Tomar la decisión de incorporar un perro a nuestras vidas debería llevar implícito, de forma inherente, un firme compromiso por nuestra parte. "Hay que estar a la altura de lo que necesita ese ser vivo, ya que dependerá única y exclusivamente de nosotros", afirma Samuel León en una entrevista con Mascotario.
Más allá de los pilares fundamentales sobre los que se sustentan el bienestar canino, es necesario arrojar luz sobre cómo nosotros, como tutores, debemos afrontarlo.
El educador de Tribú Canina señala que tener un perro significa mucho más que disfrutar de su compañía. "Su entrega, cariño y lealtad sostienen nuestra cordura en un mundo que cada día es más difícil de comprender", afirma.
Sin embargo, desde la perspectiva del perro, todo esto implica una dependencia de los humanos. El modo en que administremos su higiene, alimentación, paseos, descanso o actividades diarias determinará de forma directa la forma en la que vive y se desarrolla.
Comprender esta idea es el punto de partida. "Los tutores deben ser conscientes de que compartir la vida con un perro no significa únicamente quererlo, alimentarlo y sacarlo a pasear de vez en cuando".
Es imprescindible tener un compromiso basado en el conocimiento, en la empatía y la responsabilidad. Eso supone aprender qué necesita el perro realmente y no simplemente lo que creemos que necesita desde nuestra mirada humana.
León presenta una guía "que sirva de orientación sobre las responsabilidades básicas que debemos afrontar si queremos estar a la altura de lo que nuestro perro requiere".
Conocer a nuestro perro
En primer lugar, debemos comprender qué tenemos entre manos. ¿Cuáles son las características genéticas de nuestro perro? ¿Cuáles son sus fortalezas y sus sensibilidades? ¿Qué estímulos le dan miedo?
Cada individuo tiene particularidades propias: algunos son más activos y necesitan más ejercicio físico, mientras que otros son sensibles y requieren ambientes tranquilos y soporte emocional constante.
"Preguntarnos cuáles son sus fortalezas, qué miedos arrastra, cómo gestiona estímulos desconocidos o cómo se comunica con otros perros son ejercicios básicos que todo tutor debe hacer de manera honesta".
Este conocimiento no surge automáticamente, sino que se construye a lo largo de la convivencia. Implica aprender a observar y a interpretar lo que el perro expresa. Muchas veces, los problemas de conducta que vemos en los paseos o en casa se relacionan con la falta de comprensión.
Un guía que entiende las necesidades de su perro sabrá cuándo es momento de darle espacio, animarlo a relacionarse, estimularlo con juego o cuándo permitirle descanso.
La comunicación
Dentro de esta comprensión, saber cómo se comunica tu perro es primordial. Se trata de conocer cuáles son sus señales de calma y de evitación y entender su significado. Debemos preguntarnos por qué gruñe y cómo poder corregir ese comportamiento.
Cuando un perro muestra incomodidad, no está portándose mal, sino comunicando que algo le genera malestar. "La inmensa mayoría de canes reactivos en el paseo se han visto obligados a resolver los conflictos de esa forma, por la falta de conocimiento y de soporte de sus guías".
¿Sabes cuando tus caricias le están generando incomodidad y suponiendo un conflicto? Leer su lenguaje corporal ayuda a comprender qué interacción le apetece y garantizarle una vida equilibrada.
La importancia del olfato
Entre las necesidades fundamentales de un perro no podemos olvidar el papel del olfato. Permitir que huela durante el paseo es un ejercicio de bienestar imprescindible. "Un rato de ejercicio olfativo intenso puede equipararse al ejercicio físico".
También es equiparable el cansancio, pero sobre todo, contribuye a su relajación, le ofrece información del entorno y lo ayuda a manejar el estrés.
Samuel León, educador canino en Tribú Canina, con sus perros.
Incorporar dinámicas de búsqueda en casa o en los paseos es sencillo y muy beneficioso. Es tan fácil como esconder pequeñas porciones de comida en una alfombra olfativa, en un rincón del jardín o incluso en un espacio adaptado del hogar.
Otras necesidades
La lista de responsabilidades de un tutor no termina con la alimentación, el paseo y el juego. Hay necesidades igualmente importantes que muchas veces se pasan por alto. Una de ellas es entrenar una llamada efectiva o proporcionarle espacios de libertad controlada en zonas seguras.
"En caso de que no puedas soltarlo, utilizar correas largas en cada paseo puede darle mayor autonomía y felicidad", aconseja el educador. Otra necesidad natural es la masticación.
Lejos de ser un hábito molesto, es una actividad esencial que ayuda al perro a liberar estrés y a mantenerse equilibrado. Existen múltiples alternativas seguras, como huesos recreativos o juguetes específicos, que pueden usarse para cubrir esta necesidad.
"El juego de calidad genera muchísimo bienestar y es una de las mejores formas de mejorar el vínculo con nuestro perro". Se trata de crear momentos de interacción controlada que estimulen tanto al cuerpo como a la mente.
Otro punto crucial es enseñarle a tolerar la soledad. Empoderarlos y enseñarles a quedarse solos sin que sufran malestar es indispensable. Finalmente, debemos cuidar de sus estados emocionales.
"Mantenerlos en estados de excitación constantes es muy perjudicial". Un perro equilibrado necesita tanto momentos de actividad como espacios de descanso y calma. Todo ello le permitirá mantenerse estable y feliz.
Una responsabilidad abrumadora
Asumir todos estos aspectos puede parecer excesivo al principio, sobre todo cuando descubrimos que un perro necesita mucho más que paseos diarios y alimentación. Pero la idea no es generar culpa, sino motivar el aprendizaje.
Siempre estamos a tiempo de hacerlo mejor, de consultar con profesionales, de incorporar pequeños cambios que transformen su calidad de vida.
"No hay nada mejor, cuando llega el día en que debemos despedirlos para siempre, que no tener remordimientos. Es más, mejor sentirse orgullosos por haber estado a la altura del amor infinito que han depositado en nosotros".
