprendido mucho gracias a esta costumbre. "Vivo en Noruega, así que he aprendido a hacer jerseys de lana". 

En la actualidad la doctora Jahren ostenta la cátedra J. Tuzo Wilson de la Universidad de Oslo como miembro electo de la Academia Noruega de Ciencias y Letras.

No obstante, antes de empezar con estos hábitos es necesario pensar en qué gastamos más energía y tomar una decisión en función de lo que se puede adaptar mejor a nuestra vida. "Lo primero es mirar desde fuera nuestra vida y centrarnos en qué tenemos un mayor consumo energético. Hay gente que tiene que llevar el coche al trabajo todos los días, gente que tiene que volar a menudo… No todo el mundo debe elegir las diez mismas cosas que hacer para reducir su huella de carbono". 

Estos pequeños cambios en nuestro modo de vida no solo beneficiarían al planeta, sino que podría ayudar a paliar uno de los grandes problemas de la sociedad actual: el hambre. Jahren niega que falte alimento para las casi siete mil millones de personas que habitan la Tierra, simplemente "no se comparten de forma justa". 

"Existen mecanismos para una buena distribución mundial, la pregunta es si los gobierno están dispuestos. Creo que el mecanismo más efectivo para ello son las Naciones Unidas. En el libro me apoyo mucho en los datos de la ONU y sus organismos, y la redistribución es en cierta medida la misión de algunas de ellas. Lo que ocurre es que está perdiendo estabilidad". 

Trump y el cambio climático

Un ejemplo de ello es que Estados Unidos abandonó en 2019 el Acuerdo de París, firmado en 2015 por 195 países y uno de los más importantes a nivel internacional en la lucha contra el cambio climático. Jahren, que se mudó a Noruega porque creía que en Europa podría trabajar mejor en sus investigaciones, expresa desolada la marcha atrás que su país natal ha dado en los últimos años en todo lo concerniente a este tema. 

"La situación es demoledora, te rompe el corazón. Hace 10 años ya se hablaba en EEUU sobre construir edificios ecológicos y sostenibles, estaciones de carga para coches eléctricos… Creo que el mundo habría sido diferente si las elecciones de 2016 no hubiesen tenido el resultado que tuvieron".

La llegada de un presidente que niega que exista el cambio climático, a pesar de que se ven sus consecuencias en todo el país, y las actuales preocupaciones sociales que han ocupado un mayor espacio en los medios de comunicación (la llegada de la Covid-19 o el movimieno Black Lives Matter) han dejado el problema medioambiental en un segundo plano

"Hay terribles problemas relacionados con el cambio climático en EEUU: incendios y huracanes cada vez más frecuentes y devastadores, la altura del nivel del mar de la costa oeste, unas heladas muy extrañas en la zona central del país que ha hecho mucho daño a la agricultura… Todo esto es consecuencia del cambio climático. Los temas sociales y climáticos deberían poder compartir protagonismo y espacio, pero parece que hay un determinado espacio para las emergencias en la opinión pública y no caben todas al mismo tiempo". 

Imagen aérea de un barrio residencial en Medford, Oregón, tras los recientes incendios. Reuters

No es solo que la población no esté prestando atención al cambio climático. Jahren denuncia que la administración actual está "desmontando instituciones fundamentales que se dedican a almacenar datos que miles de científicos recopilan diariamente y que necesitaremos en 50 años para saber si el cambio climático es o ha sido real", como el Departamento de Protección Ambiental o el Departamento de Agricultura. 

"Es un poco como un árbol, es mucho más fácil cortarlo que hacer que vuelva a crecer". En su opinión, Europa está haciendo lo contrario y por eso "debe tomar el liderazgo" en la lucha contra el cambio climático. "Sinceramente, no espero que EEUU convierta el cambio climático en una de sus prioridades de aquí a los próximos 70 años. Es algo agridulce porque es la tierra que me vio nacer y crecer, en la que me eduqué… También es el país que acogió con los brazos abiertos a mi familia hace más de 100 años. Ojalá todo hubiese sido diferente", lamenta.

La mujer en la ciencia

La doctora Jahren no es ajena a otro de los grandes retos de nuestra sociedad: conseguir la igualdad entre el hombre y la mujer. Como científica ha vivido gran parte de su vida rodeada de hombres y conoce las disciminaciones que pueden sufrir las mujeres en este ámbito. Al igual que con el cambio climático, considera que las claves están en el principio, en la base del feminismo. 

"Los desafíos a los que se enfrentan las mujeres en la ciencia no son más que los desafíos básicos que tiene cualquier mujer. La teoría feminista más básica dice que estos problemas son: los derechos reproductivos; la violencia sexual y la igualdad económica". 

Pero de nuevo, igual que con el cambio climático, se siente esperanzada en que la situación mejore. "Llevo lo suficiente en el mundo científico como para haber visto algunos cambios. El más potente quizá es el hecho de que antes no había ninguna mujer. Después hubo una. Ha habido algunas universidades en las que yo era la única mujer entre el profesorado de mi facultad. Pero ahora ya hay dos, tres. En algunas facultades de medicina la cifra es mitad y mitad, o incluso hay más mujeres que hombres".

Lo que más la marcó fue encontrar a otra mujer en la sala. La geobióloga afirma que eso lo cambió todo porque "cambia la atmósfera". "Hasta que no haya igualdad para las mujeres en todo el mundo la lucha continuará, pero el hecho de que haya una segunda mujer en la sala ha hecho que mi trabajo sea mucho mejor", admite con una sonrisa.

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