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La enfermedad del párkinson afecta a más de 6.400 personas solo en la provincia de Málaga. Esta patología es una afección neurológica crónica, progresiva y sin cura, que va minando poco a poco la autonomía de quienes la padecen, pero no es solo temblores y rigidez.

Con el tiempo, las personas que padecen esta afección empiezan a sufrir alteraciones del sueño, alucinaciones, ansiedad, depresión, y una pérdida progresiva de la capacidad de realizar muchas tareas cotidianas.

Pese a que existen tratamientos farmacológicos y quirúrgicos, no son suficientes para cubrir todas las necesidades del paciente. Es justo en este punto donde comienza la labor de las asociaciones como Parkinson Málaga.

El párkinson hace unos años era una enfermedad cuya incidencia prevalecía en las personas mayores de entre 80 y 85 años, pero, según cuenta a EL ESPAÑOL de Málaga Juan Melgar, vicepresidente de la Asociación párkinson Málaga, los pacientes son cada vez más jóvenes.

Actualmente, Melgar asegura que en párkinson Málaga un 18% de las personas que acuden tienen entre 50 y 55 años, lo que “supone un grave problema de salud pública a todos los efectos, tanto en temas de salud como familiar, social y económico”.

En esta línea se organizó el II Encuentro de Profesionales de Neurología y Asociaciones de Párkinson de Málaga, donde se dieron cita neurólogos del ámbito público y privado, profesionales de las seis asociaciones de pacientes de la provincia y personal técnico especializado en logopedia, fisioterapia, terapia ocupacional, psicología y enfermería.

El objetivo de este encuentro era crear un espacio de diálogo y colaboración entre todos los actores implicados en la atención de personas con párkinson, según Melgar.

Entre los temas abordados se encuentra el papel de la enfermera específica para la atención a personas con párkinson. El contratar a esta profesional en la asociación ha sido “un antes y un después” porque en estos momentos está en diálogo con todos los pacientes de las seis asociaciones de párkinson de la provincia para llegar a la mayor población posible.

Esta profesional ayudará en la nutrición, descanso y ejercicio físico de cada uno de los pacientes, algo muy importante para las personas diagnosticadas con esta enfermedad.

Por otro lado, en la asociación, según Melgar, también ofrecen fisioterapia, logopedia, psicología y terapia ocupacional, que “son tan importantes como la medicación para un paciente de párkinson”.

Algunas de estas actividades incluyen pilates, tai chi, terapia acuática, ajedrez, música o incluso teatro. Y todas están orientadas a ralentizar el avance de la enfermedad, no a entretener.

Además, se presta especial atención a los familiares y cuidadores, quienes reciben terapia ocupacional y psicológica. “Cuidar al cuidador porque es fundamental que la persona cuidadora se cuide a sí misma”, ya que es una enfermedad neurodegenerativa que afecta no solo al paciente, sino a todo su entorno.

Cabe señalar que en el encuentro también se abordó la necesidad de reforzar la atención psiquiátrica. En ocasiones, el párkinson deriva en alteraciones cognitivas, alucinaciones o trastornos del sueño “sobre todo en la evolución final de la enfermedad”. Por ello, solicitan que en la salud pública deriven a psiquiatría a los pacientes de párkinson que tengan estas secuelas cognitivas.