A partir de aquí, todos son destripes (spoilers, para los más anglófilos). Porque ¿cómo no acordarnos del final de Cinema Paradiso? Con sus escenas repletas de besos, esos besos de amor de gente muerta que en sus tumbas saben que, por muchos que se den en vida, nunca se dan los suficientes. Jamás. Siempre faltan.

Y es que, como bien saben los fans de Matrix, todo lo que tiene un principio tiene un final. Y si Saturno devora a sus hijos, y el vídeo mató a las estrellas de la radio, desde luego el streaming ha venido, si no a acabar con las salas de cine, sí, al menos, a ser un clavo más en su ataud.

Porque es evidente que el hecho de que disfrutemos de un amplio catálogo de películas y series desde la comodidad de nuestro sofá, se ha sumado a que la Covid haya aniquilado también la costumbre de salir a ver una peli.

Cinema Paradiso - Escena Final.

"-¿Quedamos para ver la última de Almodóvar?

-Mejor nos esperamos a que la echen en Netflix, ¿no? Y nos llamamos mientras la vemos".

Qué horror, por el amor de Cristo.

Ir al cine, y todo lo que rodea a ese humilde acto, es una ceremonia plagada de momentos deliciosos que muchos se están perdiendo y que otros más nunca han vivido.

¿A quién no le ha dado un vuelco la vida en mitad de una sala de cine?

Ir al cine con una muchedumbre a ver la misma película que todo el globo en el día del estreno de ese blockbuster palomitero. Hablar en el cine. Que te callen en el cine. Ir al cine solo como los locos. Reír en el cine. Llorar en el cine. Ir al cine disfrazado de tus personajes favoritos. Pelearte en el cine por el reposabrazos.

Ir al cine a ver diez veces la misma película. Enrollarte con alguien en el cine. Ir al cine en pijama. Ir al cine cuando no tienes otra cosa que hacer. Pocos recuerdos más felices que un cine de verano en un pueblo sin muchas diversiones, donde Alan Grant salva a un par de niños repelentes de ser comidos por dinosaurios resabiados.

La sala de proyección del Cine Echegaray. Archivo UMA-CTI

Decía Guillermo Cabrera Infante: "Cuando eramos niños, mi madre nos daba a escoger, a mi hermano y a mí, entre ir al cine o ir comer con la pregunta: '¿cine o sardina?'. Nosotros nunca escogimos la sardina".

En Málaga, por desgracia, siempre hemos sido muy de espetos.

Málaga Cinema

Este hermoso cine abrió sus salas el 31 de agosto de 1935 gracias al empuje de Juan del Río González, que ya había inaugurado otro cine también extinto: el Echegaray.

La caída de este cine tuvo lugar 39 años después, el 15 de abril de 1974, cuando fue demolido para dejar tras de sí una última poryección, la de la película La túnica sagrada y un montón de escombros que antes habían sido un precioso edificio, parte del patrimonio arquitectonico de la ciudad, que el arquitecto José Seguí describió como el ejemplo más valioso en Málaga de la época española del expresionismo-racionalismo.

El Málaga Cinema no resistió el espíritu del ladrillo. Archivo UMA-CTI

Pero ¿cómo iba a ser de otro modo si estaba ubicado en la plaza de Uncibay? ¿Acaso no era más importante crear un bloque de oficinas o lo que sea esa cosa que ahora mismo se levanta en la plaza?

El edificio de Málaga Cinema se construyó sobre un amplio solar donde hasta 1932 hubo un cine de verano y antes aún, desde 1908, el famoso Teatro Moderno.

En su interior, en la planta baja estaba la sala principal y en las superiores el anfiteatro, que contenía 1.830 butacas de color, como marca la tradición, de un poderoso grana.

Cine Echegaray

Como hemos escrito, tres años antes se inauguraba su hermano mayor: el cine Echegaray. Abierto el 19 de noviembre de 1932, tras décadas de decadencia, en el cinematográfico año 2001 se había convertido en un lugar ruinoso del que no quedaba nada de su anterior magnificencia.

Todo en aquel edificio pedía a gritos su cierre y reforma, lo que finalmente terminó ocurriendo tras proyectarse una última película: La sombra del vampiro.

Una coincidencia muy afortunada si vemos en esta proyección final un paralelismo entre dos cosas no muertas que regresan de la tumba.

Este cine fue diseñado con 500 localidades en el patio y 300 en el anfiteatro y era, antes de su declive, un lujoso inmueble con un vestíbulo profusamente decorado y un patio de butacas en el que destacaban unas vidrieras de la prestigiosa casa Maumejean.

Afortunadamente, el Echegaray ha resurgido de sus cenizas. Archivo UMA-CTI

Durante cerca de 70 años, en el número 3 de la calle Echegaray, este cine en pleno casco histórico de la ciudad proyecto miles de películas hasta que se dijo basta a sus raídas butacas, a sus mohosas moquetas y a las humedades de sus paredes.

En el año 1984 fue comprado por la empresa Unión Cine Ciudad (que, como se verá, más que una promotora cinematográfica, es una promotora inmobiliaria), dueños de entre otros, el Multicines América, cuya decadencia terminó por arrastrar a esta histórica sala.

Sin embargo, el Echegaray, a partir de 2009, y tras ocho años de trasiego y lucha, volvió a abrir sus puertas, esta vez transformado en teatro.

América Multicines

El América fue el primer multicines moderno de Málaga. Siete fueron sus salas, inauguradas el 21 de diciembre de 1979. Siete salas que permanecieron abiertas hasta el 30 de mayo de 2003 y de cuyos escombros surgió un bloque de viviendas, algo que, como veremos, se convirtió en un patrón y que señala muy a las claras cuál es el motivo por el que se ha dejado caer en desgracia a todos estos cines en la ciudad.

Su empresa responsable, Unión Cine Ciudad, aprovechó una orden que decretaba su cierre, emitida por el Ayuntamiento de Málaga, para auparse al boom del ladrillo. Y es que el América Multicines funcionaba desde sus inicios sin permiso de apertura.

El primer multisalas moderno de Málaga fue el América Multicines. Archivo María Pepa Lara García

No es difícil imaginar lo que supuso este multicines a finales del 79: enclavado en la Explanada de la Estación, literalmente inauguraba una nueva década para Málaga.

Un multicines moderno con proyecciones desde las diez de la mañana -ay, las matinales, escondite ideal para hacer pellas, quién las pillara ahora-, siete taquillas y numerosas entradas que, poco a poco, se fueron reduciendo a una sola...

Que lance la primera piedra el que no haya comprado una entrada sin numerar de una sala para meterse en otra que no le correspondía. ¿Quién no ha asistido al griterío del merdellón de turno exigiendo sentarse en una sala repleta de gente para la que él supuestamente sí tenía ticket?

Cines Astoria y Victoria

Las grandes salas protagonistas de la historia cinematográfica de Málaga capital en las décadas de los 70 y 80 han desaparecido para siempre.

Ambas salas unieron su destino hacia el final de su historia, pero mientras que el cine Astoria se inauguró un 20 de enero de 1966, el cine Victoria lo hacía un 14 de octubre de 1913, bajo el nombre de Salón Victoria Eugenia, y proyectando la película La Biblia.

El Cine Astoria, antes de pasar a peor muerte. Archivo María Pepa Lara García

El final de las viejas salas de los cines Astoria y Victoria llegó al unísono el 9 de diciembre de 2004, año en el que los pocos espectadores que ya acudían a estas salas pudieron visionar la última (de entonces) de Woody Allen, Melinda y Melinda, y la olvidada y olvidable Luna de Avellaneda de Juan José Campanella.

Y si en algún momento hubo alguna esperanza real de que el inmueble volviese a brillar con el resurgir de una futura recuperación, en octubre de 2019 se llevaron al trastero de los sueños rotos estas quiméricas ilusiones.

De esto han pasado 18 años y todavía la estratégica manzana, localizada en el lateral este de la plaza de la Merced, sigue a la espera de ver qué pasa con ella.

Cuatro cines en apenas un radio de trescientos metros. Archivo María Pepa Lara García

Durante décadas estos cines aguantaron el tipo y mantuvieron entretenidas en sus oscuras salas a generaciones tanto de vecinos de la capital como de malagueños llegados de todos los rincones de la provincia que acudían, quizás por primera vez en su vida, a ver una película en una sala de cine.

Pero la llegada de las multisalas y un abandono paulatino hicieron que ambos cines, comprados además por el grupo Unión Cine Ciudad (qué casualidad) en 1984, redujeran poco a poco la venta de entradas y fueran trampeando su vida hasta su agónico final.

Así, pocos recuerdan que el Astoria tuvo en cartelera durante tres meses al Superman de Christopher Reeve y que cada pase se llenaba a rebosar. Eran, sin lugar a dudas, tiempos mucho mejores.

Cine Andalucía

Como les ocurrió a los cines Astoria y Victoria, situados frente al cine Andalucía, éste acució la llegada de los multisalas y la querencia por los centros comerciales del malagueño medio.

El cine Andalucía abrió sus puertas a los espectadores el 12 de octubre de 1958 y las cerró para siempre a finales de 2005: y todo esto en el mismo lugar: en calle Victoria. Tras décadas de servicio a los cinéfilos malagueños cayó también en las manos de la empresa Unión Cine Ciudad (más que una empresa de cine, una empresa de demolición).

Gracias por todo, Piqué. Archivo María Pepa Lara García

Tras su cierre, un incendio arrasó el inmueble de este cine en marzo de 2014, de modo que el consistorio malagueño dio vía libre al desarrollo de un futuro hotel de cinco estrellas en su solar que construirá una empresa del simpatiquísimo Gerard Piqué. Un hotel más, un cine menos. ¿A quién le importa?

Cine Alameda

El cine Alameda tiene truco porque en realidad se llamaba Teatro Alameda, aunque compartía ambas artes en sus salas.

Ahora que por lo visto a todos los malagueños les pirra el teatro musical (!) gracias al proyecto de renovación impulsado por el malagueñísimo Antonio Banderas (el malagueño más malagueño de la historia), todo el mundo conoce el nombre que actualmente tiene el Alameda: el nombre es bien pegadizo y bonito, más suave que la colonia Nenuco: Teatro SOHO CaixaBank.

Los más freaks del lugar echan mucho de menos el cine/teatro Alameda.

Sea como fuere, el cine/teatro Alameda abrió un 23 de diciembre de 1961, suponemos que para aprovechar el tirón de las fechas navideñas. En un principio sólo disponía de una sala, pero la llegada de las multicines obligó a sus dueños a reformar su interior, del que consiguieron sacar tres salas.

Míticas son las tertulias que se improvisaban en la cafetería de su vestíbulo durante los Festivales de Cine Fantástico (Fancine) que el Alameda acogió durante años. Nunca se han dicho tantas tonterías como las que se escuchaban en los descansos de las maratonianas sesiones de películas de serie B, clásicos de ciencia ficción y terror e historias de espada y brujería. ¡Si esas paredes pringosas hablasen!

Finalmente, este cine echaría el cierre el 31 de mayo de 2018 para transformarse en otra cosa, no peor, tal vez sí mejor, pero indudablemente, distinta de lo que fue.

Multicines Larios

Los multicines Cinesur Larios proyectaron su último 'The End' el 28 de abril de 2011. Sí, como lo lees: el cine Larios cerró hace ya más de una década (para matarse, eh), tras 15 años proyectando películas en sus diez salas situadas en el centro comercial Larios.

Cinesur Larios pertenecía a las empresas inmobiliarias Sánchez-Ramade, agrupadas bajo la marca Noriega, cuya deuda financiera dio al traste con este cine que no logró escapar del cierre tras no ser adquirido por la cadena Cineworld que planteó dicha posibilidad.

Ay, cuando todavía se podía fumar hasta en los hospitales. ¡Qué tiempos! Málaga Historia

Pero, mucho antes, tras su inauguración en abril de 1996, los cines Larios llegaron a convertirse en un punto neurálgico de encuentro para los malagueños: su situación, cercana al centro, y el estar enclavados en un centro comercial, hicieron de este cine un lugar de reunión para todo tipo de elementos.



Muchos jóvenes de entonces, preadolescentes y adolescentes, quedaban en este cine donde, además de ver una película, podías comer cualquier cosa mientras pelabas la pava, lo que abría un poco la manga de sus progenitores, por ser un entorno seguro, permitiéndoles un poquito más de libertad.

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