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Si tienes la sensación de que tu perro no acude a la primera cuando lo llamas, puede que pienses que es más terco o complicado que otros.

Sin embargo, como explica la educadora canina Anika Rytel, educadora e instructora canina del canal Perros&punto, el problema no está en la personalidad del animal, sino en algunos fallos frecuentes que muchas veces cometemos sin darnos cuenta.

En este artículo te explicamos los tres errores más habituales que pueden estar saboteando la llamada de tu peludo.

Nombrar en exceso

"Uno de los fallos más comunes es pronunciar su nombre en cualquier situación: para hablarle de forma cariñosa, para regañarle o simplemente cuando comentamos algo en voz alta", explica la educadora canina.

Frases como "¡Despacio, Boby!" o "Boby, ¿te gusta este juguete?" hacen que el nombre pierda valor como señal concreta de llamada.

La clave está en preguntarse: ¿qué significa realmente para él escuchar su nombre? Si lo empleamos en demasiados contextos, no sabrá si debe acercarse, detenerse, prestar atención o simplemente ignorarlo.

Una estatua aburrida

El segundo error aparece justo después de llamarlo. "Muchas personas dicen el nombre y, acto seguido, se quedan en silencio y quietas en el mismo lugar".

Desde la perspectiva del animal, ¿qué motivación tiene para abandonar su libertad y acudir a alguien que parece una figura inmóvil y poco interesante?

Para que tu mascota quiera volver, necesitas ser estimulante y atractivo, transmitir entusiasmo con tu tono de voz, tus gestos o incluso incorporando algún juego. Así asociará la llamada con energía positiva y no con una situación monótona.

El fin de la diversión

Este es, según Anika, el error más grave. "Muchos tutores llaman a su perro, y en cuanto este acude, lo primero que hacen es colocarle la correa para terminar el paseo". Desde la lógica canina, eso significa que acudir al llamado equivale a que se acaba la diversión.

¿Resultado? La próxima vez, el animal dudará antes de acercarse. Para evitarlo, es fundamental que la llamada se vincule con experiencias agradables: premios, juegos, caricias o simplemente unos minutos más de libertad antes de volver a casa. Solo así se convertirá en una acción que él quiera repetir.

"Si no responde a la primera, no lo interpretes como terquedad o desobediencia". Pregúntate primero si estás cayendo en alguno de estos tres errores: usar demasiado su nombre, no resultar interesante al llamarlo, o convertir la llamada en el final de todo lo divertido.

"Recordemos que el éxito de la llamada no depende del carácter del perro, sino de cómo construimos su significado en la convivencia diaria", concluye la educadora.