La ferretería de José Luis lleva 35 años abierta. A día de hoy, él carga con el legado que iniciaron sus padres y continúa el oficio que aprendió desde muy joven.
Sin embargo, solo está él al mando. No tiene tampoco ningún empleado. "Hay escasez de profesionales de la ferretería" y, además, "para el pequeño comercio, mantener un empleado es un recurso muy alto".
El autónomo no cree que la ferretería no sea interesante, pero sí que considera que es una opción menos atractiva para el trabajador en comparación con un empleo de lunes a viernes con las tardes libres.
José Luis regenta un pequeño negocio en el que el trabajador ha de estar de lunes a viernes de mañana y tarde, los sábados incluidos, por un "sueldo normal", que es lo que puede permitirse, dice.
Aunque el trabajo del empresario va mucho más allá de las horas en las que su local presenta el cartel de abierto en la puerta. Echa siete horas al día en su negocio de lunes a sábado, según cuenta.
A todo eso hay que sumarle sus dos o tres salidas semanales destinadas a la compra de productos, preparación de pedidos, inventario, caja y más, añade. O sea, que "mi horario laboral es mucho más alto" en comparación con el de un empleado.
Igualmente, José Luis no solo se diferencia de un trabajador por su horario. "Con empleados de régimen general hay una diferencia abismal a nivel de derechos". El autónomo destaca que él, para vacaciones o paternidad por ejemplo, tiene que cerrar el negocio.
Si enferma, la cosa cambia un poco. El ferretero señala que puede recibir una compensación mínima y, además, tiene que estar cierto tiempo cerrado para justificar una pequeña paga que ni siquiera "compensa los gastos".
José Luis lleva siendo autónomo muchos años, sabe cómo va este mundillo. Es más, puede tener una idea de lo que en un futuro puede llegar a cobrar de pensión basándose en la paga de su padre.
Tras más de 40 años trabajando y siendo autónomo, ahora le queda casi la mínima. Estamos hablando, según el ferretero, de unos 1.100 euros mensuales. "Una cifra muy desproporcionada" para su hijo.
No obstante, cuenta que todo el tiempo y esfuerzo que el ferretero le dedica a su negocio aparece reflejado en sus ganancias. Y, a pesar de que cuente con menos ayuda, también es verdad que cuando tenía un empleado, mucho del beneficio era para pagar a este trabajador y su seguro social.
Y es que José Luis lo tiene claro: "mantener un empleado es un recurso muy alto". De forma que no comprende por qué no se plantea algún tipo de ayuda al pequeño negocio para solventar los gastos generados por la contratación del personal.
A su parecer, los empresarios deben pagar impuestos por sus trabajadores que "son muy altos y que muchas veces ahogan al pequeño comercio". Es cierto que, según señala, el ferretero debe hacer frente a todo tipo de impuestos, "pero más o menos se llevan".
Sin embargo, comenta que la principal dificultad que aprecia está en la contratación de personal. José Luis pone ejemplos muy concretos, como una baja por paternidad o enfermedad. Al fin y al cabo, situaciones en las que el trabajador está en todo su derecho de contar con un permiso, subraya.
El problema reside en que "a nosotros no se nos ofrece una ayuda verdadera" para solventar la marcha temporal del trabajador. De forma que considera que el pequeño negocio debería recibir financiación del Estado y que "echen una mano compensatoria".
