El juego constituye una parte esencial en la vida de los gatos, no solo como una vía de entretenimiento, sino también como un indicador de su salud y bienestar. A pesar de ello, es común que muchos no se muestren interesados en las actividades lúdicas o que, con el tiempo, dejen de participar en ellas.
Sobre este tema profundiza el veterinario Carlos Gutiérrez en su canal de YouTube. En un vídeo analiza las causas más frecuentes que explican esta falta de interés y plantea recomendaciones para estimular a los felinos y reforzar su calidad de vida.
A través de consejos prácticos y explicaciones claras, el especialista analiza por qué algunos gatos no juegan o dejan de hacerlo y qué soluciones existen para fomentar esta actividad. "La mayoría de ellos lo hacen muy poco en casa con sus humanos", afirma el veterinario.
Según él, esto es mucho más que entretenimiento: es una herramienta para mantenerlos activos, estimular su ingenio y prevenir problemas de comportamiento.
Dos perfiles de gatos
Existen dos perfiles de gatos: los que nunca han jugado o lo hacen de forma muy escasa, y los que solían hacerlo, pero han perdido el interés.
En el primer caso, suele tratarse de animales que no han desarrollado confianza en su entorno o han tenido un pasado difícil, como ocurre con los rescatados de la calle o de refugios. Estos felinos, todavía inseguros, pueden mostrarse reacios a participar en actividades lúdicas.
El veterinario recomienda, en estos casos, juegos menos invasivos que les permitan acostumbrarse a la interacción de manera progresiva, como los juguetes dispensadores de premios o las cañas, que generan un vínculo divertido manteniendo cierta distancia con su humano.
"El movimiento de una pelota puede ser brusco, violento o incluso errático y asustar al gato, mientras que con estos el juego es mucho más controlado", explica.
Cómo estimularle
Otro factor común es que el propio cuidador no sepa cómo estimular a su gato. Gutiérrez lo señala de forma directa: hay que asumir que jugar con él no es lo mismo que ofrecerle un juguete y esperar que se entretenga solo.
Estos animales requieren interacción y dinamismo, y es el humano quien debe hacer que el ocio sea atractivo.
Una forma eficaz es imitar los movimientos de una presa real. Primero de manera lenta para captar la atención y, una vez que el felino fija su objetivo, aumentar la velocidad para que sienta la satisfacción de la caza.
Túneles, cajas, dispensadores
Otras opciones son utilizar túneles, cajas de cartón o juguetes con comida, siempre explorando qué despierta mayor interés en cada gato, ya que no todos responden de la misma forma.
El segundo gran escenario tiene lugar cuando uno solía jugar regularmente y ha dejado de hacerlo. Las causas son más variadas y, en ocasiones, difíciles de identificar.
Un gato jugando con una chica.
Una de las más habituales es el estrés. Este puede estar provocado por cambios en el entorno como obras en casa, visitas inesperadas o incluso la simple acción de lavar su cama y eliminar su olor habitual.
En estos casos, recomienda identificar la fuente del malestar y, si no es posible eliminarla, crear un ambiente más relajado con ayuda de feromonas sintéticas.
El aburrimiento
También es frecuente que los gatos pierdan el hábito porque se aburren de los mismos juguetes. El veterinario sugiere darles descanso durante un tiempo y volver a introducirlos más adelante. Como si fueran nuevos, pero reservando siempre el acceso a aquel producto favorito que él prefiera mantener.
Pero existen causas más profundas. "Un animal muy apegado a su familia puede deprimirse si sufre la ausencia de un miembro, ya sea otra mascota o una persona", explica. En estos casos, más que ofrecer actividades, lo esencial es brindarle apoyo y cercanía, aunque respetando siempre sus tiempos.
Finalmente, cuando todas estas causas han sido descartadas, es posible que la raíz del problema sea de origen médico. Enfermedades como la artrosis, muy común en gatos mayores, dificultan el movimiento, mientras que otras dolencias como la pancreatitis pueden provocar dolor y falta de apetito por jugar.
Una ventana a su salud
Para Gutiérrez, la conclusión es clara: si la mascota sigue sin jugar después de haber intentado todas las estrategias, es necesario acudir al veterinario para un chequeo completo.
Observar la forma en que un gato se relaciona con esta práctica puede ser una auténtica ventana a su salud. "Si no le gusta, debemos identificar por qué. Eso nos puede dar muchas claves de su bienestar", concluye.
Su mensaje es sencillo, pero contundente: más allá del entretenimiento, el juego es un termómetro del estado físico y emocional, y dependerá de los cuidadores fomentar un entorno estimulante y lleno de oportunidades para que esta faceta natural nunca desaparezca.
