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Les sonará su cara. Si son malagueños, su rostro habrá aparecido entre reels de Instagram o en TikTok. Se llama Keko y con su trabajo como guía turístico y creador de contenidos trata de redescubrir la ciudas de Málaga a los propios turistas, pero también a los malagueños.

Pero Keko Montosa, guía principal de Malagueando, así se llama su empresa, no es un guía turístico al uso. Su relación con la historia comenzó mucho antes de que pensara en dedicarse profesionalmente a ella. "Mi padre me inculcó esta pasión desde pequeño. No como obligación, sino como algo que disfrutar", recuerda. Aunque su progenitor es abogado y asesor financiero, siempre sintió fascinación por civilizaciones antiguas, arte y arqueología. Ese entusiasmo se convirtió en el motor de Keko para encontrar su profesión ideal.

Estudió Historia en la Universidad de Málaga, pasó una temporada en el extranjero para perfeccionar su inglés y, en 2018, descubrió que podía unir su vocación y el trato con el público —algo que había cultivado trabajando en discotecas, bares y restaurantes— en una misma profesión: la de guía turístico.

Tras trabajar para distintas empresas, decidió hacerse autónomo y apostar por su propia marca. La clave, asegura, fue entender que en la actualidad todo se mueve con la "marca personal". Ahí entró en juego Camilo, un editor de vídeo que le ayudó a dar el salto en redes sociales. "Desde que invierto en mí mismo y en contenidos de calidad, han surgido un montón de cosas buenas", explica.

Sus vídeos —como el del curioso mote de la calle Cinco Bolas o el que explica los nombres de los cafés malagueños— han superado las 400.000 reproducciones. En apenas dos meses pasó de 1.400 a casi 32.000 seguidores en Instagram. Y esa visibilidad le ha abierto puertas: tiene un espacio semanal en la radio y ha sido contactado por varios medios autonómicos y nacionales.

Detrás del minuto que dura, apenas, cada vídeo hay trabajo de investigación: consultas en archivos, lectura de prensa histórica, foros especializados y referencias bibliográficas. Keko se mueve entre leyendas, anécdotas y restos arqueológicos, siempre con el objetivo de sorprender tanto a turistas como a malagueños.

"El local cree que por nacer aquí lo sabe todo, pero no es así. Yo mismo, habiendo estudiado Historia, desconocía muchas cosas que me voy encontrando mientras estudio", dice.

Entre sus historias favoritas están la vidriera del mercado de Atarazanas, obra de un exfutbolista con cinco copas de Europa; el origen de los restos arqueológicos del Rectorado y la Plaza de la Marina; y la simbología que se puede ver en el suelo de la calle Nueva.

Si bien, su perfil es uno de los más reales a día de hoy en cuanto a la situación de Málaga. Si bien hay muchos vídeos donde enseña las virtudes de la ciudad, en otros, como el último que ha compartido, utiliza las redes para denunciar el estado de la Alcazaba, una de las grandes joyas de la ciudad. "Me indigna muchísimo, la verdad, no podemos tener nuestro principal monumento cayéndose a cachos", lamenta.

Pese a vivir de ello, Keko no rehúye el debate sobre el turismo en Málaga. Reconoce que le da de comer, como a más de la mitad de la ciudad, pero reclama medidas para proteger al malagueño, especialmente en el acceso a la vivienda. "No se puede culpar al turista. Hay que regular, limitar las licencias y garantizar pisos asequibles. Si no, nos pasará como otras grandes ciudades".

Más allá de la vivienda, le preocupa la pérdida de identidad urbana. Critica la sustitución de las farolas históricas de la Alameda, tiradas en el Real Cortijo de Torres, o de las típicas casetas de flores de la Alameda Principal por estructuras "impersonales", así como la proliferación de negocios de moda en detrimento de las tabernas tradicionales. "También tenemos que trabajar nosotros. En Sevilla un mosaico con una flamenca no es una turistada, es Sevilla. Nosotros tenemos que recuperar lo nuestro, creérnoslo", señala.

Su día a día cambia según la temporada. En verano, el turismo "chancletero" —más centrado en playa y fiesta— reduce el número de tours, mientras que de septiembre a diciembre puede encadenar tres o cuatro al día. Los free tours, reconoce, han cambiado la relación con los clientes: la mayoría valora el trabajo, pero siempre hay "listillos" que intentan irse sin pagar.

Su carácter abierto y la agilidad para grabar —en una mañana puede hacer varios vídeos— son parte de la fórmula que comparte con su compañero Camilo. "Nos lo pasamos bien, y si haces algo con ganas, es más fácil que salga bien".

No pierde la sonrisa en toda la entrevista, pues cree que siendo amable y llevando el buen rollo a todos lados acaba devolviendo más positividad y alegría. No la pierde ni recordando un desagradable suceso que le ocurrió en un tour, cuando una mujer que caminaba por la calle en un estado "curioso", al oírle hablar del dulce típico malagueño, la loca, en plena plaza de la Constitución, creyó que la estaba insultando y le propinó un puñetazo en la boca del estómago. "Eso ha sido de lo más heavy que me ha pasado trabajando", admite. Acabó denunciándola y todo quedó "en un mal susto".

Una imagen de Keko en el Centro de Málaga. Alba Rosado

Cuando se le pide que sueñe e imagine su futuro de aquí a cinco años, se ve con un equipo de tres o cuatro guías, con Malagueando en el top 3 de empresas de visitas turísticas en la ciudad, una casa y, si todo va bien, una familia. "Aunque tal y como está el asunto de la vivienda, lo veo complicado", reconoce resignado entre risas.

Mientras que llega ese momento soñado, seguirá contando historias, grabando vídeos y guiando a quien quiera mirar Málaga con otros ojos: los de alguien que no solo quiere que la ciudad guste al turista, sino que el malagueño vuelva a enamorarse de ella.