Las claves
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Carlos Fradejas decidió dejar Málaga para emprender una nueva vida al otro lado del mundo. Su destino: Australia. Lo que empezó como una aventura para aprender inglés terminó convirtiéndose en una oportunidad laboral sólida dentro del sector minero, una de las industrias más pujantes del país.
Así lo relata en una entrevista para el programa Andaluces por el mundo de Canal Sur, en la que Carlos explica cómo llegó a Perth, una ciudad próspera y moderna donde se produce gran parte del hierro que abastece al mundo: es una de las más ricas del planeta.
La adaptación, sin embargo, no fue fácil. “La verdad que fue muy dura la adaptación, me costó muchísimo porque primero tuve problemas con el trabajo. Iba con el currículum, pero hablaba muy mal inglés y no encontraba curro. Encontré trabajo a los cinco días, pero desde el primer día empecé a buscar”, relata.
Con esfuerzo y constancia, Carlos logró abrirse camino. Su primer empleo le reportaba unos 900 dólares semanales, suficientes para cubrir escuela y alojamiento: “No está mal 2.000 euros al mes para empezar siendo mi primer trabajo, y además tenía propinas”, explica.
Con el tiempo, su situación económica mejoró. En Australia, el sueldo medio ronda los 64.000 euros anuales, una cifra muy superior a la media española. “Aquí la gente gana bastante bien y, bajo mi punto de vista, la ropa está al mismo precio que en Europa. Cuando los sueldos son más altos y los precios similares, la gente consume más marcas”, comenta.
En una entrevista para este periódico, Carlos relataba cómo era su día a día en Australia: jornadas intensas en la mina y momentos de ocio compartidos con compañeros. “Somos unas 3.000 personas dentro de la mina. Conocemos gente, tomamos cerveza después de trabajar… Hay ocio, pero no te puedes ir a jugar al pádel o a la playa”, explicaba.
Aun así, el descanso está garantizado: tras dos semanas de trabajo, suelen disfrutar de una de descanso. El plan favorito de Carlos es viajar a Bali, a tan solo tres horas en avión y con vuelos de ida y vuelta por unos 120 euros, lo que equivale a cuatro horas de su salario.
Sobre la vida en Australia, Carlos reconoce los contrastes: “Lo bueno es el sueldo y el nivel de vida; lo malo, que los australianos son algo fríos y cerrados”. Aun así, asegura que la experiencia ha merecido la pena.
