Málaga

La Farola se ha convertido en un elemento característico del skyline de Málaga. El Ministerio de Cultura inició a principios de año los trámites para declararlo Bien de Interés Cultural por su arquitectura dentro de la bahía y haber desempeñado un papel fundamental como guía de barcos desde hace más de dos siglos.

El edificio portuario, icono absoluto de la ciudad, atesora una historia digna de ser contada en el Día Mundial del Faro. El proyecto hunde sus raíces en el belga Bartolomé Thurus, el primero en plantear la construcción de una batería y un faro al final del dique de Levante. El ingeniero jefe de las obras del Puerto planteaba su edificación en 1717.

Numerosos militares y marinos denunciaron las catastróficas consecuencias ante la ausencia de la señal marítima a lo largo del siglo XVIII. En su lugar, se instaló una linterna sobre un armazón de madera iluminado con 12 lamparillas de aceite. La idea de Thurus se vio sustituida a menudo por "artilugios provisionales de dudosa efectividad", señala el doctor en Historia Francisco Cabrera Pablos en su libro Joaquín María Pery y Guzmán y aquella Málaga que fue (1800-1835)

El fin de la guerra contra los franceses y el aumento progresivo del comercio obligó a las autoridades a solucionar el dichoso problema. El ingeniero naval Joaquín María Pery "fue consciente de la necesidad de dotar a las instalaciones portuarios de un faro de cantería que orientase a las naves durante la noche", señala Cabrera. De lo contrario, los accidentes en la bahía malagueña seguirían sucediéndose.

La señal marítima es un elemento esencial del skyline del puerto de Málaga. Amparo García

La Junta de las Reales Obras encargó a Pery la construcción del faro en 1814. Él podía acreditar sobrada experiencia en este tipo de edificios. "En el verano de 1974 había sido comisionado por la Junta del Departamento de Cádiz para la colocación de un fanal giratorio en la torre del castillo de San Sebastián, en un proyecto que presenta no pocas similitudes técnicas con el faro malagueño", precisa el historiador.

Su construcción costó casi 400.000 reales, en concreto 387.301 reales y 22 maravedíes. Al cambio de hoy unos 600 euros. El presupuesto inicial planteado por el Consulado y la Junta de Comercio de Málaga rondaba los 150.000 reales. Sin embargo, la cantidad no fue suficiente y la Junta de las Reales Obras decidió pedir 25 doblones (moneda de curso legal hasta mediados del siglo XIX) a los dueños de negocios más boyantes de la época.

¿Quién construyó la Farola?

A finales del siglo XIX, relata Cabrera en su libro, "era frecuente el empleo de presos en obras públicas". Delincuentes de medio pelo, ladronzuelos y mendigos fueron los encargados de levantar el edificio. "En este caso, los reos habían cometido infracciones de poquísima consideración, sobre todo contra la propiedad y el orden público", precisa. 

José Cervera Pery, familiar del artífice del proyecto, destaca en el libro El brigadier Joaquín María Pery y la construcción del Puerto de Málaga que su tatarabuelo "intercedió en no pocas ocasiones por la suerte de ellos, solicitando y obteniendo una rebaja de sus condenas al manifestar a sus superiores que el adelantamiento del proyecto se debía a los esfuerzos de estos desterrados".

La inauguración de la torre de 36 metros, el 30 de mayo de 1817, coincidió con el santo del rey Fernando VII. "La fecha no se eligió al azar. El faro llevaba meses terminado, pero estaban esperando a ese día porque se celebraba la onomástica del rey Fernando VI", desvela el historiador. 

La inauguración del faro en 1817 coincidió con el santo del rey Fernando VI. Amparo García

El origen de su nombre femenino

El nuevo edificio, levantado un siglo después de su planteamiento, también conllevaba inevitablemente gastos y la Junta de las Reales Obras se encontraba en números rojos en aquel momento. Por ello, "las autoridades de la Marina fijaron un impuesto de 12 maravedíes con el nombre de derecho de Linterna (como se denomina al faro de las costas y quizá el origen de su nombre en femenino), a todos los barcos que entraran al Puerto y el doble a foráneos", expone Tomás Brioso en El Puerto. Memoria sobre su historia, progreso y desarrollo del ingeniero (1940-1944).

Este icono de la ciudad ha experimentado desde entonces varias reformas. Cabrera las cita en el libro Joaquín María Pery y Guzmán y aquella Málaga que fue (1800-1835): "Sobre la torre ligeramente trococónica de más de 21 metros de altura se alzó un torreón de cuatro metros. La vivienda inferior de 1854 resultó ampliada en una nueva planta en 1909, aunque las obras no terminarían hasta seis años después, costando algo menos de 25.000 pesetas. En 1916 entró en funcionamiento un moderno aparato de giro y un año después se electrificó el faro".

La Farola dejó de usarse en la guerra civil y fue tapada para evitar la orientación de la artillería. "Una vez finalizada la contienda fue rehabilitada, añadiéndose en fechas posteriores algunas innovaciones técnicas, como una nueva linterna y un radiofaro", precisa el historiador. El farero Agustín Ten fue el último morador del singular edificio en los años 90.

El puerto de Málaga ha fijado para antes de 2027 la restauración de La Farola y la ejecución de un nuevo faro. El presidente de la Autoridad Portuaria, Carlos Rubio, confirmó al ESPAÑOL de Málaga el deseo de "ponerlo en valor", procediendo a su restauración y destinando los espacios originalmente reservados como vivienda de los fareros a museo sobre la historia del puerto y la navegación. Una reivindicación de Cabrera en su libro que podría hacerse realidad pronto. 

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