El pasado martes, Jeanne, una joven estudiante de Literatura, fue protagonista de un hecho insólito en la historia del Museo de Orsay: los funcionarios le prohibieron la entrada por un escote demasiado pronunciado. Una decisión tomada por la misma institución que en sus paredes expone uno de los cuadros más sugerentes del arte, El origen del mundo, de Coubert, un primer plano de un sexo femenino. Incrédula, la mujer compartió el suceso en una carta abierta en las redes sociales.

Jeanne explica que llegó a las puertas del museo, uno de los más visitados del mundo, y que antes siquiera de poder enseñar su entrada, sus pechos, "ese arma de destrucción masiva", ya eran motivo de controversia. "Ah no, no es posible, no va a pasar tal cosa", dijo una de las empleadas, que siguió en sus trece a pesar de que una compañera le sugirió que no había ningún problema. "En ese momento, ignoro que mi escote es lo que ha generado todo el drama", señala la protagonista.

Jeanne continúa así su relato: "Pregunto que qué está pasando, nadie me responde pero solo me miran fijamente los pechos, me siento incomodísima". Entonces llega un guardia de seguridad que le dice: "Cálmese, señora, las reglas son las reglas". "Llega otro gerente, nadie tiene el valor de decir que el problema es el escote, pero todos miran abiertamente mis pechos, señalados al final con un 'esto'", relata la joven.  Los empleados se amparan en el artículo número 7 del reglamento del museo, que obliga a los visitantes a llevar "un atuendo decente". Y le obligan a ponerse una chaqueta que le cubra si quiere entrar.

"Todo este sinsentido hace que incluso un responsable se aguante la risa", describe Jeanne. "No quiero ponerme la chaqueta porque me siento vencida, obligada, me da vergüenza, me da la impresión de que todo el mundo me mira los pechos, ya no soy más que mis pechos, soy sólo una mujer sexualizada, pero quiero entrar en el museo", por lo que acaba claudicando y así la dejan acceder a las galerías. "Dentro, cuadros de mujeres desnudas, esculturas de mujeres desnudas, visitantes con la espalda al aire, con el ombligo al aire, pero todas delgadas y sin pecho. Me pregunto si me habrían dejado entrar sin problema con algunos de los atuendos que llevan las mujeres dentro", reflexiona.

"No soy solo mis pechos, no soy solo mi cuerpo. Me pregunto si los agentes que querían prohibirme la entrada saben hasta qué punto han obedecido a dinámicas sexistas. No puede ser un juicio arbitrario sobre qué es decente y qué no lo que determina el acceso a la cultura o no", lamenta Jeanne, que luego se sacó una fotografía con el polémico vestido en un hotel cercano y la subió a las redes sociales, para demostrar que no había nada anormal.

El museo se ha disculpado en Twitter asegurando que lamentan "profundamente" lo sucedido y que ya han contactado con Jeanne para pedirle disculpas personalmente.