Francisco Sánchez
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Elena, una jubilada de Algarrobo, va hacia la puerta con su taca-taca y con cansancio después de haber llegado de “la gimnasia”, como llama ella a andar un poco por las mañanas. A sus 81 años sigue con la misma energía que una joven de 20 años con toda la vida por delante.

“Cómo me duelen las rodillas”, expresa con desánimo en cuanto se sienta en su sillón de cuero marrón. “Ser una jubilada no es nada fácil hoy en día”, dice mientras mira a su marido, Gabriel, también de la misma edad. 

Ella, tras toda una vida dedicada a trabajar “en lo que toque”, echa en falta un poco más de dinero para los pensionistas. “Con 700 euros que cobro no me da para llegar a fin de mes a día de hoy”, asegura mientras da un sorbo de agua.

“Cada día los jubilados tenemos menos ayuda”, comenta haciendo especial énfasis en los medicamentos o en las ayudas con una persona que le haga las labores del hogar. “El año pasado pedí un aparato por si me pasa algo y todavía no me lo han dado”, expresa con queja.

“Pagamos impuestos toda la vida y trabajamos como burros para una vejez tranquila, y al final nada”, repite Elena con un gesto de resignación. Sus manos y su cara, llenas de arrugas, reflejan todo el trabajo de una vida dedicada a diferentes labores, aunque ahora "parece en balde", dice claramente.

La realidad no es como ella esperaba al tener 81 años. "Vivimos más, pero de qué manera y a qué precio", añade con cierta ironía. El precio de la luz y el agua hace que cada vez puedan ahorrar menos o darle menos a sus nietos, que en realidad son sus sobrinos, porque por desgracia no tienen hijos.

Elena, mientras cuenta esto, el rostro le cambia y se acuerda de que hace poco le entraron a robar y, aunque no le robaron cosas de gran valor, recuerda cómo “hicieron la compra en mi casa”. “Un muchacho entró cuando yo estaba viendo la tele con mi marido echando la tarde tan tranquila y se llevó media nevera”, expresa todavía asustada.

La falta de una pensión digna, unida a la escasa seguridad y a la ausencia de ayudas, llevan a Elena a considerar que “ser jubilado es, hoy en día, una profesión de riesgo en España”.