El Palo no es un barrio cualquiera. Es un mosaico de voces, olores y colores que, desde hace décadas, moldea a quienes crecen entre sus calles estrechas y sus fachadas bañadas por la luz del Mediterráneo.
Aquí, donde el salitre se mezcla con el aroma a espetos, nacen historias que se transmiten de generación en generación. De este rincón marinero de Málaga salió Delaossa, rapero que ha convertido el barrio en un auténtico mapa sonoro, y también Matías, vecino del barrio.
Delaossa lo resume en una frase que ya es casi un lema local: “El Palo es una fuente inagotable de inspiración y acento”. Sus canciones están llenas de imágenes que podrían encajar a la perfección con la misma calle que Iñaki Gijón (@igs.film) filma en su vídeo viral. Y es que la cámara de Gijón, curiosa y atenta, capta no solo lugares, sino la gente que les da vida.
En el clip, Matías aparece sin camiseta, brocha en mano, pintando el pavimento desgastado de la calle. El tono rojizo que va extendiendo sobre el suelo recuerda al de cualquier cancha de barrio, ese rojo cobrizo que, aunque humilde, marca territorio y comunidad.
Entre plano y plano, se distinguen cuerdas de tender repletas de ropa, un detalle cotidiano que es casi un sello de identidad en los barrios más “malaguitas” de la ciudad.
Mientras trabaja, Matías comenta con naturalidad: “Llevo toda la mañana pintando esto”. La frase, sencilla, transmite la dedicación de alguien acostumbrado a cuidar su entorno con sus propias manos.
En la conversación, surge también su pasado: buena parte de su vida ha estado ligada a la mar, a ese oficio tan propio de El Palo, donde generaciones han vivido de la pesca y de la relación directa con el mar.
Pero junto al orgullo de su labor y su barrio, asoma una crítica contundente. “Aquí no viene nadie a hacer nada, nos quieren a todos abandonados”, lamenta Matías, reflejando en sus palabras el descontento con el mantenimiento de la ciudad.
Su tono no es de simple queja, sino de quien lleva años viendo cómo su entorno depende más del esfuerzo de los vecinos que de cualquier intervención oficial.
En un momento del vídeo, Matías suelta una última perla: menciona que “Delaorza” —como él lo llama— ha grabado en su casa. Es un guiño que une de forma natural la calle real con la música, el trabajo manual con la creación artística, y que demuestra que en El Palo las fronteras entre la vida y el arte son difusas.
