La Calle Larios es el epicentro comercial y cultural de Málaga. Ha visto nacer, también caer, numerosos negocios. Pero hay uno que resiste contra todo pronóstico: el Quiosco Arturo. Con casi 80 años de historia, este pequeño pero emblemático establecimiento es un refugio para los amantes de la prensa escrita y un testigo de la evolución del consumo en la era digital.
¿Qué sucede cuando un pequeño, aunque conocido local se enfrenta a uno de los eventos más masivos de la ciudad? La Semana Santa destaca en Málaga por su magnitud. En 2023, cerca de 596.000 personas visitaron la ciudad en estas fechas. El 66% eran visitantes, y el 34% turistas, según un estudio de la Universidad de Málaga. No es de extrañar, que cada año este emblemático quiosco ponga a prueba su capacidad de adaptación ante las restricciones de acceso, la multitud y los cambios en el ritmo comercial.
El Quiosco Arturo no es solo un punto de venta, es un símbolo de tradición y perseverancia. Un negocio familiar. Sus inicios se remontan a los años 40, cuando el padre de Arturo, con apenas 13 años, comenzó a vender periódicos en la calle para contribuir en la economía familiar. Poco a poco, con constancia, logró consolidar un puesto que con el tiempo se convirtió en un negocio estable y reconocido en la ciudad.
“Los primeros años estuvimos en el portal 9 de Calle Larios, pero solo como un punto de almacenamiento. Años después, nos instalamos en el portal 8, donde el quiosco quedó establecido definitivamente”, cuenta Arturo, quien ha estado al frente del negocio durante más de 35 años.
A lo largo de décadas, el quiosco ha sido testigo de innumerables cambios en Málaga. Desde la transformación de la ciudad en un destino turístico internacional hasta la llegada de la era digital, que supuso un golpe para la venta de periódicos y revistas. Sin embargo, Arturo ha sabido adaptarse a los tiempos modernos, incorporando nuevos productos como recargas de telefonía, artículos electrónicos e incluso entradas para espectáculos y el bus turístico.
A pesar de los posibles desafíos, el Quiosco Arturo mantiene su esencia. Es fiel a la filosofía de la atención personalizada, cercanía con el cliente y dedicación absoluta. “Llevo tantos años que conozco a muchos clientes, incluso a sus hijos y nietos”, dice Arturo con orgullo.
La Semana Santa en la Calle Larios es, a la par, una oportunidad y un obstáculo. Miles de personas congregan el centro histórico de Málaga para presenciar las procesiones, sumergiéndose en una atmósfera de fervor religioso, tradición y, en algunos casos, de fiesta. Sin embargo, para los comercios de esta área, puede ser un arma de doble filo. Para Arturo, la llegada de la Semana Santa supone una reducción de ventas notable y una alteración en la rutina. “Cuando empiezan a montar las sillas y las procesiones toman la calle, es imposible dar acceso a los clientes”, explica.
Durante estos días, el quiosco se ve obligado a cerrar por las tardes, ya que la afluencia masiva de personas impide que los clientes lleguen al local. “En esta época del año, la ciudad se transforma por completo. Si no estás viendo las procesiones, no puedes moverte por el centro”. Por ende, el impacto económico es considerable. Las ventas caen a la mitad.
Quiosco Arturo
No obstante, el dueño del local aprovecha esta situación para tomarse un respiro. Después de trabajar todo el año sin descanso, estos días son una oportunidad de desconectar.
Más allá de los desafíos estacionales, como la Semana Santa o la Feria de Málaga, el Quiosco Arturo enfrenta un reto mayor: la supervivencia ante la pérdida de protagonismo del papel. “Las personas se informan a través del móvil”. Solo quedan algunos románticos fieles al periódico en papel, normalmente personas mayores que no quieren saber nada de las pantallas y algunos coleccionistas.
A pesar de ello, el quiosco sigue vendiendo periódicos y revistas, aunque cada vez con menos demanda. Los diarios nacionales y locales aún tienen cierto tirón, especialmente los fines de semana cuando incluyen suplementos o promociones. “A veces venden desde una olla exprés hasta toallas de baño”, comenta.
Los turistas, que antes representaban una buena parte de su clientela, también han reducido su interés en la prensa física. “Antes, cuando llegaban los cruceros, era seguro que la prensa extranjera se agotaba en cuestión de horas. Eso ya no pasa. A pesar de que traemos periódicos alemanes, franceses e ingleses”.
Más que un negocio, el Quiosco Arturo se convierte en un punto de encuentro. Desde allí, han visto procesiones, feriantes, desfiles de alguna que otra cara conocida y contemplado el auge del turismo en Málaga.
Sin embargo, cada vez quedan menos periódicos. “No sé hasta cuándo podremos seguir, pero prefiero no pensarlo demasiado. Vivo el día a día”, concluye. El foco persiste en el presente.
La Semana Santa de Málaga seguirá siendo un evento de impacto para la ciudad. Para negocios de toda la vida, como el Quiosco Arturo, representa tradición, desafío, y en cierto modo, una pausa obligada en su rutina. La Calle Larios se llena de música, incienso y fervor cofrade. Y Arturo resiste en un oficio que, aunque amenazado por la modernidad, sigue teniendo un lugar especial para muchos en la ciudad.
Tal vez, en el futuro, la prensa en papel termine por desaparecer, o tal vez no. Tal vez, los quioscos busquen otras alternativas. Mientras tanto, el Quiosco Arturo sigue en pie, como testigo de la historia y el alma de Málaga.